El vuelo de Fred Astaire
A los nueve a?os de edad Stanley Donen consideraba a Fred Astaire su ¨ªdolo so?ado. Nunca imagin¨® que Bodas reales -su primer largometraje dirigido en solitario, sin Gene Kelly- contar¨ªa con la interpretaci¨®n estelar del actor. Por eso no dud¨® en aceptar un proyecto rechazado antes por Charles Walter; tampoco a ¨¦l le entusiasmaba esta historia de dos hermanos que van a actuar a Londres con motivo de la boda de la reina de Inglaterra.El argumento parec¨ªa inspirado en los comienzos art¨ªsticos de Fred Astaire, cuando formaba pareja con su hermana quien, al igual que Jane Powell en la pel¨ªcula, acab¨® cas¨¢ndose con un ilustre personaje ingl¨¦s. El gui¨®n no dejaba de ser estereotipado. Pero la idea de dirigir a Astaire en un papel alegre y divertido era un aliciente.
Formaron una extraordinaria pareja complet¨¢ndose en las diversas facetas de cada uno. Donen dej¨® que Astaire con su inventiva y creatividad habitual se recreara en escenas totalmente improvisadas -como aquella en que aburrido de esperar a su hermana se arranca a bailar con un perchero- ?ste fue el m¨¦rito de Donen, respetar las iniciativas coreogr¨¢ficas de Astaire -el mismo actor las creaba y dirig¨ªa- y saber retratar con grandes planos y de cuerpo entero a los bailarines, dando importancia a los pies sin olvidarse del rostro, algo que otros directores no hab¨ªan aprendido.
A esto a?adi¨® el director ese gusto por la iron¨ªa y los di¨¢logos chispeantes con la inclusi¨®n de tiernos detalles para conseguir una comedia rom¨¢ntica, una historia de amor donde no faltan las encantadoras secuencias bailadas o esa canci¨®n tan popular de Jane Powell, Too late now.
Lo que sin duda recordar¨¢ el espectador es ese alarde t¨¦cnico de Donen que tanto impresion¨® en su tiempo, hace 40 a?os. Se trata de la escena en la que Fred Astaire vuela bailando por las paredes y techos de la habitaci¨®n, ilustrando simb¨®licamente la canci¨®n You're all the world to me. El truco no es f¨¢cil de descubrir porque est¨¢ realizado impecablemente. Mientras el actor permanec¨ªa vertical, la c¨¢mara y el decorado giraban a la vez circularmente sujetos a una plataforma m¨®vil.
Peor suerte corri¨® la pel¨ªcula de Antonio Rom¨¢n, Los clarines del miedo, en la que las filigranas corresponden a un torero contratado para una capea de pueblo. La presencia de un jovenc¨ªsimo Francisco Rabal no fue entonces suficiente para lograr un ¨¦xito de p¨²blico.
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