Las c¨¢maras de la discordia
La ciudad de Sverdlovsk. cuna de Eltsin, revoluciona la vida sovi¨¦tica con su televisi¨®n por cable
Boris Eltsin, el s¨ªmbolo de la oposici¨®n en la URSS, no es un producto casual de la ciudad de SverdIovsk, centro de la industria militar de los Urales y forja de experimentos tan ins¨®litos en este pa¨ªs como una televisi¨®n por cable, sin control de la censura, que une a 9.000 hogares en campa?as electorales y reivindicaciones, como, por ejemplo, pedir que dimita el jefe del Comit¨¦ de Seguridad del Estado (KGB) de la regi¨®n. ?El motivo? El esc¨¢ndalo provocado por una cooperativa que intentaba exportar al extranjero una partida de 12 carros de combate T-72 sin estrenar.
La corresponsal de EL PAIS en Mosc¨² ha estado entre los primeros periodistas occidentales autorizados a visitar SverdIovsk, una localidad cerrada a los extranjeros que, llena de sorpresas, comienza a abrirse lentamente al mundo exterior. Eltsin, que fue estudiante y jugador de voleibol e hizo carrera pol¨ªtica en SverdIovsk, es punto de referencia obligado en su tierra natal, una ciudad de 1,5 millones de habitantes nacida como centro de fundici¨®n del hierro para abastecer las empresas militares de Pedro I. El rector del Instituto Polit¨¦cnico de los Urales, Stanislav Naboichenko, re cuerda que Eltsin era mejor delantero que estudiante, y bajo el cristal de la mesa del rectorado guarda un carn¨¦ de alumno del pol¨ªtico fechado en 1949. En otro despacho m¨¢s modesto, Larisa Mishustina, la directora de la contestataria y din¨¢mica revista Tribuna, tiene una foto de Eltsin colgada tras su mesa de trabajo.Una isla de libertadEl Instituto Polit¨¦cnico de los Urales es una instituci¨®n con solera y de su lista de ex alumnos muchos se sientan en el Comit¨¦ Central del PCUS. Por este centro han pasado muchos de los tecn¨®cratas del equipo de Mijail Gorbachov, comenzando por el primer ministro, Nikolai Rizhkov, que fuera director de Uralmasha, una de las mayores f¨¢bricas de maquinaria pesada del pa¨ªs.
La televisi¨®n por cable de SverdIovsk es un raro islote de libertad surgido antes de la perestroika, en 1984, cuando Yuri Andropov mandaba en Mosc¨² y Eltsin lo hac¨ªa en Sverdlovsk. Estos estudios de televisi¨®n heterodoxos han ayudado a los candidatos electorales que vencieron a los dirigentes del partido comunista local en marzo de 1989. Adem¨¢s provocan conflictos que desbordan las dimensiones municipales y albergan tertulias pol¨ªticas iconoclastas. En una de ellas estuvo el cient¨ªfico Andrei Sajarov poco antes de su muerte.Tal red televisiva, sin paralelo en la URSS, ha sido posible gracias a un programa estatal de principios de los a?os ochenta -el MZHK o Complejo Residencial Juvenil- que daba a lo j¨®venes sovi¨¦ticos la posibilidad de participar en la construcci¨®n de sus propias viviendas. El MZHK de SverdIovsk, tal vez por el dinamismo de sus fundadores, fue m¨¢s lejos que otras experiencias semejantes en el desarrollo de formas de vida comunitarias. El colectivo consta de 2.000 familias, cuyos miembros de mayor edad tienen menos de 40 a?os. Adem¨¢s de la televisi¨®n por cable tienen guarder¨ªa, parque, casa de cultura y un anfiteatro al aire libre.Cuando las autoridades locales de SverdIovsk, atrincheradas en el edificio m¨¢s alto y m¨¢s lujoso de la ciudad, comprendieron el peligro de aquella red de televisi¨®n independiente ya era demasiado tarde. Se hab¨ªa creado un espacio acotado de libertad. El censor, de haberlo mandado, hubiera tenido que bregar con un consejo de vecindad demasiado poderoso. El MZHK proteg¨ªa la televisi¨®n como un asunto interno. Pero la iniciativa no hubiera sido posible sin la labor de un grupo de j¨®venes con conocimientos de electr¨®nica adquiridos precisamente en las empresas militares donde trabajaban. Un 70%. de la producci¨®n de SverdIovsk va a la industria militar, seg¨²n calcula Evgueni Korolev, el presidente del MZHK.
"Ellos fueron quienes hicieron una instalaci¨®n de cables que hasta ahora no han conseguido en Mosc¨²", dicen nuestros anfitriones, sin querer ser muy expl¨ªcitos en los detalles. Estamos con los participantes de la tertulia pol¨ªtica, el Politklub, que se desarrolla en una salita angosta donde los invitados se apretujan en el espacio dejado libre por las c¨¢maras y los monitores. Los invitados son caras conocidas en el mundillo de los contestatarios de Sverdlovsk: el profesor de derecho VIadimir Isakov, candidato en las elecciones al Parlamento ruso del 4 de marzo; el profesor de filosof¨ªa Aleksandr Aulov, y el presentador Vladimir Popov, profesor de politolog¨ªa y sociolog¨ªa en el Instituto Pedag¨®gico. Tras el programa, de una hora de duraci¨®n, se leen los comentarios de los vecinos. Hay quien est¨¢ harto de tanta pol¨ªtica y hay quien critica a Aulov por haber empleado expresiones demasiado coloquiales en presencia de extra?os.
La televisi¨®n por cable emite diariamente, desde las 8.30 hasta pasada la medianoche, dice Aleksandr Mij, director de los estudios. "Al principio", explica, "se plante¨® como un sistema t¨¦cnico de comunicaci¨®n entre vecinos Nadie se lo tom¨® en serio, y s¨®lo cuando empez¨® a funcionar vimos que hab¨ªamos creado un medio de distracci¨®n". Los programas televisivos incluyen pel¨ªculas, noticias locales y reportajes propios, como un documental sobre los partidos pol¨ªticos del B¨¢ltico. Los primeros anuncios han comenzado a llegar: un taller de mobiliario y un aparcamiento de pago, ambos en r¨¦gimen de cooperativa.
La televisi¨®n, equipada con c¨¢maras japonesas, se inici¨® con un deficiente equipo sovi¨¦tico, comprado con un premio del MZHK. Los comienzos fueron t¨ªmidos. Se conect¨® primero un portal y luego otro, y as¨ª hasta que los cables se extendieron como tent¨¢culos a otros barrios vecinos, que hoy aportan la mayor¨ªa de los abonados.
La recepci¨®n gratuita fue sustituida por unas cuotas mensuales, porque el equipo entendi¨® que necesitaba dinero para producir los noticiarios. Tanto m¨¢s cuando los poderes locales se negaban a financiar un medio que, con los primeros calores de la glasnost, se volvi¨® resueltamente en contra suya. Hoy se cobranLa competencia del partido
En v¨ªsperas de los comicios, el hoy diputado Leonid Kudrin, que pas¨® de juez a descargador de mercanc¨ªas, apareci¨® en pantalla para defenderse de la campa?a iniciada contra ¨¦l por el aparato del partido. Kudrin barri¨® a su contrincante, un dirigente de la Academia de Ciencias de la URSS. Con estos precedentes no sorprende, pues, que, ante las pr¨®ximas elecciones, los pioneros de la televisi¨®n por cable de los Urales hayan tenido que instalar redes semejantes en otras cinco ciudades, mayoritariamente por encargo de los ¨®rganos del partido.
"En un a?o se amortiza", dice Aleksandr Mij. El colectivo de los Urales colabora con el equipo de v¨ªdeo de la revista Atmoda, el ¨®rgano del Frente Popular de Letonia. Estos contactos son un dato pol¨ªtico significativo, porque hablan de la receptividad de la intelectualidad t¨¦cnica del interior de Rusia ante las reivindicaciones del B¨¢ltico. Los proyectos van lejos. Veintisiete complejos de MZHK, desde VIadivostok a Vilnius, quieren pedir un canal por v¨ªa sat¨¦lite para uso propio. Los problemas de los vecinos son los problemas de todo el pa¨ªs.
"Los mismos procesos que se dan a nivel general tienen lugar tambi¨¦n aqu¨ª, en un microentorno. Los conflictos en los ¨®rganos de direcci¨®n del MZHK, nuestro Politbur¨®, se resuelven a veces con la tele". As¨ª se ha decidido la permanencia en su puesto de Evgueni Korolev, el presidente del MZHK, atacado por los "conservadores". Korolev es un f¨ªsico de m¨²ltiples registros, con aspecto de sabio despistado. Se le considera una de las personalidades m¨¢s brillantes y vitales del panorama pol¨ªtico-experimental de los Urales. Este hombre, que se presenta a las elecciones municipales y de distrito, es uno de los fervientes partidarios de Eltsin como candidato a la presidencia del Parlamento ruso. En la televisi¨®n por cable de SverdIovsk, Eltsin tiene asegurada su campa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.