La 'receta Dal¨ª'

EL REPARTO del legado de Dal¨ª, acordado entre el Ministerio de Cultura y el Gobierno de la Generalitat de Catalu?a, ha resuelto de manera bastante satisfactoria el pleito testamentario planteado a la muerte del pintor ampurdan¨¦s. M¨¢s que el reparto en s¨ª mismo, que es opinable, pero que ser¨¢ poco discutido (salvo en Figueres, que aspiraba con argumentos a conservar la pieza m¨¢s emblem¨¢tica del surrealismo daliniano, El gran masturbador), lo destacable es la existencia misma del acuerdo.No era f¨¢cil llegar al consenso, porque el punto de partida estaba envenenado. Los que batieron palmas por una supuesta humillaci¨®n de Catalu?a y de sus instituciones, evocaron imaginarias fuerzas de ocupaci¨®n o renegaron del genio daliniano, despu¨¦s de exaltarlo cuando se cre¨ªan sus albaceas, no tienen -exactamente igual que quienes, frente a ellos, se solazaron con la presunta marginaci¨®n de Catalu?a- m¨¢s argumentos que la prudente elocuencia del silencio. Quisieron alentaruna nueva y absurda confrontaci¨®n entre Catalu?a y el conjunto de Espa?a, entre Barcelona y Madrid, y se encuentran ahora con una demostraci¨®n ejemplar de concordia y de di¨¢logo. Muchos quisieran la extensi¨®n de la receta Dal¨ª a todos los ¨¢mbitos de las relaciones entre las autonom¨ªas y la Administraci¨®n central del Estado.

Catalu?a no ha quedado ni desheredada ni despose¨ªda, y el gran n¨²mero de obras que recibe se equilibra de alguna manera con la m¨¢s selecta calidad de las destinadas al Centro de Arte Reina Sof¨ªa, en Madrid. A un ministro que ha sabido ser respetuoso con la realidad catalana, Jorge Sempr¨²n, y a un conseller nacionalista que se ha decantado por primar el di¨¢logo sobre el enfrentamiento, Joan Guitart, hay que reconocerles el m¨¦rito de desactivar un legado de espoleta retardada.