Asalarizaci¨®n, distribuci¨®n y costes laborales unitarios
De forma casi telegr¨¢fica responder¨¦ a las principales objeciones de ?lvaro Espina (v¨¦ase EL PA?S, 17 de enero de 1990) a mi art¨ªculo del 3 de enero publicado en EL PA?S y el cual respond¨ªa a tres art¨ªculos anteriores del autor (30 de noviembre a 2 de diciembre de 1989).1. Seg¨²n ?lvaro Espina considero que el aumento de la participaci¨®n salarial entre 1970 y 1987 es "fruto, pura y simplemente, del aumento del peso de ¨¦stos sobre el empleo global".
En realidad, en mi art¨ªculo argumentaba precisamente la dificultad de una "cuantificaci¨®n concreta" del "efecto aumento de salarios" y del "efecto aumento de asalarizaci¨®n". Por tanto, en mi opini¨®n, los dos factores explican el aumento de la participaci¨®n salarial, si bien es dif¨ªcil saber en qu¨¦ proporci¨®n exacta.
2. No soy en absoluto contrario a utilizar indicadores de distribuci¨®n que no se vean afectados por la variaci¨®n en el grado de asalarizaci¨®n cuando se hacen comparaciones intertemporales. Incluso coincido en que, como primera aproximaci¨®n, el indicador de Espina es el m¨¢s adecuado para tales comparaciones, si bien debe relativizarse su significado y no considerarse m¨¢s que lo que es: una aproximaci¨®n..
Para las comparaciones internacionales mis reservas son mayores, especialmente si se utilizan datos sobre el producto interior bruto (PIB) a precios de mercado, ya que no s¨®lo es diferente el peso de las cotizaciones sociales en los diferentes pa¨ªses, sino tambi¨¦n el de los impuestos indirectos.
3. La evoluci¨®n de dicho indicador en el caso espa?ol ciertamente nos da una estimaci¨®n del comportamiento de los costes laborales unitarios en t¨¦rminos reales a nivel agregado. Si partimos de una base 100 para el a?o 1970, comprobaremos que tales costes aumentaron hasta el 103,5 para el a?o 1977: un significativo, aunque modesto, aumento del 3,5% y no un 13,6% como parecer¨ªa si no se corrigiesen las cifras.
Los asalariados
A esto se reduce, por lo que se refiere a los costes laborales, el "grado de desequilibrio que acumul¨® la econom¨ªa espa?ola durante la ¨²ltima etapa del franquismo y los inicios de la transici¨®n pol¨ªtica". Adem¨¢s, en el a?o 1984 el indicador de los costes laborales se sit¨²a ya por debajo del valor de 1977.
4. Es totalmente falso afirmar, como hace Espina, que de prolongar el gr¨¢fico de mi art¨ªculo m¨¢s all¨¢ de 1977 se llegar¨ªa a una contradicci¨®n: la de que los asalariados llegar¨ªan a absorber m¨¢s del ciento por ciento de la renta total si aumentase suficientemente el grado de asalarizaci¨®n.
No es cierto: el gr¨¢fico, que efectivamente tiene una pendiente de aproximadamente un 1,08 entre 1970 y 1977, llevar¨ªa, de prolongarse la tendencia de 1970-1977, a una participaci¨®n de los salarios del 77,4% para un grado de asalarizaci¨®n del 89% y del 89,4% si los asalariados fuesen el ciento por ciento de los ocupantes (siempre en t¨¦rminos del PIB al coste de factores: los valores ser¨ªan inferiores en t¨¦rminos del PIB a precios de mercado): ?de d¨®nde extrae Espina sus cifras?
5. Los costes laborales unitarios en t¨¦rminos reales miden aproximadamente la relaci¨®n entre las evoluciones de los salarios (incluyendo todo tipo de cotizaciones sociales) y de la productividad.
Productividad
Es, por tanto, incorrecto afirmar que la causa de su disminuci¨®n reside en el "aumento de la productividad del trabajo" ya que habr¨ªa de decirse que obedece a un aumento de los salarios reales inferior al de la productividad; en t¨¦rminos m¨¢s llanos: los aumentos del "pastel" no repercuten -o lo hacen en muy peque?a medida- en el poder adquisitivo de los asalariados.
6. Por lo que hace al plano valorativo, es alarmante que se considere la disminuci¨®n de costes laborales unitarios como "una pauta hist¨®rica de evoluci¨®n ligada al proceso de desarrollo" o incluso que dicho descenso es "el principal ¨ªndice de desarrollo econ¨®mico".
S¨®lo hace falta recordar que, en la ¨¦poca de auge del capitalismo de los a?os cincuenta y sesenta -caracterizada a veces como la "edad de oro" del capitalismo-, salarios y productividad crec¨ªan a un ritmo parecido.
En el caso espa?ol, entre 1964 y 1974 los costes laborales unitarios en t¨¦rminos reales se mantuvieron pr¨¢cticamente constantes (seg¨²n el indicador que utiliza el mismo Espina): ?es ello un indicador de ausencia de desarrollo cuando las tasas de crecimiento del producto interior bruto (PIB) eran en promedio superiores al 6%?
7. En cualquier caso celebro que la situaci¨®n distributiva no satisfaga al secretario general de Empleo ya que antes de leer el ¨²ltimo p¨¢rrafo me tem¨ªa lo peor: que dicho p¨¢rrafo se destinase a un silogismo del tipo los socialistas perseguimos el objetivo del desarrollo, la disminuci¨®n de los costes laborales unitarios es el principal ¨ªndice del desarrollo, luego toda la disminuci¨®n de costes laborales es un, avance hacia el socialismo".
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