Karen Ward (JP Morgan AM): ¡°Si Europa mantiene su regulaci¨®n medioambiental y la obsesi¨®n con el d¨¦ficit ser¨¢ dif¨ªcil competir con EE?UU y China¡±
La estratega jefe de una de las mayores gestoras de fondos del mundo cree que Trump es consciente de que gan¨® las elecciones por el descontento de los votantes con la inflaci¨®n, y por eso no ser¨¢ tan agresivo en la pr¨¢ctica con sus pol¨ªticas arancelarias, migratorias y fiscales
Hacer previsiones econ¨®micas y financieras es hoy, m¨¢s que nunca, un deporte de riesgo. Aun as¨ª, los inversores necesitan alguna hoja de ruta que les sirva para navegar en este entorno tan vol¨¢til. Y en esa b¨²squeda de br¨²julas, Karen Ward (Southampton, Reino Unido, 1980) es un referente de prestigio. Y lo es por un doble motivo. El primero es que es la estratega jefe de JP Morgan Asset Management para la regi¨®n EMEA, que comprende Europa, Oriente Pr¨®ximo y ?frica. Esta firma, filial del gigante bancario estadounidense, es una de las mayores gestoras del mundo con activos valorados (datos de septiembre pasado) en 3,5 billones de d¨®lares. Adem¨¢s, su experiencia profesional la ha llevado a conocer las dos caras del mundo financiero: ha trabajado tanto en el sector privado ¡ªantes de unirse en 2017 a JP Morgan AM fue banquera de inversi¨®n en HSBC durante una d¨¦cada¡ª como en el p¨²blico ¡ª sus comienzos fueron como analista del Banco de Inglaterra y luego fue consejera del ministro de Econom¨ªa brit¨¢nico durante el Brexit¡ª.
Ward convers¨® en exclusiva con EL PA?S a mediados de enero en la sede que el banco estadounidense tiene en el paseo de la Castellana de Madrid. Acababa de estar con clientes de la entidad para explicarles su visi¨®n del mercado. Esta licenciada en Econom¨ªa con honores por la University College London trata de ser pragm¨¢tica ante la era Trump 2.0 que acaba de comenzar. Cree que los inversores deber¨¢n mantener cierta distancia entre las brabuconadas ret¨®ricas que pueda pronunciar el nuevo presidente de EE UU y las medidas que finalmente aplique.
Pregunta. ?Qu¨¦ se puede esperar de 2025 desde el punto de vista de la inversi¨®n?
Respuesta. En l¨ªneas generales, ser¨¢ otro buen a?o. Es verdad que quiz¨¢s no sea tan bueno como 2024. Adem¨¢s, habr¨¢ m¨¢s volatilidad porque tenemos nuevo presidente en EE UU. Uno de los mensajes cuando me re¨²no con clientes es que no deben fijarse demasiado en los mensajes pol¨ªticos. La clave es prepararse para la volatilidad que se avecina sin dejarse influir por el ruido pol¨ªtico.
P. Ese consejo suena muy bien en la teor¨ªa, ?pero c¨®mo evadirse de ese ruido cuando Trump tuitee sobre cualquier cosa a cualquier hora?
R. La clave es, cuando escuchen alguna declaraci¨®n, preguntarse si realmente eso va a ocurrir. Tenemos la experiencia del primer mandato de Trump. Siempre empieza con alguna declaraci¨®n altisonante, pero luego hay que ver el detalle de las negociaciones. Los inversores har¨¢n bien en no reaccionar al titular inicial. En cierta medida, podemos contemplar esa mayor volatilidad que se avecina como una oportunidad de acceder a determinados activos a buenos precios.
P. Un inversor con un perfil de riesgo medio, ?qu¨¦ rentabilidad potencial puede esperar este a?o?
R. Ser¨¢ un ejercicio que yo llamar¨ªa de normalidad. Es decir, con rentabilidades para la Bolsa entre el 5% y el 10%.
P. ?Cu¨¢l es la distribuci¨®n de activos con la que ha empezado JP Morgan AM el a?o?
R. Creo que lo inteligente es ver d¨®nde est¨¢n las expectativas m¨¢s altas del mercado y d¨®nde las m¨¢s bajas. Por ejemplo, todo el mundo quiere tener exposici¨®n a la Bolsa estadounidense, sobre todo a su sector tecnol¨®gico, y pocos miran a la renta variable europea. A medio y largo plazo, el potencial de las tecnol¨®gicas estadounidenses sigue siendo alto, pero a corto plazo las expectativas que hay puestas sobre ellas son demasiado altas. Por lo tanto, quiz¨¢s sea un buen momento para recoger beneficios parciales en este segmento y mirar tambi¨¦n a Europa y a algunas econom¨ªas emergentes. La diversificaci¨®n siempre es una buena opci¨®n a la hora de invertir.
P. ?Cree que los beneficios empresariales seguir¨¢n dando soporte a las valoraciones de las Bolsas?
R. S¨ª, as¨ª lo creo. Si logramos aislarlos del ruido pol¨ªtico y las miradas cortoplacistas, vemos que la salud de las econom¨ªas occidentales es mucho mejor de la que hab¨ªa en la d¨¦cada posterior a la crisis financiera. Nos hemos movido hacia un crecimiento m¨¢s saludable en Occidente. En Europa hemos superado la fase del desapalancamiento y la inversi¨®n p¨²blica y privada ha vuelto. Esto es particularmente visible en Espa?a. Su pa¨ªs hizo los deberes tras la crisis de deuda soberana y ahora est¨¢ recogiendo los frutos de ese esfuerzo con un crecimiento robusto. En los pr¨®ximos dos a?os es posible ver beneficios empresariales al alza, aunque es verdad que quiz¨¢s no ofrezcan la exuberancia de los ¨²ltimos ejercicios. Por lo tanto, habr¨¢ que tener cuidado en aquellos sectores donde los m¨²ltiplos a los que cotizan las compa?¨ªas son m¨¢s altos, pero lo cierto es que hay m¨²ltiples oportunidades de inversi¨®n, particularmente en Europa.
P. Tras la pandemia, los grandes motores del mercado han sido los blue chips, es decir, las compa?¨ªas de mayor tama?o. ?Cree que ha llegado el momento de buscar opciones entre las empresas de mediana y peque?a capitalizaci¨®n?
R. S¨ª, definitivamente ha llegado ese momento en Europa. Muchas de las compa?¨ªas continentales se financian con pr¨¦stamos bancarios a corto plazo y eso las ha estado penalizando. Creo que el Banco Central Europeo (BCE) va a seguir bajando los tipos de inter¨¦s en la zona euro, adem¨¢s asumo que va a haber algunos est¨ªmulos fiscales, sobre todo en Alemania tras las elecciones. Si a eso le a?ado que mi escenario base prev¨¦ que Trump no va a ser particularmente beligerante con Europa y que habr¨¢ cierto grado de colaboraci¨®n, creo que hay potencial de revalorizaci¨®n para las compa?¨ªas medianas y peque?as.
P. ?Cree que la inflaci¨®n en EE UU es el mayor riesgo econ¨®mico y de mercado en 2025?
R. S¨ª, creo que lo es. La inflaci¨®n ha sido el catalizador para las subidas y bajadas del mercado en los ¨²ltimos cuatro a?os. El rally que vivimos en 2024 estuvo motivado por la idea de que el problema de los precios hab¨ªa quedado definitivamente atr¨¢s. Si eso no es as¨ª y la Reserva Federal se ve obligada a mantener los tipos altos durante m¨¢s tiempo, los inversores tendr¨¢n un reto por delante. Precisamente, por este riesgo pienso que Trump no ser¨¢ excesivamente agresivo con los aranceles, la inmigraci¨®n o con las pol¨ªticas fiscales. Hay un riesgo real de que la inflaci¨®n se vuelva a disparar en EE UU. El presidente se ha rodeado de gente bastante inteligente en el ¨¢rea econ¨®mica, como el secretario del Tesoro, Scott Bessent. Seguramente este c¨ªrculo de asesores le insista en que no despierte de nuevo a la inflaci¨®n. Adem¨¢s, Trump es consciente de que una parte importante de su victoria electoral se la debi¨® al descontento de la poblaci¨®n por el descontrol de los precios. Querr¨¢ llegar a las elecciones de medio mandato con altos niveles de apoyo, y para ello sabe lo que tiene que hacer.
P. Si la inflaci¨®n es el mayor riesgo para EE UU, en Europa lo es el bajo crecimiento. Los dos motores de la zona euro, Francia y Alemania, tienen serios problemas. ?C¨®mo debe gestionar un inversor esta situaci¨®n?
R. Los problemas de Francia y Alemania tienen ra¨ªces diferentes. En el norte de Europa, la principal debilidad tiene que ver con la industria, con la manufactura. La demanda global no es que haya sido especialmente boyante tras la pandemia, pero es que adem¨¢s Europa tiene serios problemas para competir con China. El sector de la automoci¨®n es clave para Alemania y vemos c¨®mo la diferencia de precio entre un coche el¨¦ctrico chino y uno alem¨¢n es abismal.
P. ?Qu¨¦ deber¨ªa hacer la Uni¨®n Europea para volver a ser competitiva?
R. Quiz¨¢s en Europa hayamos pecado de hacer las cosas demasiado bien. Nos hemos tomado muy en serio que hay que salvar el planeta y para ello hemos aprobado abundante regulaci¨®n que nos acerque a un modelo de emisiones netas cero. Tambi¨¦n hemos sido muy sensibles con las generaciones futuras: para no sobrecargarlas de impuestos, la Comisi¨®n Europea ha vigilado muy de cerca los d¨¦ficits excesivos. El problema llega cuando nuestros competidores no son alumnos tan aplicados en estos campos. Europa est¨¢ en un cruce de caminos y debe decir qu¨¦ ruta quiere tomar. Si optamos por mantener la regulaci¨®n medioambiental y la obsesi¨®n por el equilibrio presupuestario, sobre todo en Alemania, ser¨¢ dif¨ªcil competir con China y EE UU.
P. ?Cree que eso puede cambiar?
R. Dentro de la propia Comisi¨®n ya se han empezado a o¨ªr algunas voces, que si Am¨¦rica es lo primero para los estadounidenses Europa lo debe ser para los europeos. Todo el peso de la lucha contra el cambio clim¨¢tico no puede recaer sobre nuestros hombros. Adem¨¢s, debemos buscar un equilibrio desde el punto de vista de las pol¨ªticas presupuestarias para poder competir. En este contexto, apuesto porque la econom¨ªa europea encontrar¨¢ m¨¢s apoyo pol¨ªtico, tanto desde el punto de vista regulatorio como fiscal. En Alemania, por ejemplo, cuando pasen las elecciones es probable ver que se levante la mano para la inversi¨®n productiva. Tambi¨¦n deber¨ªan contribuir a acelerar el crecimiento de la zona euro las bajadas de los tipos de inter¨¦s. EE UU sufri¨® menos que Europa con los tipos altos porque su endeudamiento es a plazos mayores. Por eso es tan importante para Europa el apoyo de la pol¨ªtica monetaria.
P. Hablando de bancos centrales, los inversores han entrado en una nueva era donde el precio del dinero est¨¢ ahora m¨¢s bajo en Europa que en EE UU. ?Qu¨¦ implicaciones tiene esa situaci¨®n?
R. Donde primero hemos observado el impacto de ese diferencial es en el mercado de divisas. El d¨®lar se ha fortalecido y Wall Street lo ha hecho mejor que la Bolsa europea. Sin embargo, creo que en los pr¨®ximos tres a?os veremos una aceleraci¨®n del crecimiento en la zona euro y tasas m¨¢s moderadas en EE UU. Eso provocar¨¢ que parte del capital que se ha marchado de Europa vuelva, beneficiando con ello a la cotizaci¨®n del euro.
P. Hablemos de la renta fija. En estos momentos, ?prefiere la deuda soberana o los bonos corporativos?
R. Me gustan ambos activos. Los bonos corporativos me gustan porque nuestra convicci¨®n es que la tensi¨®n actual se va a ir moderando, Trump no har¨¢ cosas muy disruptivas y eso permitir¨¢ a la econom¨ªa global seguir la senda de crecimiento. En este contexto, la deuda high yield, con rentabilidades del 6%, es atractiva. Al mismo tiempo, ese escenario central no est¨¢ exento de riesgos, por lo que tambi¨¦n es bueno tener cierta exposici¨®n a la deuda p¨²blica que ofrece diversificaci¨®n, protege frente a la volatilidad geopol¨ªtica y ofrece en determinados segmentos buenos rendimientos.
P. ?No teme que los problemas de Francia puedan arrastrar a Europa a una nueva crisis de deuda soberana?
R. No creo que volvamos a la ¨¦poca del quantitative easing ni a los tipos cero, por lo que el mercado de bonos est¨¢ cumpliendo su labor de polic¨ªa de las pol¨ªticas fiscales. Eso explica la evoluci¨®n de la prima de riesgo francesa. El problema de la crisis de deuda soberana fue que nos dimos cuenta de que tener una uni¨®n monetaria sin ning¨²n tipo de uni¨®n fiscal no funcionaba. Sin embargo, ahora nos encaminamos hacia ese objetivo. Tenemos una arquitectura financiera mucho m¨¢s s¨®lida. Por eso repetir la situaci¨®n de 2012 no est¨¢ en mi lista de previsiones. Dicho esto, no envidio para nada a los pol¨ªticos. Por un lado, los gobernantes tienen a un electorado que no quiere austeridad, por otro, el mercado de bonos quiere algo totalmente diferente. Por lo tanto, los pol¨ªticos deber¨¢n elegir entre dar satisfacci¨®n a sus votantes o contener la prima de riesgo. Esa es la realidad a la que nos enfrentamos en el mercado de deuda p¨²blica.
Atentos al a?o de la serpiente
EE UU o, mejor dicho, Donald Trump acapara todos los focos mediáticos desde su aplastante vitoria electoral en noviembre pasado. Sin embargo, los gestores de fondos y los analistas siguen también muy de cerca todo lo que ocurre en la otra superpotencia. China lleva años sufriendo una desaceleración de su crecimiento. Sin ir más lejos, las previsiones que publicaba hace unos días el propio Fondo Monetario Internacional certificaban ese lento declive. Los economistas del organismo auguran que China creció solo un 4,8% en 2024, y pronostican un avance del PIB del 4,6% y del 4,5% en 2025 y 2026, respectivamente.
A pesar de este sombrío panorama, Karen Ward se muestra relativamente optimista sobre el desempeño de China en 2025, un ejercicio que acaba de comenzar según su calendario bajo el símbolo de la serpiente. “China tiene que asumir que su modelo de crecimiento basado en las exportaciones no es lo que quiere el resto del mundo. Ni EE UU ni Europa están por la labor de importar productos chinos a precios bajos. Por lo tanto, el Gobierno chino tiene que reparar su economía doméstica”, señala la estratega jefe de JP Morgan AM. “Los estímulos aprobados durante 2024 tuvieron unos efectos un tanto decepcionantes y han resultado ser insuficientes. Pero no me sorprendería que Pekín estuviera guardándose una carta mayor con la que jugar este año. Ellos saben que se enfrentan a un escenario de grandes titulares comerciales con Trump y sería inteligente en medio de esa polémica anunciar un megaplan de estímulos para contrarrestar las amenazas arancelarias de EE UU”, añade.
Ward es consciente de los desequilibrios del modelo chino, pero también destaca las herramientas que tienen para corregirlos: “Es verdad que tienen que arreglar su mercado inmobiliario porque la riqueza de las familias está ligada en gran medida al valor de los pisos y, si estos caen, el consumo interno se resiente. Y creo que en una economía tan dirigida con la China pueden hacerlo con la ayuda del Banco Central”, concluye la experta de la gestora estadounidense.
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