Toreo cl¨¢sico en Villaviciosa de Od¨®n
El toreo cl¨¢sico se puede hacer en Ronda, en Sevilla, en el Foro, pero tambi¨¦n lo interpretan bueno en Villaviciosa de Od¨®n, que es pueblo de Madrid, seg¨²n se sale por la carretera de Extremadura, a la derecha. La afici¨®n madrile?a no lo hab¨ªa advertido, y eso que el pueblo le cae cerca. La afici¨®n madrile?a -aquella que acudi¨® ayer a Valdemorillo- lo advirti¨® cuando sali¨® a la palestra un villaviciosano (de Od¨®n) que por llamarse Francisco le apodan Paquillo y se puso a dar naturales.No es que diera muchos -no pudo- pues el novillo era de bronco car¨¢cter y nada m¨¢s ca¨ªa en la cuenta de que le estaban dando naturales se pon¨ªa furioso, rebufaba, tiraba derrotes. A cualquiera le ocurrir¨ªa lo mismo, en su caso. Pero, en cambio, dio los justos Paquillo y fueron suficientes para que la afici¨®n pudiera ver, medir, gustar, el toreo al natural en su versi¨®n m¨¢s pura. Es decir que Paquillo adelantaba la franelilla, prend¨ªa al burel en sus vuelos, le cambiaba el viaje mediante la nada f¨¢cil t¨¦cnica de cargar la suerte, embarcaba con templanza, vaciaba... ?Calla, coraz¨®n!, suspiraban los aficionados madrile?os en hermandad con los valdemorillanos presentes, y se sent¨ªan ampliamente reconfortados.
Zaballos / Seis novilleros
Novillos de Miguel Zaballos, muy desiguales de presentaci¨®n y juego. El Javi: pinchazo y bajonazo descarado que asoma (silencio). Ignacio Mart¨ªn: estocada atravesada que asoma, perdiendo la muleta, y descabello (palmas). Mariano Jim¨¦nez: estocada corta ca¨ªda (vuelta por su cuenta). Antonio Vaamonde: estocada a un tiempo y seis descabellos; la presidencia le perdon¨® un aviso (silencio). Juan Carlos Neila: estocada corta tendida exageradamente trasera y dos descabellos (vuelta). Paquillo: estocada trasera y descabello (oreja). Plaza de Valdemorillo, 6 de febrero. Tercer festejo de feria.
Tres naturales, tres, bastaron para subir la temperatura, que estaba fresquita en general, y g¨¦lida en particular cuando a ratos ven¨ªan de la sierra nevada traidoras r¨¢fagas de viento. Tambi¨¦n hab¨ªa sido g¨¦lida a lo largo de la tarde la temperatura del ruedo, porque la llama del arte no acababa de prender. Casi siempre, por culpa del ganado. El ganado sacaba genio y ese era problema excesivamente ¨¢rduo para la l¨®gica inexperiencia de los novilleros. S¨®lo el primer novillo se hizo de miel, mas rodaba continuamente por la arena, y un fuenlabradense que por llamarse Javier le apodan El Javi no pudo explayar sus finos apuntes de toreo caro.
Un madrile?o que pese a llamarse Ignacio Mart¨ªn no le apodan el Nacho (y eso que lo tiene f¨¢cil) di¨® muchos derechazos, menos naturales, sufri¨® un volteret¨®n, tras el percance consigui¨® sus mejores pases, y en recursos y ademanes se le adivin¨® cierto acampuzanado estilo. A un cenizo que por llamarse Mariano Jim¨¦nez le dicen Marian¨ªn, le correspondi¨® mal g¨¦nero, novillo brusco y duro un pel¨ªn resabiado, y como no hay mal que por bien no venga, le vali¨® para demostrar su valor y su t¨¦cnica. El hijo de Cenicientos asum¨ªa su responsabilidad, se colocaba frente por frente al novillaco avieso d¨¢ndole la distancia adecuada, le obligaba a embestir, a humillar, y si tanto mando y consentimiento acab¨® cost¨¢ndole un batacazo, no le import¨® en absoluto pues dej¨® constancia de su verg¨¹enza torera.
Madrile?o como Ignacio e igual que ¨¦l sin apodo, Antonio Vaamonde mulete¨® pundonoroso otro novillo complicado. El argande?o Juan Carlos Neila, lo mismo, y seguramente no acab¨® de lucir seg¨²n merec¨ªa por acelerar su tarea, contrariando aquel importante precepto conexo a los c¨¢nones de la tauromaquia que consiste en torear despacio.
De cualquier forma todos los jovenc¨ªsimos espadas eran de la comarca, todos intentaban el toreo cl¨¢sico, todos ten¨ªan vocaci¨®n torera y si el arte prendi¨® esta vez en Villaviciosa de Od¨®n (carretera de Extremadura adelante, tu¨¦rzase a la mano de cobrar), ser¨¢ porque all¨ª hay madera. Lo cual no quiere decir que carezcan de ella en otros pagos; antes al contrario. Se comprobar¨¢ en la pr¨®xima.
Babelia
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