Una gran obra de Luciano Berio
La generaci¨®n musical italiana nacida en la d¨¦cada de los a?os veinte su entrega, hacia los cincuenta, a la profunda tarea de renovar la m¨²sica de su pa¨ªs. Lo hace, como era hist¨®ricamente l¨®gico, a partir de la escuela de Viena y sus consecuencias, alguna de las cuales ten¨ªan nombre italiano como Luigi dalla Piccola y Goffredo Petrassi. Pronto se pudo hablar de una v¨ªa italiana de vanguardia especificada en las personalidades de Bruno Maderna, Luigi Nono, Luciano Berio, Branco Evangelisti, Franco Donatoni y Sylvano Bussoti.Entre este amplio grupo de creadores hay notables diferencias y basta contraponer la personalidad y la obra de Nono con la de Berio para entenderlas. En lo humano y en lo art¨ªstico Maderna y Berio formaron d¨²o y junto a Nono crearon en 1955 el Estudio de Fonolog¨ªa de la RAI de Mil¨¢n, con lo que abrieron en su pa¨ªs la posibilidad de experimentar en el campo de la electroac¨²stica.
Festival Italia-Espa?a
Musicus Concentus y Coro de ni?os del Grupo Musical de Londres. Soprano: Esti Kenan. Director: Luciano Berio. Auditorio Nacional. Madrid, 16 de febrero.
Hoy, en plena madurez, Luciano Berio ha recorrido y perfeccionado gran parte de los caminos propuestos y permanece, desde su agudizada receptividad latina, atento a todos los mensajes y a lo que m¨¢s le importa: comunicarse con los otros sin ceder un ¨¢pice de sus posiciones que, por otra parte, alcanzan un espacio est¨¦tico-hist¨®rico, hacia el pasado, el presente y el futuro que no parece tener l¨ªmites. En los a?os cincuenta, cuando los conciertos de Alea o, despu¨¦s, cuando el estreno de la sinfon¨ªa, en 1976, por Odon Alonso y la Sinf¨®nica de RTVE, nuestro p¨²blico mostraba un inter¨¦s por lo nuevo que actualmente parece un tanto adormecido. Inter¨¦s que pod¨ªa convertirse, con raz¨®n, en triunfo grande. Todav¨ªa, la visita de Berio en octubre de 1981 para dirigir a la RTVE los Folk-songs (1973), Calmo, en homenaje a Bruno Maderna (1974) y el Concierto para dos pianos, del a?o anterior, estuvo rodeada de calor multitudinario. ?Por qu¨¦ ahora el Auditorio estuvo lejos del lleno, cuando Berio vuelve con una de sus m¨¢s bellas partituras bajo el brazo? No lo entiendo bien, pero me preocupa.
Como si hubiera querido explicar algunos principios de su lenguaje, Berio antecedi¨® la cantanta Ofanin, de 1988, de cuatro Secuencias que forman parte de una serie determinante de muchas obras escritas por otros autores para instrumentos a solo. Y en Ofanin, para doble coro y orquesta, solista vocal y utilizaci¨®n de amplificadores distribuidos en la sala, conmovi¨® a todos los asistentes, no desde la espectacularidad y riqueza de contrastes sonoros sino antes, desde una sustancialidad dram¨¢tica en la que se enfrentan la po¨¦tica visionaria de Ezequiel y la sensual del Cantar de los cantares.
La t¨¦cnica transformatoria caracter¨ªstica de Berio discurre en Ofanin por todos los cauces y para su realizaci¨®n el compositor se ha servido de los medios a su disposici¨®n en el Intituto Tempo Reale de Florencia. Cantada en hebreo, la pieza, despu¨¦s de un curso sorpresivo y alternante -el valor puramente sonoro contra la mel¨®dica expresiva todo se repliega en la voz de la solista que pone fin a la obra con una secuencia impresionante, punto final de un amplio homenaje a todos los holocaustos de nuestro siglo y en la que Esti Kenan hizo maravillas de exactitud y potencia expresiva. Ofanin fue un ¨¦xito en este programa un poco aparte, pero lo ser¨ªa en un concierto habitual. A fin de cuentas lo que importa en m¨²sica es el valor de las obras y no su tendencia.
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