Haraui pide garant¨ªas para intervenir en el conflicto intercristiano liban¨¦s
"Est¨¢ ardiendo medio Beirut". As¨ª de gr¨¢ficamente describen estos d¨ªas los habitantes del sector occidental de la capital libanesa, de mayor¨ªa musulmana, el infierno que: viven sus convecinos desde que estallaran los combates intercristianos, al otro lado de la l¨ªnea verde que divide la ciudad. Poco importa que fuera nadie sea capaz de entender el sentido de esta en¨¦sima guerra libanesa. "Nosotros tampoco", asegura sin una brizna de esperanza un diplom¨¢tico cristiano destinado en El Cairo.[El fot¨®grafo liban¨¦s Jalil Delni, de 31 a?os, result¨® muerto ayer a consecuencia de un disparo en el pecho cuando realizaba su trabajo en la l¨ªnea de demarcaci¨®n entre los barrios cristiano y chi¨ª de Beirut. Deini, que trabajaba para la agencia Reuter, es el segundo fot¨®grafo de prensa que muere en Beirut desde que comenzaron los enfrentamientos interecristianos, informa Reuter].
En realidad no es s¨®lo medio Beirut el que est¨¢ en llamas, sino 1.000 kil¨®metros cuadrados de suelo liban¨¦s, en los que vive un tercio de la poblaci¨®n del pa¨ªs. Se trata del llamado enclave cristiano, una porci¨®n de terreno en el que el maronismo pol¨ªtico se ha ido haciendo fuerte a lo largo de 15 a?os de guerra civil.All¨ª, en ese aprendiz de M¨®naco pasado por el gusto ¨¢rabe, se han ido apartando del curso de la evoluci¨®n pol¨ªtica y social de su pa¨ªs gran parte de las cabezas pensantes de L¨ªbano, fascinadas por los oropeles de una falsa europeidad que les hac¨ªa sentirse m¨¢s cerca de Par¨ªs que de Damasco y despreciar las demandas de sus hermanos shi¨ªes, pasto en su pobreza del populismo isl¨¢mico m¨¢s exaltado.
All¨ª se han centrado tambi¨¦n todas las iras y las envidias de los otros libaneses, que les achacaban una vida regalada y tranquila cuando ellos sufr¨ªan en sus calles el imperio de las milicias, que s¨®lo la llegada siria logr¨® acallar.
Para el t¨®pico, los libaneses del Este eran ricos, fr¨ªvolos y afrancesados. Los del Oeste, mendicantes, intelectuales y ¨¢rabes. Como la mayor¨ªa de los t¨®picos ¨¦ste fue siempre terriblemente falso e injusto.
Para empezar, se calcula que hay m¨¢s cristianos libaneses fuera que dentro del llamado pa¨ªs cristiano (en el norte, en la Bekaa, en la emigraci¨®n). Adem¨¢s, muchos musulmanes ricos cruzaban cada fin de semana las fronteras interiores para disfrutar del supuesto lujo y comodidades del otro sector.
Hoy, el presidente de L¨ªbano, El¨ªas Haraui, cristiano maronita por exigencias del gui¨®n que rige los destinos de la patria, duda en lo m¨¢s hondo de su ser sobre la conveniencia o no de una intervenci¨®n que someta a esa facci¨®n irredenta. Siria ha puesto a su disposici¨®n toda la log¨ªstica de su Ej¨¦rcito, que cuenta con unos 35.000 hombres desplegados en todo el pa¨ªs, pero Francia, el Vaticano y la prudencia, le aconsejan que espere para extender su precaria autoridad.
Con la insumisi¨®n de Michel Aoun -quien se niega a aceptar los acuerdos de Taif que han llevado a Haraui a la jefatura del Estado y sigue ocupando el palacio presidencial de Baabda-, la elecci¨®n parece f¨¢cil.
Pero alinearse al lado de la milicia de Samir Geagea, las Fuerzas Libanesas (FL), ser¨ªa un desdoro para un hombre que se ha esforzado por ganar la legitimaci¨®n Internacional. Las FL no son, al fin y al cabo, m¨¢s que un poderoso Ej¨¦rcito privado, de cuya lealtad se desconfia.
En esas circunstancias, Haraui, "un hombre que nunca hubiera so?ado con la presidencia de no haber sido por Taif", a decir de un compatriota suyo, no tiene m¨¢s alternativa que esperar. Ninguno de los numerosos altos el fuego apadrinados por unos u otros han logrado hacer mella por m¨¢s de unas breves horas en los dos contendientes.
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