Linea continua
LA REELECCI?N por un nuevo per¨ªodo de tres a?os del cardenal Suqu¨ªa como presidente de la Conferencia Episcopal indica el asentamiento de la l¨ªnea conservadora en la c¨²pula de la Iglesia cat¨®lica espa?ola. Un conservadurismo que no ha sido obst¨¢culo para el mantenimiento de un clima de normalidad y di¨¢logo entre la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica y el poder pol¨ªtico. Ese clima, que permite plantear eventuales discrepancias en t¨¦rminos no dram¨¢ticos, constituye a su vez un reflejo de la maduraci¨®n de la sociedad espa?ola tras casi tres lustros de democracia.La Iglesia cat¨®lica, en efecto, es hoy en Espa?a una fuerza social de signo m¨¢s bien conservador, como lo son otras muchas instituciones y corporaciones privadas influyentes en la plural sociedad espa?ola actual, sin que de esa influencia se deriven, como en el pasado, riesgos de desestabilizaci¨®n social o de confrontaci¨®n traum¨¢tica. Los pronunciamientos del episcopado son recibidos por la sociedad espa?ola entre un conjunto de heterog¨¦neos mensajes. En funci¨®n de ello, los ciudadanos -incluidos los cat¨®licos- los consideran, en general, dignos de ser tenidos en cuenta, pero sin tomarlos por infalibles. Su mayor o menor identificaci¨®n con esos pronunciamientos depender¨¢ de factores m¨¢s complejos.
En su discurso ante el pleno de los obispos, Suqu¨ªa evit¨® toda cr¨ªtica directa al Gobierno. Sus referencias a una eventual ampliaci¨®n legal de los supuestos del aborto y a ciertos aspectos de la reforma de las ense?anzas medias pueden considerarse obligadas. Se dirigen a una clientela espec¨ªfica, respetable en sus convicciones, pero que en manera alguna representa al conjunto de la sociedad. Las referencias al aborto se sit¨²an en el plano doctrinal, sin que se aprecie, como hace a?os, una voluntad de interferencia en competencias legislativas que no corresponden a los obispos. Y si todo el problema planteado por la proyectada ley de educaci¨®n se refiere a la ense?anza de la asignatura de religi¨®n en la escuela p¨²blica, puede decirse que la discrepancia es m¨¢s bien m¨ªnima.
Esta moderaci¨®n, reflejada tambi¨¦n en la prudencia ante algunas cuestiones pol¨ªticas de gran actuafidad, parece indicar que el episcopado est¨¢ globalmente satisfecho con el estado actual de las relaciones Iglesia-Estado, especialmente tras los acuerdos sobre subvenciones a los colegios religiosos y el aplazamiento de hecho del cumplimiento de los compromisos sobre autofinanciaci¨®n de la Iglesia; pero refleja, sobre todo, la paulatina aceptaci¨®n por parte de la jerarqu¨ªa de su papel como una, entre varias, fuerzas sociales con incidencia en la opini¨®n p¨²blica.
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