Dinosaurios en la niebla
El Pabell¨®n del Real Madrid se llen¨® hasta la bandera para ver a los ¨²ltimos dinosaurios del rock sinf¨®nico. Los antiguos componentes del grupo Yes reciclados para la grabaci¨®n de un ¨¢lbum y una gira, despu¨¦s de unas experiencia individuales poco afortunadas, aterrizaron en Madrid. Una niebla de humo y sudor se form¨® lenta pero inexorablemente en el interior del abarrotado recinto, lo que ayud¨® a crear una ambientaci¨®n pantanosa y l¨²gubre; unas condiciones insalubres de temperatura y humedad, a la altura de las oscuras circunstancias que rodean a la banda que pisaba el escenario.Despu¨¦s de un intento fallido, debido a la enfermedad de uno de sus miembros, la columna vertebral del legendario grupo Yes visitaba Madrid, una vez sustituido este nombre por los apellidos Anderson, Brudford, Wakeman y Howe. Solo falt¨® el bajista Chris Squire, due?o de los derechos legales del nombre del grupo, para completar la formaci¨®n m¨¢s recordada de esta banda.
Anderson, Brafford, Wakenian and Howe
Jon Anderson (voz solista), Rlck Wakeinan (teclados), Steve Howe (guitarras), Bill Brudford (bater¨ªa), Tony Levine (bajo), Milton McDonald (guitarra) y Julian Colbeck (teclados). Pabell¨®n de Deportes del Real Madrid. Madrid, 23 de febrero.
Todos superan los 40 a?os, y todos est¨¢n en el mismo barco desde hace 20, navegando por unas aguas tan tranquilas que en ocasiones rozan el aburrimiento.
El escenario tambi¨¦n recordaba viejos paisajes. La bater¨ªa reposa en una enorme tarima, y los teclados se esconden tras un muro similar a un panel solar. Guitarras y bajos permanecen desnudos.
El concierto comienza con la aparici¨®n en solitario de cada uno de los cuatro antiguos miembros de Yes, interpretando largos solos a modo de premonici¨®n. Despu¨¦s, ya con la banda al completo, se sucedieron las viejas canciones, mezcladas an¨¢rquica,mente con temas incluidos en su ¨²ltimo elep¨¦, titulado Long lost brother of mine.
Monoton¨ªa
El sonido fue aceptable, con la potencia necesaria para llegar a m¨¢s de 5.000 personas, pero tal vez insuficientemente n¨ªtido para las caracter¨ªsticas de un grupo sinf¨®nico. Las luces tampoco desentonaron con el resto del espect¨¢culo, basado en su totalidad en una d¨¦cada musical ya olvidada.
La monoton¨ªa r¨ªtmica y algunas alternativas mel¨®dicas de comedido riesgo, sin una sola variaci¨®n desde hace m¨¢s de 15 a?os, marcaron una noche en la que destacaron las individualidades: Steve Howe es un guitarrista magn¨ªfico, siendo la versatilidad su gran virtud. Mientras, sus tres compa?eros cumplieron sin excesivos brillos, lo que facilit¨® el lucimiento de un gran bajista llamado Tony Levine.
El resto se perdi¨® entre la bruma, ocultos tras la niebla de una historia que, en el mundo de la m¨²sica rock, jam¨¢s perdona el paso del tiempo.
Babelia
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