Entre el derecho constitucional y las bander¨ªas religiosas
En Estados Unidos es muy corriente que los pol¨ªticos acepten invitaciones por parte de los consejos parroquiales para exponer sus puntos de vista en las respectivas parroquias.Los choques entre la jerarqu¨ªa y los pol¨ªticos no son exclusivos del Estado de Nueva Hork. El pasado noviembre, el obispo de San Diego, Leo Maher, neg¨® la comuni¨®n a una candidata a la Asamblea del Estado de California, Lucy Killea, de religi¨®n cat¨®lica, por incluir en su programa el derecho de la mujer a abortar. El resultado de la decisi¨®n del obispo: Killea, que no ten¨ªa ninguna esperanza de ser elegida, obtuvo el esca?o por abrumadora mayor¨ªa.
En el caso de Cuomo sucede que, como cat¨®lico, no aprueba el aborto, pero como gobernador de uno de los Estados m¨¢s liberales de la Uni¨®n no tiene m¨¢s remedio que defender las constituciones estatal y federal, que defienden el derecho de una mujer a interrumpir el embarazo.
La posici¨®n de los obispos cat¨®licos, que han endurecido recientemente su posici¨®n, en un intento de evitar que la bandera antiabortista les sea arrebatada por la Iglesia evang¨¦lica, plantea no s¨®lo un tema social y religioso, sino otro pol¨ªtico de primera magnitud para los pol¨ªticos cat¨®licos norteamericanos: ?a qui¨¦n debe lealtad en primer lugar un pol¨ªtico cat¨®lico, a su Iglesia o a la Constituci¨®n de Estados Unidos?
Fue precisamente esa duda en la mente de los ciudadanos la que persigui¨® durante toda su campa?a presidencial a John Fitzgerald Kennedy, el primer cat¨®lico elegido presidente de Estados Unidos, aunque s¨®lo por menos de 100.000 votos de diferencia frente a Richard Nixon, en 1960.
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