Las prisas del poder
El articulista expone su perplejidad ante las prisas exhibidas por el Consejo de Universidades para la evaluaci¨®n de la actividad investigadora de los profesores, al tiempo que critica los aspectos oscuros del procedimiento puesto en marcha.
En los anales de nuestra legislaci¨®n resulta dif¨ªcil encontrar antecedentes al ritmo vertiginoso con que se ha implantado en las ¨²ltimas semanas la normativa sobre evaluaci¨®n de la actividad investigadora de los profesores universitarios. El plazo para presentar por los interesados -en sentido estricto, ya que hay aumento de retribuci¨®n en juego- las solicitudes de evaluaci¨®n, se cierra el 28 de febrero. Pues bien, tras una prolongada discusi¨®n en el Consejo de Universidades del pasado d¨ªa 20, el ¨²ltimo t¨¦lex ministerial, aclaratorio sobre el significado de la norma y las formas de su aplicaci¨®n, fue emitido todav¨ªa el 22 de febrero por la Secretar¨ªa de Estado de Universidades, y llegar¨¢ a los funcionarios de la ense?anza universitaria el lunes d¨ªa 26, dos d¨ªas antes del cierre de plazo. La compleja orden ministerial reguladora del tema vio la luz en el Bolet¨ªn Oficial del Estado del d¨ªa 6 y se distribuy¨® por las universidades en los d¨ªas centrales del mes de febrero.La primera cuesti¨®n que surge ante cualquier observador es el porqu¨¦ de tanto apresuramiento. Los historiadores sabemos que el reloj dista de ser un instrumento neutro a la hora de regular los procedimientos. Otro tanto ocurre con el calendario. Desde los tiempos franquistas, las medidas que pudieran haber sido objeto de oposici¨®n por los colectivos afectados tienden a regularse mediante disposiciones publicadas durante el verano. As¨ª sucedi¨® con el propio real decreto sobre R¨¦gimen Retributivo del Profesorado Universitario, promulgado el 28 de agosto ¨²ltimo. Las prisas actuales pueden responder a una motivaci¨®n similar: por no sufrir un da?o irreparable en los intereses de cada cual habr¨¢ que atender al requerimiento ministerial de presentarse a la evaluaci¨®n, a galope tendido y sin saber muy bien c¨®mo, antes de ese control cerrado a las doce de la noche del 28 de febrero (aunque ahora mismo se ofrezcan unos d¨ªas m¨¢s para completar documentaci¨®n). Toda respuesta colectiva o sectorial queda de este modo soslayada en nombre del s¨¢lvese quien pueda. Los que encuentren oscuras las cosas, y bien oscuras est¨¢n, corren el riesgo de no ser evaluados y, por consiguiente, de verse sin el plus de investigaci¨®n. Los ejemplos del pasado cantan.
Sin embargo resulta dif¨ªcil explicar esa prisa desde una perspectiva estrictamente cient¨ªfica. No es cosa simple la implantaci¨®n de un nexo entre actividad investigadora y retribuci¨®n, m¨¢s aun cuando en este caso puede verse envuelta la valoraci¨®n de la actividad investigadora correspondiente a toda la carrera profesional de un universitario. Y los antecedentes sobre el funcionamiento de la comisi¨®n asesora en la asignaci¨®n de becas a proyectos de investigaci¨®n distan de ofrecer un panorama tranquilizante.
Pr¨¢ctica secreta
Los receptores de ayudas est¨¢n satisfechos quiz¨¢ en buena proporci¨®n, pero en los rechazados y rebajados domina la impresi¨®n de que el secreto en la calificaci¨®n de los proyectos, as¨ª como la continuidad en centros de decisi¨®n de las mismas personas durante a?os, han asegurado cualquier cosa menos un comportamiento objetivo: eso s¨ª, siempre con arreglo a la ley; lo esencial, como en la censura de los Estados absolutistas del Antiguo R¨¦gimen, es a qui¨¦n se encomienda la valoraci¨®n secreta (y no susceptible de recurso) del proyecto. Dime qui¨¦n te valora y te dir¨¦ qu¨¦ te da. No es un precedente que haga ver con optimismo la pr¨®xima etapa evaluadora, de entidad muy superior.
Porque en este caso no entra en juego s¨®lo una diferenciaci¨®n salarial, lo que de por s¨ª es ya importante, y debiera sugerir unos mecanismos de control algo m¨¢s rigurosos que unas comisiones de asesores de designaci¨®n y actuaci¨®n secretas. Para empezar habr¨ªa que saber c¨®mo el ministerio ha llegado a fijar su comisi¨®n de sabios y por qu¨¦ caminos ¨¦sta (con o sin el concurso de aqu¨¦l) ha conformado las ejecutivas de los inevitables asesores. El poder en la democracia ha de surgir de abajo arriba y no a la inversa, y sobre todo debe establecer mecanismos de control y recurso p¨²blicos, en este caso inexistentes. Porque el resultado de la actuaci¨®n de esos comit¨¦s de jueces / asesores es m¨¢s grave de lo que parece. Se trata de una aut¨¦ntica clasificaci¨®n de la colectividad docente, aunque, c¨®mo no, se garantice el secreto, la norma de la casa, a los suspendidos ("la Comisi¨®n Nacional comunicar¨¢ a cada solicitante, mediante notificaci¨®n personal y directa el resultado positivo o negativo de su evaluaci¨®n en cada uno de los tramos solicitados; finalizado el proceso de evaluaci¨®n ¨²nicamente se publicar¨¢ la identidad del profesorado que haya obtenido evaluaci¨®n positiva..."). Pero, obviamente, tras este procedimiento, resulta inevitable que surja una divisoria, por ejemplo, entre titulares de cara a concursos, o entre otras categor¨ªas en el campo estricto de la estimaci¨®n p¨²blica, seg¨²n hayan sido aprobados o suspendidos en esta alocada evaluaci¨®n voluntaria. De ah¨ª el mensaje subliminal de toda la orden: si no quieres ser rechazado, no te ofrezcas como blanco de evaluaci¨®n. La absurda divisi¨®n temporal de la trayectoria investigadora por tramos de seis a?os (?...?), que cada uno puede ofrecer a examen, en vez de la valoraci¨®n global, responde a ese mismo factor de riesgo.
Todo es posible
L¨®gicamente, los criterios tampoco son claros. De nuevo partimos de la noche, donde todo es posible. Se valorar¨¢n las investigaciones, no s¨®lo por su calidad, sino por "la creatividad, la originalidad, la aportaci¨®n al conocimiento y la capacidad de estimulaci¨®n en el entorno pr¨®ximo o lejano" (sic). Bellas palabras, cient¨ªficamente vac¨ªas, pero que sin duda favorecen la discrecionafidad en el acto de evaluar. Lo mismo que la tierra de nadie entre la valoraci¨®n positiva y la negativa con criterios complementarios (perd¨®n, b¨¢sicos complementarios, B2) tan evanescentes como "informes, estudios o dict¨¢menes por encargo", ¨²tiles quiz¨¢ para favorecer a los evaluadores ya utilizados desde el Ministerio, ya que se les sit¨²a por encima de los premios a la labor investigadora o a la pertenencia a comit¨¦s de publicaciones cient¨ªficas. Sobre todo es estupenda la posibilidad de no alcanzar la evaluaci¨®n positiva con una valoraci¨®n superior al 50% por falta de criterios complementarios aceptados. La persona del evaluador (no controlado) deviene as¨ª el aut¨¦ntico protagonista del proceso.
Y para cerrar el c¨ªrculo, la clasificaci¨®n de campos cient¨ªficos a que se adecuar¨¢n las comisiones. La de Ciencias Sociales es una magn¨ªfica muestra de la racionalidad que inspira todo el procedimiento: al lado de Antropolog¨ªa, Ciencia Pol¨ªtica o Historia del Pensamiento encontramos Educaci¨®n F¨ªsica y Deportiva, Expresi¨®n Corporal y Did¨¢ctica de la Expresi¨®n Pl¨¢stica. No dejar¨¢ de ser humillante para un polit¨®logo o un historiador verse suspendido en la estimaci¨®n de su trayectoria investigadora con la firma al pie de un experto en gimnasia. Y rec¨ªprocamente. Aqu¨ª s¨®lo cabe la pregunta: ?desde qu¨¦ supuestos cabe elaborar un campo cient¨ªfico como el citado? Claro que as¨ª la comisi¨®n ser¨¢ una suma de asesores individuales, responsable cada uno de sus cosas y respetuoso con lo que no entiende. Al final de la tecnocracia habremos redescubierto el feudalismo. ?No val¨ªa la pena abordar problemas tan serios con un esp¨ªritu pluralista y democr¨¢tico y un rigor algo superiores?
es catedr¨¢tico de Historia del Pensamiento Pol¨ªtico y Social en la universidad Complutense.
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