Huelga subterr¨¢nea

MADRID ES una ciudad que cuenta con casi cuatro millones de habitantes. De ellos, cerca de 1,5 millones utilizan diariamente el metro para dirigirse a sus actividades, especialmente a primera hora de la ma?ana y a media tarde. Ese servicio es atendido por 6. 100 empleados, de los que aproximadamente un millar son conductores. Los intereses de esos trabajadores son defendidos por un comit¨¦ de empresa de 33 miembros, de los que cuatro pertenecen a la CNT, y el resto, a otras centrales. Pues bien, una huelga de conductores convocada en solitario por la central anarquista paraliz¨® ayer el metro de Madrid entre las 6.30 y las 8.30 y entre las cinco y las siete de la tarde, afectando directamente a no menos de medio mill¨®n de usuarios, e indirectamente, a otros muchos que se vieron atrapados en los embotellamientos producidos por el aumento de veh¨ªculos privados en circulaci¨®n.La desproporci¨®n es demasiado evidente como para no plantearse algunas preguntas. Por ejemplo: ?c¨®mo es posible que las centrales mayoritarias, opuestas a la huelga, se vean desbordadas de esa manera por una minor¨ªa? ?Qui¨¦n trata de exacerbar a la opini¨®n p¨²blica -ayer, una concentraci¨®n de airados usuarios cort¨® el tr¨¢fico en el centro de la capital- a favor de una legislaci¨®n restrictiva del derecho de huelga? ?Para qu¨¦ sirven unos servicios m¨ªnimos que se sabe por adelantado que no ser¨¢n respetados?