La conversi¨®n de Bettino Craxi
El l¨ªder del PSI propone la unidad de las fuerzas socialistas
JUAN ARIAS ENVIADO ESPECIAL, Bettino Craxi, secretario general del Partido Socialista Italiano (PSI), de quien el ministro para el Medio Ambiente, el intelectual Giorgio Ruffolo, ha dicho que es un pol¨ªtico con "la intuici¨®n de lo inmediato", ha experimentado una metamorfosis. De enemigo ac¨¦rrimo, como era hasta hace s¨®lo unos d¨ªas, del proyecto de refundaci¨®n del Partido Comunista Italiano (PCI) presentado por el l¨ªder comunista Achille Occhetto en el 192 congreso extraordinario de Bolonia, iniciado ayer, ha pasado a darle su santa bendici¨®n horas antes de que comenzase la reuni¨®n, e incluso a proponer la unidad de las fuerzas socialistas.
El cambio de actitud de Craxi ha sido llamado "la conversi¨®n de Bettino", y se a?ade que el milagro lo ha hecho "san Sandro Pertini" (por el recientemente fallecido ex presidente de la Rep¨²blica).En efecto, despu¨¦s de que el anciano cascarrabias, como era llamado Pertini, pidiera en su testamento que nadie, excepto el presidente de la Rep¨²blica, en nombre de todos los italianos", ni siquiera el secretario de su partido, pudiera verlo muerto, y de que no quisiera funerales oficiales, Craxi reuni¨® a la direcci¨®n socialista para hacer una confesi¨®n importante. Les dijo que Pertini antes de morir (?cu¨¢ndo?) le hab¨ªa pedido acabar con las peleas con los comunistas para preparar la "unidad socialista". Y a?adi¨® Craxi: "No ser¨ªa honrado si no os hiciera esta confesi¨®n".
A partir de ese momento, el l¨ªder socialista, que hab¨ªa sido hasta entonces el m¨¢s ac¨¦rrimo enemigo de la idea de refundaci¨®n del partido comunista lanzada por Occhetto, de quien hab¨ªa dicho que "es libre de ahorcarse con su propia soga", calificando de "b¨²lgaros" a los poscomunistas occhettianos y de estar construyendo un partido "peor" del que se propon¨ªan "destruir", ha cambiado. Desde la desaparici¨®n de Pertini no ha hecho m¨¢s que cubrir de elogios la operaci¨®n puesta en marcha por los comunistas italianos.
Tras haber anunciado su presencia en el congreso, que se abri¨® ayer tarde, quiso -por primera vez en la historia del PSI ante un congreso del PCI- reunir a la direcci¨®n del partido y presentarle para su aprobaci¨®n algo m¨¢s que un saludo a los congresistas comunistas.
Fue un documento de 16 folios, en el que les ruega que no consideren "como chatarra" la propuesta de "unidad socialista", sino que ¨¦sta deber¨ªa ser . respetuosa con las diferencias y las tradiciones de cada uno [socialistas y comunistas], sin ambig¨¹edades y a cara descubierta".
Craxi en realidad no ha querido conformarse con ser un hu¨¦sped m¨¢s del congreso, sino que pretende ser protagonista de un acontecimiento que ha arrastrado a 1.000 observadores y a 700 periodistas de todo el mundo. Desea, con toda probabilidad, obligar al congreso a poner sobre el tapete, como objeto de m¨¢xima importancia, las relaciones entre el PCI y el PSI.
Reacci¨®n t¨¢ctica
Para los comunistas, esta conversi¨®n de Craxi, que ha obligado a Occhetto a retocar en la noche del martes su discurso paxa responder al l¨ªder socialista, ha sido como una confirmaci¨®n de que, al final, el secretario del PSI ha tenido que apearse de su burro y de sus prejuicios, aceptando que, acabe como acabe, este 192 congreso del mayor partido comunista de Occidente cambiar¨¢ el escenario pol¨ªtico italiano, sin contar el influjo que podr¨¢ tener en la evoluci¨¦n de la izquierda europea.
Los comentaristas subrayan adem¨¢s que, con su gesto de convertido, Craxi ha reaccionado de "forma t¨¢ctica" a un "estado de necesidad", y se ha liberado al mismo tiempo de la acusaci¨®n que empezaba a hac¨¦rsele en su propio partido de haber escayolado a los socialistas con su abrazo de inmovilismo con Giulio Andreotti (primer ministro, democristiano) y Arnaldo Forlani (secretario general de la DC), y que se prepara as¨ª para competir a la escalada al Quirinal (sede de la presidencia de la Rep¨²blica), imposible de lograr sin el consenso de los comunistas.
Al mismo tiempo se piensa que Craxi no ha querido dejar que se pierda el efecto Pertini, ni que se adue?en de su figura los comunistas, con Occhetto como nuevo Penini, ya que el anciano luchador fue siempre un socialista, "rebelde", pero "siempre socialista", un pol¨ªtico capaz de "hacer pol¨ªtica con los nervios". Hay quien hasta ha llegado a hablar de un pertinismo craxiano.
Por el momento, el secretario democristiano, Arnaldo Forlani, que se ve de alg¨²n modo abandonado de repente por Craxi, con la flema que le caracteriza, ha respondido con filosof¨ªa que Italia es un pa¨ªs democr¨¢tico y que siempre ha existido la posibilidad de una alternativa de izquierdas, pero que los electores "que contin¨²an votando a la Democracia Cristiana nunca lo han permitido". Ha mandado as¨ª un mensaje a los electores frente a las pr¨®ximas elecciones administrativas de mayo. Es ¨¦ste: "Quien no quiera la unidad de la izquierda, por favor, que nos siga votando".
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