La dimensi¨®n moral de la crisis
Creo que el nivel de insatisfacci¨®n de la izquierda social y pol¨ªtica espa?ola es enestos d¨ªas bastante alto. Tanto la referencia m¨¢s concreta, la acci¨®n de Gobierno, como la m¨¢s especulativa, la formaci¨®n de un nuevo espacio pol¨ªtico internacional, han alterado no s¨®lo viejas evidencias, sino las m¨¢s recientes previsiones.
No cabe duda -luego me referir¨¦ a ello- que los interrogantes internacionales abiertos han adquirido una notable trascendencia, pero deseo indicar desde el principio que el dise?o de un espacio exterior no nos exime, antes al contrario, de responsabilidad a la hora de conformar un marco estatal progresista.
Conviene hablar de la responsabilidad de cada cual, ya que en ocasiones parece que s¨®lo unos cuantos estamos obligados a ejercerla. A?adir¨¦ que IU est¨¢ dispuesta a asumir cualquiera, ya sea en el orden pol¨ªtico, social o institucional, siempre y cuando se entienda que responsabilidad es, en primer lugar, respetar escrupulosamente el compromiso establecido con electores y electoras.
Los resultados electorales de Izquierda Unida, que en su mitad proceden del PSOE, indican claramente que nuestros votantes est¨¢n de acuerdo en una acci¨®n de izquierda que no sea un ap¨¦ndice subalterno del Gobierno. Cierto que la autonom¨ªa de un proyecto pol¨ªtico no implica encontrar la identidad propia en el rechazo a lo ajeno, sino un contraste de programas con voluntad de convenir una acci¨®n pol¨ªtica. El Grupo Parlamentario de IU ha iniciado la presentaci¨®n de una serie de propuestas de marcado car¨¢cter progresista en torno a cuyo rechazo o aceptaci¨®n el Gobierno puede expresar la orientaci¨®n de su gesti¨®n.
?Pero es ¨¦ste el modelo de responsabilidad que propone el PSOE? Radicalmente, no. Me pregunto qu¨¦ opinar¨ªa nuestro electorado si nos corresponsabiliz¨¢ramos con la misma gesti¨®n que en la legislatura precedente -hasta ahora no se ha propuesto otra cosa-, a cambio de un cargo en esta o aquella instituci¨®n, de unos miles de millones del Fondo de Compensaci¨®n para tal o cual comunidad aut¨®noma o de una solidaridad en la falta de transparencia. Rasgos todos ellos de un modelo bastante clientelar sobre el que Felipe Gonz¨¢lez est¨¢ tejiendo una sorprendente red para sostener su estabilidad.
Felipe Gonz¨¢lez es el primer responsable a la hora de definir una pol¨ªtica de Gobierno que, en mi opini¨®n, y muy especialmente tras los resultados electorales, debiera reunir las siguientes caracter¨ªsticas: reconocer la autonom¨ªa de las fuerzas pol¨ªticas y que, en consecuencia, el ¨ªndice de temas a tratar no corresponde a iniciativa exclusiva de la Moncloa; articular un modelo de transparencia, tras la evidente crisis del que se practica, y, por ¨²ltimo, abordar las medidas de izquierda reiteradamente aplazadas.
Me sorprende que tantos ep¨ªgonos del PSOE que nos animan a remediar la soledad de Gonz¨¢lez no hayan reparado en que la forma de gobierno constituye un rasgo definitorio de una pol¨ªtica de izquierdas, porque si no se ejerce del modo indicado contribuye a la desmovilizaci¨®n y la desarticulaci¨®n pol¨ªtica y cultural de los sectores de progreso de la sociedad.
Cualquier hombre o mujer de izquierdas sabe, salvo que dedique sus esfuerzos a estrategias de laboratorio -que siempre han concluido en derrota-, que esta desmovilizaci¨®n, que esta desarticulaci¨®n es el mejor modo de facilitar el progreso de la derecha. Gonz¨¢lez puede convertirse en el primer responsable del progreso hipot¨¦tico del Partido Popular si al tiempo que enreda a las fuerzas de centro y la derecha nacionalista en sus prop¨®sitos genera la idea de ineficacia a la hora de resolver los problemas sociales o rompe cualquier distinci¨®n entre formas y contenidos de gobierno de izquierda o de derechas.
Los mismos que nos proponen como toda contribuci¨®n renovadora a la izquierda nuestra conversi¨®n en corriente testimonial del PSOE han olvidado un peque?o detalle, responsabilidad de Gonz¨¢lez, de la situaci¨®n pol¨ªtica: la p¨¦rdida de la dimensi¨®n moral de la acci¨®n de gobierno.
La opini¨®n p¨²blica es consciente del conocimiento que Gonz¨¢lez y Guerra ten¨ªan de actividades que se conocen como tr¨¢fico de influencias y que llevaron al vicepresidente a presentar, seg¨²n parece, su dimisi¨®n. La ruptura moral que su tolerancia supone se traduce en una responsabilidad pol¨ªtica que puede hipotecar la acci¨®n del Gobierno, bien por el necesario recurso a otras fuerzas pol¨ªticas, bien por la crisis que parece abrirse en el partido que lo sostiene.
Evidentes rasgos de crisis en el interior del PSOE parecen deducirse de los datos que aportan los medios de comunicaci¨®n. No tenemos en IU la menor voluntad de intervenci¨®n en esos procesos. Pero, en cualquier caso, ser¨ªa una irresponsabilidad no analizar las dificultades en el partido que sostiene al Gobierno.
Desde mi punto de vista, la crisis se produce tanto por los elementos apuntados -forma de gobierno, dimensi¨®n moral- como por la actitud de la direcci¨®n socialista, que encubre una pr¨¢ctica pol¨ªtica moderada con la tradicional receta socialdem¨®crata del Programa 2000.
Los resultados electorales obligaron a la direcci¨®n del PSOE a abandonar las investigaciones liberal-sociales comenzadas para encajar nuevamente en los documentos la ecuaci¨®n de distribuci¨®n y cogesti¨®n, que, si no se introducen reformas estructurales, no puede afrontar los cambios culturales, econ¨®micos y pol¨ªticos de la ¨²ltima d¨¦cada.
En cualquier caso, el drama no es s¨®lo la separaci¨®n entre teor¨ªa y pr¨¢ctica, que ya es bastante, sino que muchos socialistas creen -y yo comparto su opini¨®n- que el problema de la izquierda, al final de siglo, es lisa y llanamente atreverse a gobernar con un programa de transformaci¨®n, abandonando el pragmatismo, que no es sino un pensamiento d¨¦bil, que esconde una adaptaci¨®n pasiva a la modernizaci¨®n en curso y cierta sumisi¨®n al discurso econ¨®mico y social de los poderes econ¨®micos y financieros.
Para prestar una primera y a¨²n insuficiente atenci¨®n a las cuestiones sociales ha hecho falta que IU aumentara en un mill¨®n los votos recibidos el 29-O. Me complace comprobar la eficacia de mi informaci¨®n pol¨ªtica, pero me interrogo por el significado del apoyo de Gonz¨¢lez a la pol¨ªtica de ajuste de Solchaga ante una nueva fase de negociaciones con los sindicatos que tienen que ver con la orientaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica y donde puede producirse un encuentro entre el PSOE y la derecha, por ejemplo en el tema de la huelga.
Si la obligaci¨®n de la izquierda es gobernar con un programa que trate de superar las desigualdades y los fen¨®menos de dominaci¨®n inherentes a la econom¨ªa de mercado, y que como la historia no ha concluido, parece que los socialistas espa?oles no est¨¢n en condiciones de asumir colectivamente este reto, debido al bloqueo de su
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c¨²pula dirigente. Nuestra colaboraci¨®n org¨¢nica ser¨ªa una cesi¨®n tan prematura como in¨²til.
El progreso de la derecha no proceder¨ªa, en este caso, de esa invenci¨®n est¨²pida de la catarsis a la espa?ola, sino de la convergencia de los socialistas con la versi¨®n liberal de la econom¨ªa de mercado y la desarticulaci¨®n de la izquierda real de este pa¨ªs.
La autonom¨ªa de proyectos pol¨ªticos y programas sobre los que confluir son los mecanismos de renovaci¨®n de la acci¨®n pol¨ªtica que la izquierda debe poner en marcha. Parece evidente que los cambios en curso han abierto la posibilidad de articular una extensa ¨¢rea democr¨¢tica europea que no ser¨¢ una realidad de valores socialistas si la izquierda no asume la responsabilidad de arrebatar a las fuerzas del mercado (econ¨®micas y pol¨ªticas) la hegemon¨ªa del proceso.
Para tal objetivo es necesario refundar las culturas transformadoras sobre una base program¨¢tica, radicalmente democr¨¢tica, que agregue en una nueva s¨ªntesis no s¨®lo a socialistas y comunistas, sino a muchas culturas cr¨ªticas que ofrecen respuestas que la izquierda tradicional, marxista o no, no aborda en los terrenos del deterioro ecol¨®gico, el sexismo o la dependencia econ¨®mica, por ejemplo.
Para ello no basta afirmar una adhesi¨®n fervorosa a la Uni¨®n Pol¨ªtica Europea o limitarse al dise?o de una fuerza de gobierno que sin programa o excluyendo la pluralidad s¨®lo ser¨ªa un formato totalizador y excluyente que no superar¨ªa las formas tradicionales de hacer pol¨ªtica.
Este programa debe considerar la seguridad europea desde la perspectiva de la inutilidad de las alianzas militares, de la b¨²squeda de una seguridad compartida basada en principios pol¨ªticos y en la cooperaci¨®n y, muy especialmente, desde la solidaridad. Uno tiene la impresi¨®n de que la construcci¨®n europea puede consentirse en un pacto del Norte que profundice la dependencia econ¨®mica y deje (por ejemplo, a Latinoam¨¦rica ante la dram¨¢tica opci¨®n de liberalismo salvaje o narcotr¨¢fico) al Tercer Mundo a merced de las actuales relaciones de dependencia.
Programa, tambi¨¦n, para la econom¨ªa social ante el riesgo evidente de un mercado ¨²nico que provoque exclusiones sociales que no puede corregir el actual dise?o de carta social o articule un desarrollo europeo desigual (si el mercado ¨²nico se convierte en un ¨¢rea econ¨®mica del marco alem¨¢n).
Resolver la crisis interior -de estabilidad, de la dimensi¨®n moral, de su relaci¨®n con la sociedad- y abordar un nuevo programa exterior es la responsabilidad de Gonz¨¢lez. Izquierda Unida cumplir¨¢ la suya, que no es otra que mantener el compromiso con sus electores y su enraizamiento en la izquierda social y pol¨ªtica espa?ola.
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