Aldridge, un goleador carn¨ªvoro
"Aldo, ya puedes aplicarte, que vamos a fichar a Rush". "Tranquilo, mister; adem¨¢s, Rush ya no rnarca". La conversaci¨®n se produc¨ªa en el campo de entrenamiento de la Real Sociedad, en Zubieta, entre Marco Antonio Boronat y el irland¨¦s John Aldridge al regreso de ¨¦ste de Liverpool tras un permiso vacacional. Aldridge se prepar¨® esos d¨ªas con sus ex compa?eros en Anfield Road y, a buen seguro, los red comprobaron la segunda juventud de quien fuera la r¨¦plica nariguda del gal¨¦s lan Rush. Boronat y la Real pueden respirar tranquilos. En el trayecto de Liverpool a San Sebasti¨¢n, Aldridge no perdi¨® su olfato de gol y el duelo de atentar contra la tradici¨®n escuece menos con el pan de los goles. Aldridge ha alargado hasta la porter¨ªa contraria la l¨ªnea recta de la experiencia que Boronat traza desde la defensa (G¨®rriz y Gajate) pasando por el centro del campo (Larra?aga). A ambos costados, una insultante juventud que hace algunas semanas fue objeto de una est¨¦ril pol¨¦mica entre la Real y el Athl¨¦tic de Bilbao por la propiedad m¨¢xima del divino tesoro.Boronat mantiene el proyecto Toshack con brit¨¢nica devoci¨®n, aunque insertando trazos de su evolucionada personalidad: fr¨ªo y calculador, como f¨²tbolista; arriesgado y apasionado, como entrenador. Ahora ultima su obra escudri?ando fichajes por Europa y bien pudiera provenir de Anfield Road el compa?ero de Aldridge, fracasados los acercamientos a Molier (en el Eintracht de Francfort) o a Gilhaus (en el Aberdeen).
Sin embargo, este proyecto de altos vuelos tiene el suelo de cristal. A pesar del salto presupuestarlo (950 millones de pesetas), de trocar el d¨¦ficit en super¨¢vit, de tener en marcha el nuevo estadio de Anoeta, la Real padece los rigores de la cantera. El ¨¦xito tiene dos caras opuestas. El esfuerzo realizado para la contrataci¨®n de Aldridge repercute negativamente en la renovaci¨®n de los j¨®venes valores. La paciencia hist¨®rica necesaria en un equipo de cantera para obtener buenas cosechas se torna en v¨¦rtigo por rentabilizarlas antes de que maduren en el huerto del vecino. Gonz¨¢lez ratifica la tradici¨®n de los porteros donostiarras; Lasa, a sus 18 a?os, es un jugador vers¨¢til de inusitado descaro sobre el terreno; Villabona tiene el trazo de la elegancia metido en su juego; Igoa tiene en Aldridge un maestro al que debe perseguir hasta el cuarto de ba?o si es preciso.
Aldridge es un jugador carn¨ªvoro que cuenta sus goles por chuletas desde que un carnicero guipuzcoano decidiera regalarle una por cada gol marcado. El acendrado gusto por la cocina vasca del que hace gala ha agudizado su esp¨ªritu depredador. A Zubizarreta le ha rebanado este a?o seis veces. Hoy se acercar¨¢ por vez primera al mostrador de Buyo.
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