Solana
Consu¨¦late, oh Solana, pensando que otro ha heredado tu condici¨®n de pimpampum predilecto de la oposici¨®n pol¨ªtica y que te has ido al paro, de momento, con la conciencia del deber casi cumplido: el PSOE casi conserva la mayor¨ªa absoluta y el boxeo casi ha desaparecido de Espa?a. Observar¨¢s desde ahora c¨®mo a tu alrededor se pacifican los esp¨ªritus; incluso te elogian la sonrisa, en el pasado tan denostada, y hasta a?oran tus tiempos de poder como ahora se a?oran los tiempos de Pilar Mir¨®. En este pa¨ªs se ama poco y se a?ora mucho. Aqu¨ª se mata mucho para poder a?orar mucho.Contempla, oh Solana, con cari?o a este muchacho valenciano, que se llama Jordi para desesperaci¨®n de ?lvarez Cascos, empe?ado el hombre en que Lluch se llame Emesto y Garc¨ªa Candau, Jorge, como Dios manda. Se le dar¨¢n a Garc¨ªa Candau 100 d¨ªas de tregua, quiz¨¢ uno m¨¢s, uno menos; en cualquier caso, la tregua durar¨¢ hasta las estribaciones de las elecciones de Andaluc¨ªa, si es que antes no incurre en el error de comprarse media docena de calzoncillos braga en Loewe a cuenta de los Presupuestos Generales del Estado. A ti podr¨¢n acusarte de sonre¨ªr sin venir a cuento, sobre todo en un pa¨ªs malhumorado, pero no de comprarte la ropa interior o exterior a cargo del patrimonio presupuestario de todos los espa?oles. Ver¨¢s como tus virtudes se reconocen si es que est¨¢s realmente muerto, en el sentido pol¨ªtico, estrictamente pol¨ªtico, de la defunci¨®n.
Pero si renaces de tus cenizas cual ave f¨¦nix, oh Solana, y se te nombra embajador, o consejero delegado de esto o aquello, o experto en sonrisas de las hermanas Koplowitz, volver¨¢n a caer sobre ti los dardos de la inquina. S¨®lo conseguir¨¢s el reconocimiento general si te retiras a los aposentos de tu memoria y de vez en cuando sales de contertulio en alg¨²n programa de Hermida como I has been perfecto. Entonces se humedecer¨¢n los ojos de Espa?a y ser¨¢ general el comentario: en el fondo era un caballero.
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