El viajero imaginativo
El mayor espect¨¢culo del mundo: una inteligencia en acci¨®n. Luis de Pablo acaba de ofrec¨¦rnoslo en su segunda ¨®pera, El viajero indiscreto, sobre argumento de Vicente Molina Foix. Cuando todav¨ªa no hab¨ªa escrito ninguna ¨®pera, Luis de Pablo y, yo hablamos muchas veces de esa posibilidad anunciada en sus primeros latidos en una p¨¢gina sobre Gottfried Benn, Ein wort (1965), que se precis¨® m¨¢s concretamente en Protocolo y continu¨® en Por diversos motivos (1969), Masque, Berceuse, Very gentle y S¨®lo un paso: entre 1969 y 1974 hizo recorridos particularizados en los diversos acercamientos a los poetas (Diego, Machado, Aleixandre y tantos otros), que se integrar¨ªan en 1986 en su Tarde de poetas; llev¨® a cabo el feliz gui?o de Pocket zarzuela (1979). As¨ª, entre M¨®dulos e Imaginaciones, retratos imaginados y viajes a la memoria y a la geograf¨ªa, el lenguaje y el pensamiento musical que lo determina fue precis¨¢ndose en forma de m¨®viles, prosodias, elephans ivres, cesuras y caligraf¨ªas hasta dar, entre 1979 y 1982, con Kiu, la primera ¨®pera propiamente dicha del compositor vasco, aceptada con aplauso por un p¨²blico nada dado a especialismos y en la que el propio De Pablo confecciona su libreto sobre la base de El cero transparente, de Alfonso Vallejo. Hubo antes un proyecto, no llevado a cabo, con Arrabal, pero quiz¨¢ la ra¨ªz de El viajero indiscreto que acabamos de conocer est¨¢ en We, una obra electroac¨²stica (1970) que alberga muchas cosas que, a mi modo de ver, tienen no poca relaci¨®n con largas secuencias de su ¨®pera sobre argumento nuevo de Vicente Molina Foix.
El viajero indiscreto
De V. Molina Foix y, L. de Pablo. Int¨¦rpretes,. Manuel Cid (Viajero), tenor; Enriqueta Tarr¨¦s (Madre), soprano; Victoria Vergara (Dona), mezzo: Sharon Cooper (Luna), soprano; Teresa Verdera (Aerol Ito), soprano; Luis ?lvarez (Lacayo), Santiago Geric¨® (Mayordomo), T. Wilson y Juan P. Garc¨ªa Marqu¨¦s (Robot andr¨®gino). Director musical: Jos¨¦ Ram¨®n Encinar. Teatro de la Zarzuela, Madrid, 12 de marzo.
Entre Kiu y El viajero ?as concomitancias son tan evidentes como las diferencias. Para comenzar con las segundas, existe la distancia que va desde lo dram¨¢tico a lo fant¨¢stico, desde una realidad tratada a su modo hasta lo imaginativo. No es, seg¨²n el consabido enunciado, que "la m¨²sica llega a donde no llegan las palabras", sino que nos dice un discurso negado a las palabras a trav¨¦s de una lengua sin sem¨¢ntica que, en la ¨®pera, toma la prestada por el poeta / escritor, que ambas dimensiones alcanza el texto de Molina. Es concomitancia entre El viajero y Kiu el tratamiento orquestal, rara vez totalizado y constantemente individualizado, diversificado, atento al qu¨¦ y al c¨®mo de cada situaci¨®n, cada reflejo, cada manojo ideol¨®gico y pros¨®dico. Y es punto de contacto un continuo cantar de los personajes en una continuidad cimbreante entre la mel¨®dica, el virtuosismo y el recitativo. Por m¨¢s que las estructuras se apoyen sobre formas precisas, aunque nunca cerradas, toda la obra de Luis de Pablo, de una u otra manera, es abierta tanto por su flexibilidad cuanto por su escasa sujeci¨®n a convenciones.
Duraci¨®n
Hay en El viajero... un tempo que nos atrae y que acaso no se corresponde enteramente con la duraci¨®n. En este sentido, por una vez, me atrever¨ªa a sugerir, que no a aconsejar, cosa pedante, una revisi¨®n tendente a reducir las proporciones. No ser¨ªa cosa nueva en la historia de la ¨®pera, pues los autores de El viajero... saben muy bien que esta operaci¨®n fue llevada a cabo por grand¨ªsimos predecesores suyos, y hasta existen obras maestras que nos han llegado envueltas en la duda de su forma -y dimensiones- definitivas.
Con mayor condensaci¨®n obtendr¨ªamos una depuraci¨®n del estilo que ¨²nicamente se alcanza por el camino de la renuncia. Cuando las estructuras del lenguaje han mudado tanto en su misma organicidad como sucede en la obra de Luis de Pablo-Molina, puede resultar peligrosa la pr¨¢ctica de duraciones propias de mensajes y estructuras radicalmente distintas.
El viajero indiscreto, en sus incursiones por el tiempo, simbolizadas por la permanencia de la Madre, el pret¨¦rito de Do?a o el futurismo de Luna, su casa-laboratorio y su Robot andr¨®gino, se resuelve en la sustantividad del mismo viaje. El protagonista nos lo dice en su intervenci¨®n final: "S¨®lo soy un viajero. Y tengo una misi¨®n: escuchar voces nuevas, tocar lo que hace da?o, probar gustos prohibidos". Que entre la expresi¨®n art¨ªstica de este Viajero indiscreto figure, parad¨®jicamente, la discreci¨®n no es sino una de tantas contradicciones propias de la creaci¨®n musical a las que Luis de Pablo ha viajado: los viejos modos musicales, como el gregoriano, los paisajes imaginarios o las descubiertas t¨¦cnico-est¨¦ticas.
Pueden estar contentos los autores de la versi¨®n dirigida por Sim¨®n Su¨¢rez, que tiene la virtud de a?adir a la fidelidad puntos de vista particulares, como director y como escen¨®grafo, contando con la colaboraci¨®n de un figurinista plenamente integrado como Pedro Moreno y una coreograf¨ªa, de Carmen Senra, eficaz en su misma ambig¨¹edad. Jos¨¦ Ram¨®n Encinar, que se llev¨® los mejores aplausos, tuvo a su cargo la dificil misi¨®n de poner a punto de evidencia, en su conjunto y en sus mil matices, la partitura depabliana. Y los cantantes-actores actuaron con exce lencia. Digno de resaltar por la dificultad y amplitud de su papel el Viajero, eje presente en casi toda la pieza, para el que Manuel Cid encontr¨® las mejores posibilidades tanto en el dominio t¨¦cnico como en el ideol¨®gico. No menos excelentes las protagonistas femeninas -Enriqueta Tarr¨¦s, Victoria Vergara, Sharon Cooper- y lucid¨ªsima en su aerol¨ªtica misi¨®n Teresa Verdera, en tanto Timothy Wilson y Juan Pedro Garc¨ªa Marqu¨¦s dieron vida peculiar al Robot andr¨®gino, y el siempre loable Luis ?lvarez a?adi¨® el contraste de su persona&, el Lacayo, y Santiago Geric¨® hizo muy bien el Mayordomo.
Jornada importante
Estrenar ante el p¨²blico regular del abono, interferido por otro menos dado a divismos donizzettianos, era peliagudo. Esa cuesti¨®n se resolvi¨® de manera pac¨ªfica por la huida de muchos oper¨ªfilos tradicionales en el intermedio y el aplauso, con alguna leve protesta para Su¨¢rez, de los interesados por las expresiones art¨ªstico-culturales de nuestro tiempo. Una jornada importante y una renovada exhibici¨®n de la inteligencia de Luis de Pablo.
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