Falsificaciones e historia
El pasado d¨ªa 28 de febrero aparec¨ªa en este diario una entrevista realizada con Julio Caro Baroja, con motivo de unas conferencias por ¨¦l impartidas en relaci¨®n al terna gen¨¦rico de las falsificaciones de la historia.Ese mismo d¨ªa, una redactora de este diario solicit¨® telef¨®nicamente mi opini¨®n en relaci¨®n a tales declaraciones. En mi respuesta indicaba mi sustancial acuerdo con las afirmaciones de Caro Baroja, al mismo tiempo que hac¨ªa hincapi¨¦ en mi profundo desacuerdo con el tratamiento otorgado a las mismas por parte de EL PA?S, particular mente en lo referente al titular de la noticia, en la que textualmente dec¨ªa: Los nacionalismos vasco y catal¨¢n se fundamentan en textos de segundo orden.
En efecto, el tratamiento de la noticia por parte del peri¨®dico me parec¨ªa un ejemplo perfecto de falsificaci¨®n hist¨®rica. Caro Baroja afirma, efectivamente, que los nacionalismos catal¨¢n y vasco arrancan de textos de segundo orden, pero tambi¨¦n indica a continuaci¨®n que "en Espa?a hay una cantidad enorme de textos en los que se presenta a los protestantes, a los herejes y a los enemigos de la monarqu¨ªa con un car¨¢cter de follet¨ªn malo".
Indiqu¨¦ expresamente a la redactora que era imprescindible que se hiciese constar tanto mi acuerdo como mi desacuerdo, a fin de reflejar fielmente el significado de mi opini¨®n, opini¨®n que por otra parte, me hab¨ªa sido so licitada expresamente.
Tal como me lo tem¨ªa, mis advertencias han ca¨ªdo en saco roto. "El catedr¨¢tico Gurutz J¨¢uregui, especialista en teor¨ªa pol¨ªtica de los nacionalismos -recoge el peri¨®dico con fecha 1 de marzo-, no muestra objeci¨®n alguna a los planteamientos de Caro Baroja". Punto. La cuesti¨®n no es balad¨ª, pues afecta adem¨¢s de a la ¨¦tica period¨ªstica, a un problema sustancial de nuestra sociedad como es la siempre conflictiva cuesti¨®n del engarce de Euskadi y Catalu?a en el seno del Estado espa?ol.
He dedicado la mayor parte de mi actividad investigadora a estudiar con atenci¨®n el problema de los nacionalismos en general, y del nacionalismo vasco en particular. Nunca me han dolido prendas para criticar con crudeza las contradicciones latentes en la sociedad, y de modo particular en el nacionalismo vasco. Creo que mi aportaci¨®n, junto a la de otros muchos investigadores, ha permitido la consolidaci¨®n de una historiograf¨ªa cr¨ªtica, y que gracias a ello el nacionalismo vasco, al menos el nacionalismo moderado, muestra signos de evoluci¨®n cada vez m¨¢s alentadores.
A la vista de las actitudes surgidas en el seno de un importante sector de la sociedad espa?ola -Prensa, pol¨ªticos, intelectuales, etc¨¦tera-, con motivo del desgraciado debate sobre el derecho de autodeterminaci¨®n, parece llegado el momento de comenzar a poner los cimientos de una historiograf¨ªa cr¨ªtica del nacionalismo espa?ol. Las p¨¢ginas de EL PA?S podr¨ªan constituir un buen material de investigaci¨®n para aquellos que deseen encontrar ejemplos de tal nacionalismo.-
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