Socialismo y futuro
NO ES casual que haya tenido lugar ayer en Madrid una reuni¨®n de figuras socialistas europeas de particular relieve. En, ella han tomado parte, al lado de Felipe Gonz¨¢lez, Alfonso Guerra, Michel Rocard, primer ministro de Francia, y Claudio Martelli, el segundo de Bettino Craxi en el Partido Socialista Italiano y vicepresidente del Gobierno de Andreotti. Particular significaci¨®n reviste la presencia del secretario general del Partido Comunista Italiano, Achille Occhetto, en su primer viaje despu¨¦s de su victoria en el congreso de Bolonia, en el que el PCI decidi¨® transformarse en una nueva organizaci¨®n de izquierda y adherirse a la Internacional Socialista. Si el motivo concreto del encuentro era el lanzamiento de una nueva revista sobre El Futuro del Socialismo, el momento pol¨ªtico que vive Europa explica que los l¨ªderes de las fuerzas de izquierda tengan hoy particular inter¨¦s en hacer una demostraci¨®n de unidad.Hasta hace poco, los partidos socialistas consideraban con optimismo la perspectiva de un triunfo de sus ideas en la RDA, lo que hubiese anunciado una hegemon¨ªa socialdem¨®crata en el proceso tan delicado -y decisivo- de la unidad alemana. Unido al auge laborista en el Reino Unido, hubieran tenido razones de satisfacci¨®n. Pero la amplitud de la victoria de la derecha en la RDA ha cambiado el panorama. Indica que, con el hundimiento de los sistemas del socialismo real, es probable que se produzca en el Este un movimiento pendular hacia opciones pol¨ªticas alejadas de cuanto suene a socialismo. Si ello ocurriese en Europa oriental, las fuerzas de izquierda de Europa occidental no podr¨ªan permanecer indiferentes. Estamos ya en una misma Europa, y en ella el socialismo, si quiere ser un proyecto atractivo, tiene que plantearse la b¨²squeda de nuevos caminos, incluso nuevos instrumentos intelectuales. Es una etapa hist¨®rica en la que los viejos nombres y las viejas divisiones han perdido raz¨®n de ser. Occhetto -con el ¨²nico partido comunista de Occidente que tiene un gran peso pol¨ªtico- ha sacado de todo ello las l¨®gicas consecuencias. Su visita a Madrid es un paso m¨¢s en el camino hacia el ingreso en la Internacional Socialista.
Parad¨®jicamente, mientras que la reuni¨®n de Madrid -y la revista que nace- dan una sensaci¨®n positiva de que el socialismo aborda con voluntad renovadora los problemas contempor¨¢neos y tiende a ensanchar sus filas con esp¨ªritu abierto, la realidad de la vida interna de varios partidos socialistas ofrece -como lo ha hecho el Partido Socialista franc¨¦s (PS) en Rennes- la imagen de unas despiadadas luchas personales, de un olvido total de los problemas pol¨ªticos, supeditados de manera descarada a los juegos sucios de la lucha por el poder. Despu¨¦s del espect¨¢culo bochornoso del congreso de Rennes, la recomposici¨®n de las filas maltrechas del partido ha venido de manos de Mitterrand desde su olimpo. Se ha hablado mucho de su florentinismo y acaba de demostrar que no eran palabras vanas: contribuy¨® desde lejos a agravar los l¨ªos inextricables causantes del fracaso del congreso para utilizar ahora ese mismo fracaso y tomar p¨²blica posici¨®n a favor de Rocard como candidato a su sucesi¨®n en las pr¨®ximas elecciones presidenciales. El rey ha designado a su delfin, lo que puede devolver coherencia a las filas socialistas. Por otra parte, esta decisi¨®n confirma la evoluci¨®n del Partido Socialista franc¨¦s hacia el centro, que ya se manifestaba en los dos ¨²ltimos a?os. S¨®lo la autoridad de Mitterrand puede evitar o refrenar las posibles sublevaciones de los sectores m¨¢s a la izquierda en el ¨¢mbito del partido.
Pero ese abismo entre los proyectos socialistas a largo plazo y la pr¨¢ctica diaria no es exclusiva de Francia. En Espa?a, el PSOE ofrece una contradicci¨®n evidente entre el pensamiento program¨¢tico socialista con proyecci¨®n de futuro y una realidad pol¨ªtica diaria marcada por un pragmatismo de Estado. Es la distancia que separa lo id¨®neo de lo posible.
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