Faxismo
Las fuerzas del faxismo internacional invaden nuestra intimidad, consumen nuestro papel y abusan de nuestra miserable l¨ªnea telef¨®nica. Su agresi¨®n es sistem¨¢tica y queda impune. Como si no tuvi¨¦ramos bastante con la basura publicitaria que llega diariamente por correo, los faxistas electr¨®nicos vomitan sus ofertas y sus mensajes variados sobre la alfombra de la sala.Se est¨¢n pasando. Hay que pararles los pies.
En 15 Estados norteamericanos ya existe legislaci¨®n que limita el uso desmedido de estas m¨¢quinas de comunicaci¨®n Instant¨¢nea y econ¨®mica. En Florida, por ejemplo, puede imponerse una multa de hasta 10.000 d¨®lares (alrededor de 1.200.000 pesetas) al faxista invisible que introduce mensajes no solicitados en nuestro telefax.
En Michigan estudian una f¨®rmula que permita meter en la c¨¢rcel durante tres meses al abusivo faxista que viola nuestra terminal. Los expertos proponen que se suministre una terapia de aversi¨®n a fin de que el condenado termine odiando lo que tanto ama y llegue a convertirse en activo antifaxista.
Pese a todo, las fuerzas de este nuevo movimiento electr¨®nico son muy poderosas. M¨¢s f¨¢cil es cargarse muros legendarios como el de Berl¨ªn o el de las lamentaciones que horadar el tabique proconsumista cimentado en las multinacionales.
Una empresa estadounidense ha inventado ya un sistema para vengarse del agresor faxista: devuelve el mensaje con nota de gastos y arruina el rollo de papel de la m¨¢quina emisora. Donde las dan, las toman.
Los defensores a ultranza del faxismo replican que cualquier legislaci¨®n est¨¢ abocada al fracaso, pues atenta contra el derecho a la libertad de expresi¨®n. En consecuencia ser¨¢ contrario a la Constituci¨®n y nadie obedecer¨¢ el precepto, aunque se promulgue por telefax.
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