Aires de pacto
LAS PERSPECTIVAS de la econom¨ªa espa?ola son buenas, pero sus desequilibrios (inflaci¨®n y balanza por cuenta corriente en especial) pueden comprometer gravemente ese futuro favorable. De ah¨ª la conveniencia de un pacto como el propuesto por el ministro Solchaga en el curso del debate presupuestario y gen¨¦ricamente aceptado por la oposici¨®n, tanto de derecha como de izquierda. Un pacto cuyos objetivos ser¨ªan disminuir el diferencial de inflaci¨®n con los pa¨ªses competidores, mantener los crecimientos salariales reales en niveles compatibles con la creaci¨®n de empleo y rebajar el d¨¦ficit p¨²blico. Todos esos objetivos se orientan al reforzamiento de la competitividad de la econom¨ªa espa?ola en la perspectiva del mercado ¨²nico de 1993. El problema es que, si bien parece factible un acuerdo pol¨ªtico al respecto, de poco servir¨ªa si los interlocutores sociales no son capaces de plasmarlo en el terreno de las relaciones laborales. Y las primeras reacciones de los sindicatos, han sido poco alentadoras.Sabiendo que esa era la madre del cordero, Solchaga adelant¨® como principal contrapartida la oferta de ligar el pacto salarial con la reforma de la fiscalidad, de manera que se garantice la percepci¨®n ¨ªntegra de las subidas pactadas, es decir, de rrianera que esas subidas no se vean recortadas por efecto de retenciones m¨¢s altas. Junto a ello, Solchagase mostr¨® favorable -aunque son los empleadores quienes deber¨ªan aceptarlo- a la generalizaci¨®n de las cl¨¢usulas de revisi¨®n frente a desviaciones de la inflaci¨®n prevista y a la negociaci¨®n de los llamados salarios indirectos: discriminaci¨®n positiva del gasto en favor de mejores dotaciones y servicios para los sectores con rentas m¨¢s bajas. Se trata de ofertas razonables, coherentes con la situaci¨®n actual de la econom¨ªa espa?ola, compatibles con el mantenimiento o alza moderada del poder adquisitivo de los asalariados y merecedoras, en cualquier caso, de una respuesta menos sumaria que la ofrecida por las centrales: "Una burda maniobra del Gobierno y la derecha".
Algunos dirigentes sind¨ªcales parecen no haber comprendido que una de las cosas que han cambiado en Espa?a es que comienza a afianzarse una alternativa de derecha, y que en manera alguna puede seguir argument¨¢ndose, como en v¨ªsperas del 14 de diciembre de 1988, que la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno socialista en nada se diferenciaba de la que practicar¨ªa un eventual Gobierno de centro-derecha.
Al plantar el pacto en la perspectiva de 1993, Solchaga pretende evitar la espiral salarios-precios en unos a?os cruciales para la econom¨ªa espa?ola, pero esa perspectiva permite tambi¨¦n flexibilizar los criterios de moderaci¨®n salarial: un pacto a tres a?os har¨ªa posible pautar los aumentos salariales a lo largo de ese per¨ªodo, de manera que una mayor moderaci¨®n en 1990 y 1991 -necesaria para contener la demanda y evitar tensiones inflacionistas- otorgar¨ªa mayor holgura para los convenios de los a?os siguientes. Al respecto queda la duda, sin embargo, de si estos presupuestos son tan restrictivos como se pretende: un aumento del gasto del 9,4% respecto a los muy expansivos presupuestos de 1989 es en principio dif¨ªcilmente compatible con el objetivo de enfriamiento.
Por lo dem¨¢s, el cambio de talante que suponen las ofertas de consenso del Gobierno, as¨ª como la receptividad mostrada por la oposici¨®n, indican el inicio de una cierta normalizaci¨®n de la vida pol¨ªtica nacional tras un per¨ªodo de excesiva polarizaci¨®n. A la hora del congreso de Sevilla, el PP de Aznar ha renunc¨ªado a la pueril actitud, amagada hace unos meses, de romper toda relaci¨®n con el Gobierno. Seguramente no es ajeno a esa reconsideraci¨®n su temor al aisiarniento por efecto del acercamiento de centristas y nacionalistas al PSOE. La actitud del portavoz de Izquierda Unida en el debate presupuestarlo permite suponer que tambi¨¦n en ese campo se abre paso la idea de que una oposici¨®n firme no es incompatible con la b¨²squeda de acuerdos de inter¨¦s general. Y, paralelamente, se vertebra la sociedad misma.
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