Philippe Noiret
La consagraci¨®n del int¨¦rprete de 'Cinema Paradiso'
Philippe Noiret, el int¨¦rprete de Cinema Paradiso, reci¨¦n galardonada con el Oscar a la mejor pel¨ªcula extranjera, es el amigo, el hermano mayor, el padre con el que sue?a la mayor¨ªa de los franceses. A defecito de tenerlo en exclusiva para s¨ª, los franceses lo consideran una especie de t¨ªo colectivo. Es decir que el actor es al cine galo lo que Fran?ois Mitterrand a la pol¨ªtica. "Philippe Noiret", ha dicho el propio Mitterrand, "pertenece al linaje de los que dan su estilo a una ¨¦poca".En estos primeros meses de 1990, Noiret va de triunfo en triunfo. Hace un mes recibi¨® el Premio C¨¦sar al mejor actor franc¨¦s; ahora, la Academia de Hollywood ha galardonado con un Oscar a Cinema Paradiso, una pel¨ªcula italiana que a su interpretaci¨®n debe buena parte de su encanto; Par¨ªs exhibe en estos momentos sus cuatro ¨²ltimos trabajos cineiriatogr¨¢ficos; el postrero, Ripoux contre Ripoux, ha superado en s¨®lo dos meses el mill¨®n de entradas.
A sus 59 a?os de edad, con un centenar de pel¨ªculas a sus espaldas, Noiret se ha convertido en un gran cl¨¢sico. "Es el nuevo Jean Gabin", proclama entusiasmado Le Figaro. Y como Gabin, Noiret encarna la antiestrella: el feo calmoso, tierno y simp¨¢tico al que contar¨ªas tus secretos y del que escuchar¨ªas consejo.
Noiret no ha triunfado por su f¨ªsico, o quiz¨¢ s¨ª, pero por un camino opuesto al de la belleza can¨®nica. Cuando empez¨® su carrera, Noiret era una gran nariz en una cara de queso blanco, un cuerpo fofo sobre zapatones. ?l mismo ha contado su horror cuando se vio por primera vez en la gran pantalla, en 1959, en una pel¨ªcula de Agn¨¦s Varda: "Vi un oso caminando con las patas separadas, y me dije: 'Nunca m¨¢s".
Engordando, arrug¨¢ndose, encaneciendo, en una palabra, envejeciendo, el actor se convirtio en un personaje en si mismo. Noiret es cordial sin ser estent¨®reo o pegajoso, un algo p¨ªcaro y un bastante melanc¨®lico, un buen vividor con moderaci¨®n, el tipo que casi nunca se enfada pero cuando lo hace desborda la c¨®lera de los justos.
Como ocurr¨ªa con Humphrey Bogart, Philippe Noiret hace siempre en la pantalla de Philippe Noiret. Y como el actor norteamericano, su voz es una de sus armas. Noiret habla un franc¨¦s grave, lento y caluroso que cuadra como anillo al dedo a su f¨ªsico. No le gusta un pelo el exhibicionismo ante los medios de comunicaci¨®n de tantos de sus colegas. Es un hombre discreto, que, sin necesidad de levantar la gran muralla china, intenta y consigue mantener en la intimidad su vida privada. ?sta, por lo dem¨¢s, no es espectacular. Le gusta refugiarse en su casa de campo con su mujer y sus libros,jugar con sus perros y caballos, disfrutar de un buen fuego de chimenea y de paseos por el bosque con las manos entrelazadas.
?l atribuye su triunfo a una buena estrella que le protege. "Yo simplemente he dado un paso tras otro, y todo se ha ido encadenando a mi favor. Un recorrido sembrado de p¨¦talos de rosa". Los cr¨ªticos subrayan como una de sus mejores cartas el eclecticismo de sus elecciones profesionales. Noiret pasa sin mayores problemas de una pel¨ªcula de autor a una comedia popular.
"Disfruto con los rodajes desde el momento mismo del maquillaje", cuenta. "El cine, cualquier tipo de cine, es estupendo, y no me extra?a que Renoir se quitara siempre el sombrero antes de decir: 'Motor".
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