El precio de la unificaci¨®n alemana
Un primer estudio indica que el coste ser¨¢ de tres billones de pesetas y un alto ¨¬ndice de paro en la RDA
Las cifras y datos van adquiriendo nuevas dimensiones conforme se acerca el momento de poner en marcha los mecanismos de la unificaci¨®n de las dos Alemanias, no tanto pol¨ªtica, que tardar¨¢ m¨¢s en llegar, como econ¨®mica, monetaria y social. La envoltura de silencio que ha escondido los costes y problemas de todo tipo que la introducci¨®n de una econom¨ªa de mercado y del marco en la RDA causar¨ªa tanto a ¨¦sta como a la RFA est¨¢ empezando a romperse, poniendo en evidencia las dimensiones de esta especie de OPA hostil.
Seg¨²n uno de los primeros estudios que ha visto la luz, una cuarta parte de la fuerza de trabajo de Alemania Oriental perder¨ªa su empleo en una primera fase, y el precio de la unificaci¨®n podr¨ªa alcanzar los 45.000 millones de marcos (cerca de tres billones de pesetas). Lutz Maier, director del Instituto de Pol¨ªtica y Econom¨ªa Internacional de Berl¨ªn Oriental, present¨® recientemente un informe en el que se cita esta cifra como el coste de introducir la moneda de la RFA, acabar con los controles de precios, reformar el sistema fiscal y, bancario de la RDA e introducir la propiedad privada en el pa¨ªs.Maier, que admite que sus c¨¢lculos "son una especulaci¨®n", ha partido de la base de que tanto los salarios como las pensiones de los alemanes orientales ser¨¢n convertidos inmediatamente a la moneda colonizadora y que cada ciudadano podr¨¢ cambiar, uno por uno, 5.000 marcos de sus ahorros.
Las cifras que empiezan a barajarse en Bonn parecen coincidir. Fuentes del Gobierno indicaron recientemente que en los primeros seis meses despu¨¦s de la introducci¨®n del marco, el desempleo podr¨ªa alcanzar los dos millones de trabajadores, es decir una cuarta parte de los ocho millones que componen la fuerza de trabajo actualmente en la RDA.
Para el Gobierno del canciller Kohl, los primeros seis meses despu¨¦s de la uni¨®n monetaria ser¨ªan cr¨ªticos. "Mucha de esa gente podr¨ªa encontrar nuevos trabajos, tras haberse reconvertido, cuando se produzca el despegue, entre seis y ocho meses m¨¢s tarde", dice esta fuente, que no oculta que los problemas que empiezan ahora a vislumbrarse son "gigantescos".
"No somos ni siquiera capaces de distinguir entre una empresa que opera con beneficios y otra que tiene p¨¦rdidas", explicaba un economista occidental tras haber viajado al otro lado del Elba para informarse de las posibilidades de inversiones. "Las t¨¦cnicas de contabilidad que llevaban s¨®lo pueden calificarse de diab¨®licas", asegur¨®, "y todo el funcionamiento de la econom¨ªa es un aut¨¦ntico misterio".
Este aterrizaje forzoso en la realidad, cuando la fiebre pol¨ªtica y emocional parece haber remitido, empieza anotarse tambi¨¦n en la actitud y las declaraciones contradictorias del Gobierno de Bonn sobre la fecha de la uni¨®n monetaria. El canciller Kohl ya ha tenido que salir a rectificar a su ministro de Hacienda, Theo Waigel, quien, tras insistir repetidamente en que la uni¨®n monetaria s¨®lo puede tener lugar "una vez que se conozcan todos los hechos sobre la econom¨ªa de la RDA", ha apuntado incluso que hacia finales de agosto ser¨ªa la fecha fat¨ªdica de la uni¨®n monetaria. Kohl, justo antes de partir hacia Londres, dej¨® dicho al diario Die Welt que los alemanes orientales "podr¨¢n sentir los efectos de la uni¨®n monetaria antes de que se vayan de vacaciones en julio".
Elecciones locales
Sin embargo, no se ha formado a¨²n Gobierno en la RDA, ni siquiera se ha constituido el Parlamento, y las elecciones locales se acercan a toda velocidad, con lo que esto tiene de efecto distorsionador para los pol¨ªticos.
El precio de la unificaci¨®n se ha convertido, por su parte, en el tema central de la campa?a para las elecciones generales del mes de diciembre. Kohl no puede dar ninguna se?al de que va a decepcionar a sus votantes en la RDA, pero tampoco puede exigirles demasiados sacrificios a sus votantes de la RFA. Los socios comunitarios del canciller est¨¢n tambi¨¦n pendientes de la factura. Incluso el presidente de la Comisi¨®n Europea, el franc¨¦s Jacques Delors, ha admitido ya que Bruselas deber¨¢ pagar, aunque sea una peque?a parte, lo que en expresi¨®n un tanto ambigua llam¨® "un gesto". Un gesto que no ser¨¢ menos de una quinta parte del precio total.
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