Los ni?os de Estonia ya no juegan a los soldaditos rusos
Un recorrido de nueve d¨ªas por las capitales b¨¢lticas
"Cuando yo era peque?o jugaba a los soldaditos rusos o alemanes. Pero mi hijo de cinco a?os juega a los soldaditos estonios. Esto me ha hecho darme cuenta de c¨®mo han cambiado las cosas. A m¨ª jam¨¢s se me hubiera ocurrido jugar a los soldaditos estonios". De este modo, el historiador Mart Laar, un joven de atuendo deportivo dedicado a formar un partido democristiano en Estonia, expresaba en Talin que la conciencia nacional de los pueblos del B¨¢ltico se ha afianzado y liberado de viejos terrores desde que Mijail Gorbachov llegara al Kremlin.
As¨ª pudimos comprobarlo nosotros en un viaje de nueve d¨ªas que nos llev¨® de Talin a Riga y de Riga a Vilna a bordo de los anticuados trenes que cubren el servicio entre las tres capitales b¨¢lticas.Laar, de 29 a?os, ya no juega a los soldaditos, sino a la pol¨ªtica. Es uno de los directivos del Congreso de los Ciudadanos de Estonia (un Parlamento paralelo basado en un criterio de ciudadan¨ªa que excluye las realidades de posguerra) y trabaja por la fusi¨®n de los dos partidos democristianos que hoy tiene la rep¨²blica.
El historiador, que abraz¨® la fe luterana en 1986, dice querer proteger los "valores tradicionales" y se?ala que el "modelo sueco", hacia donde miran los socialdem¨®cratas de la rep¨²blica (entre ellos, muchos ex militantes comunistas), encabezados por Egdar Saavisar, unifica demasiado a la gente y "no le conviene a Estonia".
Laar es un ejemplo del deslizamiento hacia la derecha del panorama pol¨ªtico local a medida que el partido comunista se encoge. "La perestroika", dice Laar, Ia empez¨® Reagan al crear una situaci¨®n catastr¨®fica para la URSS. Reagan y Thatcher siempre han sido muy populares en Estonia, donde lo ¨²nico que nos preocupaba era que los movimientos pacifistas echaran a perder los planes de Reagan". Nosotros, que hemos vivido tanto tiempo en el imperio del mal y de la mentira, podemos aportar algunos elementos ¨¦ticos al pensamiento conservador".
Una ventana abierta
Estonia, Letonia y Lituania, embarcadas hoy en una pol¨ªtica de ruptura con la URSS, han sido para Rusia una ventana abierta a Occidente. Sin el B¨¢ltico, donde viven ocho millones de personas, el rostro de la Uni¨®n Sovi¨¦tica se har¨¢ menos europeo y m¨¢s oriental. Sin el petr¨®leo y materias primas de la URSS, las rep¨²blicas del B¨¢ltico, cuya solidaridad pol¨ªtica carece hoy de un respaldo econ¨®mico, se ver¨¢n en apuros para competir con los otros pa¨ªses del este de Europa que, como ellas, buscan una salida al mercado mundial.
La URSS no puede medir la ventana del B¨¢ltico en kil¨®metros cuadrados ni en n¨²mero de habitantes. Su valor es estrat¨¦gico y cultural, ya que en Estonia, Letonia y Lituania est¨¢n a¨²n vivas las semillas de un mundo pr¨¢ctico al que la URSS quiere unir su futuro.
La meta de la independencia es com¨²n a la poblaci¨®n aut¨®ctona que da nombre a Estonia, Letonia y Lituania (respectivamente, el 65%, 54% y 80% del total). M¨¢s all¨¢ de este fin y de considerar el dominio sovi¨¦tico como una ocupaci¨®n militar, son muchas las diferencias y los matices que separan a las tres rep¨²blicas.
Durante su etapa sovi¨¦tica, las rrep¨²blicas del B¨¢ltico han sido objeto de un flujo migratorio relacionado, por una parte, con una gigantesca industria de subordinaci¨®n estatal y, por la otra, con la masiva presencia del Ej¨¦rcito. En Lituania, los emigrantes constituyen el porcentaje menos numeroso, pero las tensiones ¨¦tnicas se desarrollan entre lituanos y polacos. Por el momento, el Parlamento lituano parece haber neutralizado las tensiones que estallaron en 1989, al aprobarse la ley que declaraba oficial el idioma lituano, y antes, cuando la regi¨®n de Salcininkai, en las cercan¨ªas de Vilna, con un 82% de poblacion polaca, se declar¨® Ilzoria aut¨®noma nacional polaca".
En Letonia, los rusos son un 33%,' de la poblaci¨®n, y en la capital, Riga, superan a los letones. Suele decirse que en Estonia viven los rusos m¨¢s hostiles y antiindependentistas, y en Letonia, los m¨¢s integrados y tolerantes. Valadlen Dozortsev, el director de la revista Daugava, es un intelectual ruso integrado en el mundo let¨®n y, como dirigente del Frente Popular de Letonia, est¨¢ en un lugar ideal para hacer de puente entre una y otra comunidad. Ahora,que Letonia, tras la victoria electoral del Frente Popular, se dispone a seguir los pasos de Lituania, Dozortzev piensa que los intentos de integraci¨®n realizados por los sectores independentistas no han sido suficientes.
?Qu¨¦ hacer con esta poblaci¨®n inmigrante? En Estonia, el Congreso de los Ciudadanos, por donde pasa la estrategia independentista de esta rep¨²blica, les deja totalmente al margen, al establecer que s¨®lo son ciudadanos de Estonia quienes lo fueron durante el Estado independiente o sus descendientes. Los rusos de Estonia, que son un 28%, tienen ya su respuesta preparada a la independencia de la rep¨²blica. Piensan en formar una regi¨®n aut¨®noma al noroeste, en las zonas de Narva y Kojtla Yarve.
"Talin, la capital, no se puede dividir con un muro como en Berl¨ªn, pero tal vez se puede someter a un estatuto especial, como Bruselas", dice VIadimir Lebedev, uno de los dirigentes de la Uni¨®n de Consejos de Colectivos Laborales, que agrupa a sectores vinculados con la industria estatal y partidarios de la unidad de la URSS.
Esta industria estatal gigantesca, hasta ahora integrada en la econom¨ªa de una gran potencia, afronta varias crisis simult¨¢neas, porque una cosa es producir para la industria militar de la URSS y otra servir a un peque?o pa¨ªs sin pretensiones en la escena mundial. El Gobierno estonio, que dirige Indrek Toome, no ha reaccionado ante la propuesta de la empresa Dvigatel (Motor) para integrarse en la econom¨ªa de la rep¨²blica con una l¨ªnea de producci¨®n para la industria c¨¢rnica y l¨¢ctea, seg¨²n el economista Andrel Jodov.
El futuro de las empresas estatales en Estonia es abordado desde dos puntos de vista distintos por los sectores independentistas. Unos, como el empresario Ulo Nugis, piensan que hay que dejarle la total responsabilidad a Mosc¨², porque se trata de empresas no rentables que, tarde o temprano, deber¨¢n ser reestructuradas con grandes costes econ¨®micos y sociales. Desde esta ¨®ptica, lo ¨²nico que se pretende es que las empresas paguen impuestos a la rep¨²blica y estimular el ¨¦xodo de las plantillas. Los partidarios de una mayor intervenci¨®n administrativa piensan en planes de salvaci¨®n y soluciones contra el paro. En lo que se refiere a los militares, los intentos para echarles del B¨¢ltico han cuajado en iniciativas como la emprendida en febrero en Letonia, cuando el S¨®viet Supremo trat¨® de poner fin a la prioridad de los oficiales del Ej¨¦rcito para recibir pisos. Una manifestaci¨®n de oficiales y familiares de oficiales oblig¨® a dejar la medida para m¨¢s adelante. Los partidarios de una independencia negociada con Mosc¨² piensan que la regi¨®n puede convertirse en el futuro en una zona neutral, con una presencia militar sovi¨¦tica reglamentada por unos acuerdos bilaterales.
Entre Mosc¨² y el B¨¢ltico hay hoy una guerra de cifras que se utilizan ya sea para avalar la tesis sobre la crisis econ¨®mica que espera al B¨¢ltico independiente, ya sea para demostrar que no es as¨ª. Atr¨¢s queda, como papel mojado, la ley firmada por Mijail Gorbachov el 27 de noviembre pasado sobre la independencia econ¨®mica de Estonia, Letonia y Lituania. Ese proyecto, largamente discutido, dejaba las riendas de la econom¨ªa en manos de Mosc¨².
El centro, nos dec¨ªa el economista let¨®n Ojars Blumbergs en Riga, transfiere con mucha lentitud las empresas estatales y s¨®lo aquellas que son poco rentables. Mosc¨², piensan en medios econ¨®micos de las tres rep¨²blicas, ha comenzado a apretar los tornillos en las finanzas. Medios bancarios occidentales se?alan que el Kremlin ha dejado de dar garant¨ªas bancarias a los inversores en el B¨¢ltico. El Banco de Comercio Exterior (Vnezhtorgbank) de Estonia, que antes dispon¨ªa de una cierta capacidad de maniobra, se ve privado hoy de su capacidad de operaci¨®n y los dep¨®sitos en las cajas de ahorros locales se centralizan en Mosc¨², lo que priva a las peque?as industrias locales de la posibilidad de obtener cr¨¦ditos in situ.
Letonia es la rep¨²blica que m¨¢s depende de la solidaridad b¨¢Itica, puesto que sus recursos energ¨¦ticos son muy inferiores a los de Estonia y Lituania, que posee la central at¨®mica de Ignalina y unas refiner¨ªas donde se procesa el petr¨®leo sovi¨¦tico.
Poco resultado
La Asamblea B¨¢ltica, que coordina a los tres movimientos de masas de las rep¨²blicas, ha dado poco resultado hasta ahora. Dozorzev cree apreciar muestras de ego¨ªsmo en los vecinos lituanos y letones, y Blumbergs piensa en la creaci¨®n de una l¨ªnea f¨¦rrea fuera .del territorio de la URSS que uniera el mar Negro con el B¨¢ltico y asegurara petr¨®leo rumano a trav¨¦s de Lituania. Tambi¨¦n piensa en utilizar en los puertos de Letonia la flota mercante Polaca, "que ya es un poco vieja para Occidente". En Polonia, por el momento, son poco receptivos a las garant¨ªas l¨ªtuanas y no aceptan las ¨®rdenes de pago emitidas por el Banco de Comercio Exterior de Lituania.
Pol¨ªticamente, en las tres rep¨²blicas se da un proceso de p¨¦rdida de posiciones del partido comunista, incluso en su versi¨®n nacionalizada, sin hablar ya de los sectores moscovitas, a punto de ser ilegalizados en Lituania, como agentes de una potencia extranjera. En las tres, surgimiento de nuevas fuerzas que mayoritariamente estaban bajo las sombrillas del Frente Popular y ahora se diferencian en grupos pol¨ªticos. Liberales, democristianos, partidos campesinos est¨¢n en proceso de formaci¨®n muy r¨¢pido.
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