Cambio de canal
John Zorn describ¨ªa hace un a?o en una entrevista la m¨²sica que actualmente ofrece en concierto con su grupo, Naked City: "Una multitud de temas cortos muy diversos, algunos r¨¢pidos, otros lentos, otros ruidosos, y todo se sucede muy r¨¢pidamente. Es lo que quiere la gente de hoy, yo creo. Es como la televisi¨®n, se pasa continuamente de una cadena a la otra de una emisi¨®n cient¨ªfica a una infantil, de una pel¨ªcula a un partido de tenis. Mi m¨²sica es algo parecido, si un fragmento no te gusta, puede gustarte el siguiente" (Jazz magazine, enero 1989). Dicho y hecho, pues, efectivamente, as¨ª sucedieron los conciertos madrile?os de John Zorn, el h¨¦roe del East Side neoyorquino aupado en posiciones de vanguardia por convertir h¨¢bitos m¨¢s bien psicop¨¢ticos de consumo televisivo en criterios de exposici¨®n musical.Los cinco caballeros que pisan el escenario son competent¨ªsimos m¨²sicos, reunidos en la ocasi¨®n para convertirse en el sindicato de las prisas. Una entrada vocal de Zorn da comienzo al concierto en un primer espacio de expresi¨®n de la banda: un hard free con la premura y la violencia que hoy se representan en la gran ciudad. Zorn tambi¨¦n se reconoce en Ornette Coleman, de quien, en su disco Spy vs. Spy, interpreta 17 temas (en 41 minutos), con una intensidad sin respiro.
John Zorn and Naked City
Colegio mayor San Juan Evangelista. Madrid, 31 de marzo.
Pero la m¨²sica de Zorn quiere ser como la vida de hoy y todo tiene que salir volando, y empieza el recorrido por todas las m¨²sicas que a ¨¦l le han gustado en piezas que dif¨ªcilmente rebasan los dos minutos. Una sucesi¨®n de temas, sin que se pueda hablar de un collage que no ensambla: un tango se intermedia con swing, luego Dire Straits, el rythm & blues, un reggae, las m¨²sicas de los dibujos animados (objeto de la tesis doctoral de Zorn), el western (tambi¨¦n tiene su disco con m¨²sica de Ennio Morricone), la sinton¨ªa de serial televisivo, un country que encierra un alma flamenca, un blues siempre que haga falta y, de cuando en cuando, la explosi¨®n free y la exasperaci¨®n del tiempo, para que no se nos olvide qu¨¦ punto del siglo nos traemos entre manos.
Todo se interpreta magn¨ªficamente y tal vez lo descrito pueda llegar a hacer pensar que algo as¨ª tiene que resultar tremendamente entretenido, e incluso recordar el refr¨¢n que relaciona lo breve y lo bueno, pero valga se?alar que nunca nadie interpret¨® ¨¦ste como una exaltaci¨®n a la fiesta de las miajitas.
Vi?etas
?Y si de breve no llega? As¨ª pudimos escuchar s¨®lo muy fragmentariamente a un guitarrista tan interesante como Bill Frissell, quien, como sus compa?eros Wayne Horvitz (teclados), Fred Frith (bajo) y Joey Baron (bater¨ªa), sirve a la causa de Zorn, quien, como Linus (el de Snoopy) en disposici¨®n de hablarnos de su manta, despliega vi?etas de su infancia musical. En cualquier caso, Zorn tendr¨¢ su segmento de coincidencia entre la afici¨®n musical y el continuo cambio de canal, h¨¢bito del que no todos podemos presumir.Zorn define hoy su m¨²sica a partir de la convicci¨®n sociol¨®gica de que, para las prisas, nada mejor que las prisas (con pausas, para los aplausos) y su misma importancia como saxo alto se expresa en el no muy magn¨ªfico formato de la comunicaci¨®n telegr¨¢fica; retablos y maravillas, mosaico pieza a pieza.
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