Varios efectos del al Madrid
Estoy ya literalmente concentrado en la nerviosa v¨ªspera del partido y me piden de improviso 45 l¨ªneas que expliquen el estado de ¨¢nimo de un madridista en estos momentos.Es dif¨ªcil describirlo por lo complejo. En estas horas, una persona que ame esto siente todo. Pedantemente -y se me tachar¨¢ de iconoclasta- podr¨ªa hasta remedar a Lope:
"Desmayarse, atreverse, estar furioso, / ¨¢spero, tierno, liberal, esquivo... / ( ... ) no hallar, fuera del campo, centro y. reposo, / mostrarse alegre, triste, humilde, altivo...".
M¨¢s prosaicamente, siento en estos momentos una cierta rabia. La de no haber tenido las agallas de haber consumido dos d¨ªas de mis vacaciones, y en lugar de quedarme aqu¨ª devorando el Marca y el As, el Garc¨ªa Candau y el Alex, largarme a Valencia con el equipo. ?C¨®mo, me lamento ahora, no he tenido el valor de pedirle a Mendoza que me deje desde ayer unirme a la expedici¨®n? ?Hay algo m¨¢s excitante que vivir estas horas cruciales con nuestros ¨ªdolos?
Estar¨ªa ahora en la verdadera concentraci¨®n, comiendo en la misma mesa que Hierro, Llorente y Schuster, oyendo atentamente a Bernardo, que explica cu¨¢les son las debilidades del Barcelona. Jugar¨ªa luego a las cartas con Buyo, Gordillo y Michel, y no me importar¨ªa perder 2.000 duros porque hasta podr¨ªa presumir de ello en mi pueblo.
Habr¨ªa asistido a la ¨²ltima sesi¨®n de entrenamiento de esta ma?ana, y al final el gal¨¦s, a lo mejor, queriendo montar un partidillo, habr¨ªa pedido a Pirri y a m¨ª que salt¨¢ramos al campo para completar el cuadro. Con un poco de suerte habr¨ªa cubierto a Mart¨ªn V¨¢zquez, con foto incluida -?por qu¨¦ no?-; le habr¨ªa robado una pelota cuando amagaba hacia la derecha para centrar desde la l¨ªnea de c¨®rner.
Ma?ana me colar¨ªa en el vestuario y, entre el olor del linimento, vivir¨ªa los tics y las bromas nerviosas de los jugadores antes de oir las ultim¨ªsimas instrucciones de Toshack con su inefable acento: "Hay que luchar hasta el final. No tienen que relajarse...".
Puedo hasta imaginarme saltando al c¨¦sped en medio de ese fragor ensordecedor, hermoso y ¨²nico de la hinchada cuando aparecemos los dos equipos, y santigu¨¢ndome casi furtivamente junto a Chendo, rozando levemente la hierba con los dedos.
Y luego, ya embalado y so?ando claramente, estoy casi entrando en el ¨¢rea del Barcelona en el momento supremo cuando el Ni?o hace una pared divina e inimitable con Hugo -sensaci¨®n que resiste sin desdoro la comparaci¨®n con la. que produce Mozart o Las meninas- y el mexicano la culmina genialmente metiendo la bola junto a un poste. Estoy en la pi?a exultante que estruja a Hugo y al Buitre, soy yo, aunque est¨¦ de espaldas, el que aparecer¨¢ m¨¢s empingorotado en la foto de primera de EL PA?S del d¨ªa siguiente. La sensaci¨®n, m¨¢s que org¨¢smica, es de ¨¦xtasis.
Y me quedo tranquilo. Quiza no suba con los dem¨¢s al palco a recoger la copa. No s¨¦ si pinto algo ah¨ª. Y la felicidad ya no me cabe.
"Esto es amor al Madrid. Quien lo prob¨®, lo sabe".
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