El futuro de UGT
EL 35? Congreso de UGT, clausurado ayer en Madrid, ha sido ante todo el de la sanci¨®n oficial de la ruptura del modelo de relaci¨®n partido-sindicato que ha presidido la historia de esa central. La autonomizaci¨®n de UGT se ha afianzado fundamentalmente en los ¨²ltimos cuatro a?os, y esa l¨ªnea ha recibido el apoyo casi un¨¢nime de los delegados. Tambi¨¦n han sido aprobadas las l¨ªneas maestras de la estrategia de la central para el pr¨®ximo per¨ªodo en cuanto al modelo de concertaci¨®n propuesto, el mantenimiento de la unidad de acci¨®n con Comisiones Obreras, las prioridades reivindicativas y el intento de potenciar el sindicalismo de empresa. As¨ª, tras superar, el riesgo de que el partido socialista le segase la hierba bajo los pies, Nicol¨¢s Redondo inicia su ¨²ltimo mandato sin que nadie cuestione su papel y con un sindicato fortalecido y bien cohesionado.En UGT ha alentado tradicionalmente una doble alma. Era, de un lado, el componente obrerista del proyecto pol¨ªtico socialista, y de otro, la rama socialista del movimiento sindical. Durante decenios, UGT ha actuado preferentemente como soporte de masas de la acci¨®n pol¨ªtica de los socialistas, orientada a la conquista del poder o, al menos, al cambio del sistema pol¨ªtico dominante. Esa subordinaci¨®n s¨®lo se ha quebrado en algunas coyunturas hist¨®ricas excepcionales, en las que las divergencias surgidas en el seno del PSOE han tendido a manifestarse como rupturas entre el partido y el sindicato. En tales coyunturas, a los intentos por parte del partido de recuperar el control de la central se ha respondido desde UGT con la potenciaci¨®n de su segunda alma mediante la conformaci¨®n de alianzas con otros sindicatos.
La ¨²ltima ruptura ha sido consecuencia de la in¨¦dita situaci¨®n definida por la existencia de un Gobierno monocolor socialista enfrentado a una grave crisis econ¨®mica. Y del hecho de que ese socialismo gobernante hab¨ªa cimentado su ¨¦xito en un modelo de partido que hac¨ªa pr¨¢cticamente imposible el surgimiento de disidencias internas. La crisis determin¨® una pol¨ªtica econ¨®mica prioritariamente orientada a la recomposici¨®n del excedente empresarial como forma de posibilitar la creaci¨®n de empleo. Entre 1980 y 1986, los trabajadores perdieron poder adquisitivo. Superada la parte m¨¢s aguda de la crisis y llegado el momento del reparto, se hizo patente la existencia de contradicciones entre los intereses pol¨ªticos del Gobierno y las aspiraciones de los sindicatos. La central UGT respondi¨® a la sordera de los socialistas pactando con CC OO. Planteado el divorcio, la necesidad de afirmar un espacio de autonom¨ªa llev¨® a UGT a secundar la huelga general del 14-D como forma de demostrar capacidad de movilizaci¨®n. A partir de esa fecha, la ruptura del modelo tradicional fue un hecho.
Sin embargo, la incapacidad de la central socialista para traducir esa fuerza movilizadora en eficacia negociadora a lo largo de la primavera de 1989 puso en riesgo la hegemon¨ªa que UGT hab¨ªa logrado en el mundo sindical. A mediados de mayo, un balance de las elecciones de delegados celebradas fuera del c¨®mputo oficial con posterioridad a 1987 revelaba que UGT hab¨ªa perdido 10 puntos, los mismos que ganaban los sindicatos independientes, mientras que CC OO aventajaba a la central socialista por primera vez desde comienzos de la d¨¦cada. Los resultados de empresas como Seat y otras indicaban que, puestos a elegir entre radicalismos, los trabajadores se inclinaban por la opci¨®n m¨¢s extrema; lo que no ocurr¨ªa cuando la opci¨®n era entre moderaci¨®n y radicalismo. De otro lado, si es verdad que el 14-D hab¨ªa supuesto un considerable desgaste pol¨ªtico para el PSOE, el triunfo de este partido en las europeas y generales indic¨® que no exist¨ªa una traducci¨®n electoral considerable de tal desgaste. Se lleg¨® as¨ª a una situaci¨®n en la que tanto el PSOE como UGT ten¨ªan m¨¢s a ganar que a perder de la recomposici¨®n del clima de concertaci¨®n. ?sta se reinici¨® a comienzos de a?o.
El 35? congreso, a un mes vista de las elecciones sindicales, se celebra, as¨ª pues, en un punto en el que UGT ha visto reforzada su autonom¨ªa, si bien al precio de fortalecer a su rival en el seno del movimiento sindical. La b¨²squeda de un nuevo marco de relaci¨®n -diferente a la supeditaci¨®n- entre el principal partido de la izquierda y una UGT que sigue reivindicando su definici¨®n como socialista es la tarea que se abre para esta central a partir de ahora.
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