Los cambios en el Este de Europa
El superendeudamiento fuerza a los directivos a utilizar la liquidez que genera el negocio para hacer frente: a los costes financieros, a la vez que a concentrar a la sociedad en un n¨²mero reducido de actividades, lo que permite, de paso, vender las restantes divisiones. Estas operaciones en que el n¨²mero de accionistas queda extremadamente reducido conllevan la retirada de las sociedades en cuesti¨®n de la cotizaci¨®n en Bolsa.Se trata, pues, de un fen¨®meno de concentraci¨®n de la propiedad empresarial en manos de unos pocos directivos (en el LBO t¨ªpico, los directivos de la compa?¨ªa se reservan entre el 10% y el 20% de las acciones) y, durante el per¨ªodo en que la deuda que permiti¨® esa OPA est¨¦ viva, de diversos bancos, fondos de pensiones, etc¨¦tera. Asistir¨ªamos de esta manera al nacimiento de una nueva capa de directivos -empresarios, no s¨®lo responsables ¨²ltimos de la gesti¨®n de la compa?¨ªa, sino implicados al m¨¢ximo en esta gesti¨®n por el hecho de estar labrando el huerto propio.
Habr¨ªa que plantearse si este fen¨®meno sociol¨®gico ha alcanzado la suficiente amplitud como para afirmar que se est¨¢ en un proceso inverso al descrito por James Burnham. Es decir, la desaparici¨®n progresiva de la sociedad an¨®nima cotizada (motor del progreso econ¨®mico en EE UU durante los ¨²ltimos 100 a?os) y el regreso de la figura del propietario que dirige su empresa.
A falta de estudios sociol¨®gicos que definan los perfiles de este nuevo prototipo y precisen la extensi¨®n alcanzada por el fen¨®meno, cabr¨ªa hacer las siguientes matizaciones:
1. Aunque importante, el fen¨®meno de los LBO no alcanza en EE UU, donde se ha llevado a su m¨¢xima expresi¨®n, ni el 10% de lo que ser¨ªa la capitalizaci¨®n burs¨¢til.
2. El empleo de cantidades ingentes de deuda pone en peligro la viabilidad de la empresa y, en consecuencia, la continuidad al frente de la misma de sus propietarios-directivos. De hecho, alguna de las empresas m¨¢s conocidas que fueron objeto de una OPA ya est¨¢n en suspensi¨®n de pagos. Es el caso de la Federated Department Stores y Allied Stores, propietarias de los famosos almacenes Bloomingdale's neoyorkinos, con su due?o, Robert Campeau, aparentemente en la insolvencia.
3. Si numerosas empresas con un exceso de deuda ya han entrado en complicaciones, la prueba de fuego para las m¨¢s resistentes habr¨¢ de ser la pr¨®xima recesi¨®n econ¨®mica, que, si se produjera en el curso de los dos o tres pr¨®ximos a?os, encontrar¨ªa a la mayor¨ªa con importantes cargas financieras (se supone que tras la realizaci¨®n del LBO la empresa necesita entre cuatro y siete a?os para deshacerse de su elevado endeudamiento).
4. Otro factor adicional, y cuyo efecto macrosc¨®pico est¨¢ a¨²n por ver, se refiere a la ca¨ªda de la calidad gerencial que, de manera emp¨ªrica, se ha comprobado que afecta a las empresas que han sido objeto de un LB0 a partir del tercer a?o.
5. Y finalmente, y esto es lo m¨¢s definitivo, el objeto perseguido por los directivos que acceden a la propiedad de su empresa no parece ser perpetuarse como empresarios, sino proceder a la venta de su participaci¨®n en ella. Esto puede ocurrir relativamente pronto si los problemas para hacer frente a un deterioro de la liquidez le fuerzan a ello, o bien al cabo de cinco o seis a?os para realizar las plusval¨ªas, sacando de nuevo la sociedad a cotizar en bolsa, con lo que estar¨ªamos otra vez en el punto de partida. En el primer caso se encontrar¨ªa Henry Kravis, que, tras su OPA sobre Nabisco, s¨®lo reconoce la tarea urgente de desguazar su empresa y pagar las deudas, a la vez que confiesa: "Tengo miedo".
Naturalmente, a lo largo de este proceso habr¨¢ sociedades que quiebren, empresarios que pierdan su fortuna y otros que la multipliquen, pero, al fin y al cabo, eso no es distinto de lo que ha venido sucediendo desde hace siglos.
Bur¨®cratas
El mismo sentido que en Occidente hemos dado a la transformaci¨®n de los gerentes en propietarios podr¨ªa buscarse en el proceso de transformaci¨®n de la propiedad colectiva que empieza a insinuarse en los pa¨ªses del Este.
All¨ª, la introducci¨®n del mercado se topa inmediatamente con el problema jur¨ªdico de los derechos de propiedad. Tan s¨®lo Polonia y Hungr¨ªa tienen algo adelantado el proceso en la medida en que a lo largo de los a?os ochenta ambos pa¨ªses han introducido reformas t¨ªpicas de una proto-perestroika (sin olvidar que en Polonia la propiedad agr¨ªcola nunca fue colectivizada).
Una vez regulados los derechos de propiedad (o en el proceso de su reglamentaci¨®n), ?cu¨¢l es la capa social mejor situada para acceder a la propiedad de las empresas? A nadie se le escapa que no puede tratarse sino de la Nomenklatura. No s¨®lo por ser uno de sus sectores el que est¨¢ pilotando la transici¨®n econ¨®mica, sino porque, adem¨¢s de tener la mejor informaci¨®n y de estar en los puestos clave para obtener la autorizaci¨®n de nuevos negocios, tambi¨¦n tiene los contactos adecuados con Occidente y la experiencia de la gesti¨®n de grandes empresas.
Obviamente, ¨¦ste es un proceso apenas esbozado y que se enfrenta a numerosas incertidumbres, las m¨¢s de ellas pol¨ªticas. Sin ¨¢nimo de ser exhaustivo:
a) Las diferencias en el seno mismo de la burocracia que, hoy por hoy, revisten sobre todo la forma de partidarios y enemigos de las libertades, pero que pronto, sobre todo en la URSS, se subdividir¨¢ seg¨²n distintos lineamientos. No hay m¨¢s que pensar que entre los partidarios de la perestroika est¨¢n su exponente m¨¢ximo, Gorbatchev, y oponentes a ¨¦ste, tal Boris Eltsin, que a su vez agrupa tras de s¨ª a elementos tan heterog¨¦neos como el economista Gavril Popov, partidarios de reformas econ¨®micas a fondo, y el Comit¨¦ de los Nuevos Socialistas de Mosc¨², que encabeza Kagarlitsky y que a la reforma econ¨®mica le atribuyen un alcance mucho menor.
b) La conciencia, todav¨ªa nebulosa, de que por las reformas econ¨®micas habr¨¢ que pagar el peaje, bastante caro, del desempleo, la inflaci¨®n, etc¨¦tera.
c) El arraigo de los valores igualitarios, sobre todo en la URSS, tras m¨¢s de 70 a?os de un r¨¦gimen pol¨ªtico que, aunque foment¨® las desigualdades y los privilegios, siempre los trat¨® p¨²blicamente como una degeneraci¨®n del sistema a la que hab¨ªa que combatir, y nunca los incluy¨® entre los valores oficiales.
d) Las propias resistencias sindicales y, por ¨²ltimo,
e) La debilidad de la tradici¨®n pol¨ªtica liberal, la rigidez de la tradici¨®n estatalista, el igualitarismo de los obreros, explotado y manipulado por la Nomenklatura, as¨ª como los imperativos geoestrat¨¦gicos, que, curiosamente, tras haber mantenido un peso aplastante durante m¨¢s de 40 a?os, parecieran haberse evaporado.
Todo esto, sin tratar el problema de la posible atomizaci¨®n posterior de la propiedad.
En conclusi¨®n, los a?os noventa van a ser, pues, el marco temporal de un proceso dual apasionante, en el que veremos consolidarse o no el sector social de directivos-empresarios y el surgimiento, parcial o pleno, de un sistema de propiedad similar al de Occidente en toda la Europa oriental, con los nuevos directivos m¨¢s o menos implicados en la propiedad de sus empresas. ?Deo volente!
1. A. A. Berle y Gardner C. Means: The modern corporation and private property.
2. R. A. Gordon: Business leadership in the large corporation.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.