Tiziana Fabbricini
Una 'Traviata' tras Maria Callas
Tiziana Fabbricini ten¨ªa dos a?os cuando, en 1964, Mirella Freni, a las ¨®rdenes de Von Karajan, fracasaba estrepitosamente en La Scala con una Traviata de ingrato recuerdo. Poco pod¨ªa suponer la ni?a que ese fiasco iba a marcar su vida: 26 a?os despu¨¦s, ella ha sido la encargada de volver a llevar a la adorable t¨ªsica Violeta Val¨¦ry al teatro milan¨¦s, del que faltaba desde aquella fat¨ªdica fecha.Fabbricini super¨® con valent¨ªa la dura prueba. No se amilan¨® siquiera ante las alucinantes llamadas an¨®nimas que recibi¨® de supuestos viudos de la Callas -gran int¨¦rprete del papel en 1955, con direcci¨®n esc¨¦nica de Luchino Visconti- amedrent¨¢ndola para que no profanara el recuerdo de La Divina. Siguiendo d¨®cilmente el mandato de Ricicardo Muti, el director musical, guard¨® pudoroso e inconmovible silencio ante los medios de comunicaci¨®n. Y triunf¨®.
Mucho hay de hollywoodiense en toda esta historia. Hasta el gran estreno, Tiziana Fabbricini no era m¨¢s que una cantante que se prodigaba, ni tan siquiera con excesiva regularidad, por teatros de provincia italianos. Nacida en Asti, en la regi¨®n del Piamonte, estudi¨® piano y canto en el conservatorio de Alessandria. Tras presentarse a algunos concursos consigui¨® una plaza de corista en el Teatro Regio de Tur¨ªn.
Muti la descubri¨® tras haberse presentado al Rosetum, prueba que se organiza en un convento franciscano de Mil¨¢n, auspiciada por la asociaci¨®n Amici del Loggione (amigos del gallinero) de La Scala. Precisamente en ese convento, que tanta suerte le ha tra¨ªdo, es donde Fabbricini ha estado ensayando en, los d¨ªas anteriores al estreno. El padre Demetrio, que ha seguido su preparaci¨®n, ha contado que durante su larga reclusi¨®n no ha olvidado nunca asistir a la misa y llevar flores a la Virgen, virtudes m¨¢s propias de la suor Angelica pucciniana que del personaje verdiano. La soprano tiene adem¨¢s un peque?o perrito que la acompa?a donde quiera que vaya: por supuesto, tiene derecho a camerino. En fin, que, en contra de cuanto pensaban tantos esc¨¦pticos, La Scala tiene ya un nuevo mito l¨ªrico.
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