Mutis, en la Residencia
El ¨²ltimo premio M¨¦dicis lee sus poemas en Madrid
?lvaro Mutis (Bogot¨¢, 1923) es uno de los grandes escritores colombianos a los que la sombra alargada de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez ha podido sumir en la oscuridad de la fama ajena. Sin embargo, la preponderancia del Nobel no le ha detenido y, a lo largo de estos a?os, ?lvaro Mutis ha seguido publicando novelas y versos.
Este mismo a?o Mutis gan¨® en Francia el Premio M¨¦dicis para novela extranjera por su obra La nieve del almirante, que en Espa?a public¨® Mondadori. De su vitalidad literaria volvi¨® a dar pruebas anteayer por la noche en Madrid, recitando versos junto al busto de Lorca en la Residencia de Estudiantes.Una vez, escondido detr¨¢s de un biombo, el Mutis bromista, que alterna el ingenio literario con el chascarrillo coste?o, se puso a recitar unos poemas sin fin que todo el mundo crey¨® que estaba leyendo Pablo Neruda, el otro premio Nobel latinoamericano. Re¨ªda la gracia, porque Neruda era el principal de los poetas de su continente y todos le ten¨ªan como un padre que permit¨ªa de grado la burla, y el escritor colombiano le imitaba a la perfecci¨®n, surgi¨® Mutis detr¨¢s del, biombo y recit¨® sus propios versos. Ya no era Neruda. El autor de Summa de Maqroll el gaviero (Poes¨ªa 1948-1988) hizo lo propio el martes por la noche en la Residencia de Estudiantes.
Feliz de hallarse junto al busto de Lorca en la residencia donde el poeta de Granada ley¨® por vez primera los versos madrile?os de Neruda, Mutis fue primero el rapsoda chileno, lento, agudo y melanc¨®lico, y despu¨¦s fue ¨¦l mismo leyendo un poema sobre la C¨®rdoba que vio una vez desde una acera con un vaso de vino de Jerez fr¨ªo en la mano.
Colombiano
?lvaro Mutis es alto, cordial y colombiano. Mon¨¢rquico, acaso porque naci¨® un 25 de agosto, d¨ªa de san Luis rey de Francia, como dice en sus "notas para un improbable curriculum vitae", Mutis es tambi¨¦n un heredero de los republicanos espa?oles que fueron a Colombia y a M¨¦xico, su lugar habitual de residencia, y como deudor de ellos se sinti¨® el martes, por la noche emocionado e inquieto, bajo la atenta mirada de un Lorca de m¨¢rmol, quieto en el sitio que fue s¨ªmbolo de los intelectuales principales de los a?os treinta. Pens¨® que era una broma que le invitaran del foro madrile?o para hablar en un sitio que cre¨ªa una met¨¢fora -"yo pens¨¦ que ya no exist¨ªa la Residencia, que era un s¨ªmbolo"- y se dispuso a aceptar "como si yo mismo fuera un adolescente que viniera a ver a esta gente cuando ya no existe".Alto como un personaje de James Joyce, este hombre que cree que la literatura puede salvar a la gente, hizo todo tipo de gui?os en su breve recital de poemas escogidos. Capacitado para burlarse de s¨ª mismo, con lo cual no ha tenido nunca problemas cuando ha imitado a los otros, el gran amigo del Gabo fue desgranando todos los poemas de su vida con los diversos homenajes que se esperan de un literato: un poema rinde pleites¨ªa a Proust, el otro se refiere al C¨¦line que la gente ama, y hay el poema a C¨®rdoba que escribi¨® para dejar constancia de "la ebria certeza de estar en Espa?a".
Adem¨¢s de ser dos buenos amigos -?lvaro estuvo en la ceremonia sueca de entrega del m¨¢ximo galard¨®n literario del mundo-, ni Gabo ni Mutis padecen el fantasma de la envidia, pero lo cierto es que la sombra de uno se ha proyectado tanto sobre la figura del otro que ahora es posible que la gente pregunte "?lvaro qu¨¦" cuando se cita al otro escritor colombiano.
?l mismo sabe que esa sombra existe, de modo que el martes en la Residencia de Estudiantes tuvo que decir alguna vez que "el realismo m¨¢gico es una tonter¨ªa, porque m¨¢gico de verdad fue el realismo de Cunqueiro", para precisar luego por si alguien le colocara la etiqueta, que las historias inventadas por su colega del alma son leyendas maravillosas, hijas del subconsciente colectivo de todos los colombianos, historias sin libros, libros extraordinarios".
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