Independencia judicial

Es muy preocupante que a un representante del poder judicial se le adjudique el calificativo de conservador o progresista. Ello pone de manifiesto que en el ambiente se respira poca confianza en la independencia de nuestros jueces. M¨¢s preocupante es todav¨ªa que la actuaci¨®n de un juez recuerde pr¨¢cticas de tribunales desaparecidos, afortunadamente, hace m¨¢s de 150 a?os de Espa?a. Ambas cosas se han dado con la actuaci¨®n del tristemente famoso juez Manglano en el conocido como caso Naseiro.

Todo este asunto recuerda a una instituci¨®n muy presente durante casi cinco siglos en la historia de Espa?a: el Santo Oficio. Las normas que reg¨ªan la actuaci¨®n de los tribunales de la Inquisici¨®n, seg¨²n las ordenanzas de Vald¨¦s de 1561, vigentes hasta el real decreto del 15 de julio de 1834 que las aboli¨® definitivamente, establec¨ªan que el detenido, a quien no se le notificaba el delito del que se le acusaba, era incomunicado y no le asist¨ªa ning¨²n defensor en los primeros momentos. Es el mismo procedimiento que ha seguido el se?or Manglano, como los jueces inquisidores, y -gran paradoja- de los jueces que se etiquetan con el calificativo de progresistas-