"La paz es el camino"
EL ASESINATO en Colombia del ex guerrillero Carlos Pizarro priva, una vez m¨¢s, a la izquierda de un candidato a la presidencia de la rep¨²blica, agravando as¨ª el vac¨ªo dejado hace un mes por la eliminaci¨®n del l¨ªder de la Uni¨®n Patri¨®tica, Bernardo Jaramillo. Entre ambos hab¨ªan pensado crear un frente socialdem¨®crata que agrupara a toda la izquierda colombiana. La visi¨®n y patriotismo de que hicieron gala les ha costado la vida. Pero si ellos no ver¨¢n hecho realidad su sue?o de una sociedad que funcione sin derramamiento de sangre, acaso su muerte sea ¨²til para reafirmar el apasionado deseo de los colombianos de alcanzar y consolidar la paz.La trayectoria de Pizarro, que lideraba el movimiento M-19, hab¨ªa sido legitimada hace poco m¨¢s de un mes por su valiente abandono de las armas. Acusado a derecha e izquierda de entreguismo, hab¨ªa rechazado firmemente la imputaci¨®n con el argumento de que "la paz es el camino para Colombia, y punto". Pizarro no iba a ganar los comicios presidenciales del pr¨®ximo 27 de mayo, pero su aceptaci¨®n de las reglas democr¨¢ticas era esencial.
Si es cierto que, compren siblemente, cunde en Colombia la desmoralizaci¨®n, no lo es menos que el mejor triunf¨® del terrorismo es la desestabilizaci¨®n del sistema: si despu¨¦s del asesinato de Carlos Pizarro los partidos pol¨ªticos acuerdan retrasar la elecci¨®n presidencial, habr¨¢n hecho un flaco favor a la esperanza de enderezamiento del futuro. ?ste depende ahora., sobre todo, de la reacci¨®n civil frente a la violencia. Los partidarios de la paz deben cerrar filas y encararse con quienes siembran la guerra.
Hace a?os que Colombia padece la esquizofrenia de tener, formalmente, una estructura de poder civil de corte democr¨¢tico, mientras que la vida real discurre por derroteros de violencia impuestos por bandas armadas de la extrema derecha y del Ej¨¦rcito, movimientos guerrilleros de inspiraci¨®n mao¨ªsta y por los barones del narcotr¨¢fico. Hoy ya importa poco saber qui¨¦n es responsable de la muerte de Carlos Pizarro, porque s¨®lo son significativas las consecuencias de su asesinato. No obstante, conviene recordar que el l¨ªder de M-19 hab¨ªa sido partidario de combatir el narcotr¨¢fico con otros medios distintos de los de la extradici¨®n de los jefes de los carteles de Medell¨ªn y Cali; ser¨ªa, por tanto, incongruente pensar que fue ejecutado por ¨¦stos. La hip¨®tesis m¨¢s evidente es la que apunta a los movimientos de extrema derecha y al Ej¨¦rcito, enemigos cerriles, implacables y torpes de los ex guerrilleros.
De todos modos, la utilizaci¨®n de sicarios enloquecidos, coches bomba, atentados... hacen constante y solidariamente culpables a todos los que, en un momento u otro, recurren a tan brutales procedimientos de acallar al adversario. La ¨²nica esperanza del Gobierno est¨¢ en doblegar a los narcos y quebrar la ola de barbarie de la derecha. Si cabe sacar alguna conclusi¨®n de esta sistem¨¢tica eliminaci¨®n de los colombianos m¨¢s sensatos es que s¨®lo una aplicaci¨®n rigurosa y fuerte de las normas civilizadas del derecho podr¨¢n acallar a los que matan.
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