Apa?os y parches en Europa
La deliberada ambig¨¹edad del Kremlin sobre la unificaci¨®n alemana descubre claramente cu¨¢l va a ser la postura de Mosc¨² ante el redise?o del mapa estrat¨¦gico de Europa, acabada la era de la guerra fr¨ªa. Esa ambig¨¹edad es un ejercicio en el que se combinan rotundas tomas de postura contra la pertenencia a la OTAN de la futura gran Alemania con atisbos de flexibilidad.La carta alemana que Mija¨ªl Gorbachov guardaba en la manga cuando, a¨²n no hace un a?o, fue recibido espectacularmente en Bonn ha ido perdiendo valor seg¨²n el v¨¦rtigo de los acontecimientos pon¨ªa en evidencia la aut¨¦ntica dimensi¨®n del colapso del imperio sovi¨¦tico. El apasionado abrazo que los pa¨ªses miembros de la Comunidad Europea (CU) -incluido el reticente Reino Unido- han dado al proyecto pangerm¨¢nico y paneuropeo del canciller federal Helmut KohIcoincide con la fr¨ªa recepci¨®n en Mosc¨² de su protegido el hugonote Lothar de Maiziere, el virrey de las provincias germ¨¢nicas orientales, en funci¨®n de mensajero llegado para comunicar la inminente absorci¨®n de sus dominios por el renovado Sacro Imperio.
Mientras la agencia oficial sovi¨¦tica repet¨ªa las tesis del zar reformista en el sentido de que Mosc¨² no permitir¨ªa que la Alemania unificada formara parte de la OTAN, su brazo derecho, el georgiano Edvard Shevernadze, se entregaba a un curioso ejercicio sem¨¢ntico sustituyendo el tenebroso concepto de neutralidad por el de no alineado, en una entrevista casualmente concedida a un peri¨®dico irland¨¦s para que las huestes de Bruselas se desayunaran con ella.
De Maiziere indicaba que su -impresi¨®n personal" era que Gorbachov estaba preparado para asumir que la Alemania unificada entrara a formar parte ele la Alianza Atl¨¢ntica "una vez que las nuevas estructuras y estrategias hayan sido establecidas".
'Dos m¨¢s cuatro'
Las comisiones de expertos de la conferencia dos m¨¢s cuatro, en la que las llamadas cuatro potencias vencedoras de la II Guerra Mundial y las tambi¨¦n llamadas dos Alemanias deben llegar finalmente a un acuerdo sobre el tratado de paz nunca firmado al acabar el ¨²ltimo desaguisado planetario, se reun¨ªan ayer en Berl¨ªn Este para preparar el temario de los ministros de Exteriores que se reunir¨¢n el s¨¢bado en Bonn.
De hecho, hace tiempo que las bases del acuerdo quedaron establecidas. Concretamente cuando Kohl y Genscher llegaron a Mosc¨² a principios de a?o en busca de la llave de la unidad. Al margen de las garant¨ªas estrat¨¦gicas que el Kremlin considera imprescindibles para sentirse seguro en su flanco occidental, Gorbachov exige a Bonn que se haga cargo de dos importantes facturas. La primera, que le mantenga el suministro de bienes de alta tecnolog¨ªa y manufacturas especializadas que, hasta muy recientemente, le proporcionaba la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA). Y los quiere, adem¨¢s, en forma de ¨²ltimos modelos; no quiere un Trabant, sino un Mercedes, y, adem¨¢s, pagado en rublos.
Las tropas sovi¨¦ticas estacionadas en la RDA -380.000 hombres-tampoco van a volver a su tierra, por lo menos en un futuro previsible. Mosc¨² no tiene ni los medios ni el dinero para repatriarlos. Bonn se har¨¢ cargo tambi¨¦n de la factura.
Lo que han descubierto tanto los estrategas del Kremlin como los de Bonn, Washington, Par¨ªs y Londres es que la fluidez de los acontecimientos no permite a¨²n establecer un marco ideal para la seguridad en Europa que sustituya los viejos mapas de la guerra fr¨ªa. El ejemplo lituano es evidente. Nadie sabe a ciencia cierta cu¨¢l va a ser la salida final al embrollo b¨¢ltico. Mientras tanto, hay que buscar apa?os temporales, soluciones peque?as, parches.
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