En la ardiente oscuridad

El X Festival de Jazz de San Isidro inaugur¨® nueva sede, el teatro Pr¨ªncipe Gran V¨ªa, que si bien presenta muy buenas condiciones de proximidad, visibilidad y sonido., ofreci¨® su estreno como plaza jazz¨ªstica en una sesi¨®n cercana a la sauna. Parece ser que se estrope¨® el aire acondicionado del local, y quien lleg¨® a su c¨®modo asiento pudiendo sentirse bomb¨®n en bombonera (en la aparente decoraci¨®n de este teatro), tambi¨¦n pudo acabar el concierto meditando acerca del temple de san Lorenzo en la parrilla o del sentimiento del pollo en el asador. La m¨²sica tambi¨¦n prest¨® calor al p¨²blico que sigui¨® con entusiasmo las dos tardes del concierto.El primer turno correspond¨ªa al d¨²o formado por Tom¨¢s San Miguel y Jorge Pardo, dos m¨²sicos madrile?os verdaderamente confirmados de la generaci¨®n que va hacia la mitad de sus treintas. Interpretaron repertorio propio (y original) y su trabajo resulta convincente. En el plano, Tom¨¢s San Miguel se present¨® lleno de aciertos, y en el blues interpretado a plano solo (aun con la cancioncilla que encierra) pudo manifestarse como alguien notable. Jorge Pardo no usa el tenor en este d¨²o, desempe?¨¢ndose en la flauta, con la que empez¨®, y con el saxo soprano, que controla bien y que sabe llevar a la exasperaci¨®n de su sonido en un plano cercano al del noruego Jan Garbarck. En el temario, algunas composiciones de inspiraci¨®n espa?ola, buler¨ªas, nanas, en las que la flauta de Pardo y el plano de San Miguel cumplen las veces de la voz y la guitarra. Resuelven constantemente m¨²sica de no f¨¢cil ejecuci¨®n y con un punto m¨¢s de perfecci¨®n, de rotundidad, de seguridad (que vienen con el ejercicio en concierto) podr¨ªan resultar muy presentables en el panorama del jazz europeo.

Eddie G¨®mez est¨¢ ya en la historia de su instrumento, el contrabajo, y sigue siendo un espect¨¢culo y un concierto por s¨ª mismo. En Superband re¨²ne una coalici¨®n de viejos y nuevos colaboradores en territorio de fusi¨®n. Entre los viejos compa?eros est¨¢ Steve Gadd, a quien sorprendi¨® encontrar con 20 kilos menos y una disminuci¨®n semejante de punch. Sigue siendo un gran baterista, pero parece otro, que jam¨¢s pasa a la maquinaria que ejerc¨ªa en el Gadd Gang (tambi¨¦n con G¨®mez y Brecker). Randy Brecker es un buen trompetista, pero tal vez tan correcto como adivinable, y Dick Oats, uno de esos potentes j¨®venes saxos tenores a quien no costa r¨ªa imaginar junto al altista Kenny Garrett en la banda de Miles Davis; Ken Werner, en el plano y teclados electr¨®nicos, hizo de todo. Entre lo m¨¢s interesante, el liderazgo real de G¨®mez y un nardis, la composici¨®n de Davis, que arranc¨® del solo de contrabajo con arco sobre B¨¦same mucho.