Las colleras, ese turbio asunto
Alcurruc¨¦n / Cuatro rejoneadoresToros para rejoneo, exageradamente desmochados, de Alcurrucen, grandes, que dieron juego. Manuel Vidri¨¦: rej¨®n ca¨ªdo (ovaci¨®n y saludos). Curro Bedoya: un rej¨®n (oreja). Lorenzo Hern¨¢ndez: rej¨®n en los ri?ones, rueda de peones, rej¨®n trasero y, pi¨¦ a tierra, descabello (palmas y saludos). C¨¦sar de la Fuente: rej¨®n bajo (aplausos y saludos),
Por colleras: Hern¨¢ndez, rej¨®n trasero; Vidri¨¦, rej¨®n bajo y, pie a tierra, dos descabellos (palmas y saludos). Bedoya -con De la Fuente- rej¨®n en lo alto (oreja). Bedoya sali¨® a hombros por la puerta grande.
Plaza de Las Ventas, 19 de mayo. Novena corrida de feria.
Lleno de "no hay billetes".
JOAQU?N VIDAL
Cuando los defensores de los animales se enteren de que existe el rejoneo por colleras, a lo mejor va uno y se tira por el Viaducto. Los defensores de los animales, que llevan toda la vida de Dios poniendo verdes las corridas de toros corrientes y molientes, ni imaginan la existencia del rejoneo por colleras, que es un turbio asunto dif¨ªcil de digerir, m¨¢s a¨²n de entender.
El rejoneo por colleras -seg¨²n ignoran los defensores de los animales, y ojal¨¢ lo ignoren siempre, si queremos tener la fiesta en paz-, es dos a caballo tomando el pelo a un toro, no se sabe con qu¨¦ motivo. Y a¨²n, si se limitaran a tomarle el pelo al estilo castizo -por ejemplo haci¨¦ndole creer que le echan una vaca y, luego resulta que es un burro disfrazado-, bueno, ser¨ªan esas bromas inocentes que todo el mundo debe aceptar, hoy, por ti, ma?ana por mi. Pero resulta que la tomadura de pelo de las colleras consiste en que al toro le clavan hierros, le tunden los lomos y el incauto animal ni sabe de d¨®nde le viene tanta paliza.
Est¨¢ el toro intrigad¨ªsimo -pongamos por caso- pues lleg¨® la hora de cenar y no aparece el mayoral con el pienso, cuando se le avalanza un t¨ªo a caballo que le clava un hierro; va a responderle como merece, otro t¨ªo a caballo surge del lado opuesto y tambi¨¦n le clava un hierro; protesta airadamente de esta agresi¨®n cuando ya vuelve el primero y le clava; luego, el segundo, lo mismo; de nuevo el primero ... ; y venga piafar de caballer¨ªa, galopes, retumbar de cascos. ?Le vuelven loco, al pobre toro!
La sustancia de este turbio asunto parece consistir en el alarde de los caballistas, en su sincron¨ªa montando y tundiendo, en la belleza del conjunto. Aunque depende, pues a veces alarde y sincron¨ªa pertenecen al universo de los buenos prop¨®sitos. Sin ir m¨¢s lejos, la collera formada por Manuel Vidri¨¦ y Lorenzo Hern¨¢ndez, ayer, que se amontonaban y clavaban los hierros donde cayeran. En cambio la collera formada por Curro Bedoya y C¨¦sar de la Fuente funcion¨® sincr¨®nica m¨¢s que la otra, clav¨® mejor, y finalmente Bedoya fulmin¨® al atribulado toro de un rejonazo en el mism¨ªsimo hoyo de las agujas, lo cual es una gran novedad, porque los rejones de muerte suelen ir a parar a los bajos de los toros, si no es a los propios s¨®tanos.
No hubo de ser casualidad porque Bedoya tambi¨¦n mat¨® por arriba al toro que rejone¨® sin collera ni nada. Bedoya se sent¨ªa inspirado e hizo alardes de monta, reuni¨® al estribo buenos pares de banderillas -otros, a la grupa, pasando ante el toro como Talgo por apeadero-, tore¨® cuando era menester, y todo ello con mucho espect¨¢culo, para alegr¨ªa del p¨²blico, que disfruta con las galopadas, y si ve sombrerazos adem¨¢s, entonces se priva. Por eso los rejoneadores galopan mucho y se pasan la tarde saludando sombrero en mano. Los rejoneadores saludan m¨¢s que el Papa desde el balc¨®n del Vaticano.
Hasta Manuel Vidri¨¦, que es el m¨¢s sobrio de los caballeros rejoneadores, practica la elegancia social del sombrerazo. Lo que no le impide bordar el toreo ecuestre. No exactamente ayer, pues daba la sensaci¨®n de desganado y salvo algunos lance maestros tuvo una actuaci¨®n gris. Por su parte, los j¨®venes Lorenzo Hern¨¢ndez y C¨¦sar de la Fuente rejonearon con entusiasmo, y no ten¨ªan otro remedio, para no verse oscurecidos por la veteran¨ªa de Bedoya y Vidri¨¦ Hern¨¢ndez ejecut¨® quiebros con precisi¨®n y De la Fuente puso tanto arrojo, que comprometi¨® los caballos y alguno se llev¨® topetazos de las astas mochas.
Fueron muy aplaudidos lo j¨®venes rejoneadores y eso que a aquellas alturas de la tarde, cuando salieron en tercero y cuarto lugar, el p¨²blico ya empezaba a cansarse de tanta caballer¨ªa. El rejoneo es una interesante modalidad torera, siempre que no empache ni se haga por colleras. Los rejone¨®filos dicen, sin embargo, que las corridas de rejoneo y sus colleras son lo que m¨¢s gusta y divierte. Pero exageran: lo que m¨¢s gusta y divierte son las coplas de Reverte, que dec¨ªan los romances de ciego, ya en tiempos de Maricasta?a.
Babelia
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