Aquellos 'guirlaches' que se disputaban las figuras
Galache / Oliva, Bote, BoniToros de Francisco Galache, desiguales de presencia y juego, anovillados 2? y 3?, mansos en general, 1? encastado y noble. Emilio Oliva: pinchazo trasero, estocada trasera y descabello (aplausos); estocada corta atravesada y cuatro descabellos (silencio). Jos¨¦ Luis Bote: estocada saliendo trompicado, rueda de peones y dos descabellos (palmas y algunos pitos); pinchazo y metisaca escandalosamente baja (divisi¨®n). Boni: estocada perpendicular y tres descabellos (silencio); pinchazo y estocada (ovaci¨®n y salida al tercio). Plaza de Las Ventas, 20 de mayo. 10? corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".
JOAQUIN VIDAL
La ganader¨ªa cuyos toros tan malos salieron ayer en Las Ventas, se la disputaban hace a?os las figuras. O sea, que sic transit gloria mundi, como dir¨ªa fray Gerundio de Campazas o, en su defecto, el Cura de Valverde, que de esto sabe, porque es ganadero famoso. Naturalmente, hace a?os no eran malos los toros de esa ganader¨ªa, de nombre Francisco Galache. A decir verdad, eran buenos, no exactamente para la lidia, pero s¨ª para los prop¨®sitos de los toreros, que consist¨ªan en cortarles las orejas con el m¨ªnimo riesgo f¨ªsico para su persona. Resultaban tan buenos y tan dulzones los galaches, que el inolvidable Curro Meloja -director de la mejor emisi¨®n taurina que ha conocido la radiodifusi¨®n espa?ola- los llamaba guirlaches, y con ese nombre iban a pasar a la posteridad.La ¨²ltima disputa sobre los guirlaches la tuvieron El Cordob¨¦s y Palomo Linares. Anduvieron a la gre?a, pues ambos quer¨ªan torearlos en la feria de San Isidro, y finalmente gan¨® El Cordob¨¦s, m¨¢xima figura de su tiempo. Se habl¨® mucho de aquello y la gente andaba muertecita de curiosidad por saber de qu¨¦ pasta ser¨ªan los galaches-guirlaches para causar tanto alboroto. Lo supo en cuanto empezaron a salir por los toriles de Las Ventas y entonces entendi¨® perfectamente el motivo verdadero de la pendencia: eran como ovejas.
Recientemente ha conocido la afici¨®n otro caso similar con Espartaco-Joselito y los atanasios en el fondo de la cuesti¨®n, aunque salvando las distancias pues lo de los guirlaches ocurri¨® en los a?os 60, que fue la d¨¦cada m¨¢s fraudulenta de la historia de la tauromaquia, y los toros que saltan hoy a la arena, a¨²n los chicos, son mamuts, comparados con aquellos.
Mas la decadencia de los guirlaches acaso sirva de ejemplo a los atanasios. Suele ocurrir en las ganader¨ªas que, por seleccionar dulzura en lugar de casta brava, acaban amansadas y embastecidas. Los dos fracasos seguidos de los atanasios en las ferias de Sevilla y de San Isidro son un aviso para esta ganader¨ªa, que podr¨ªa dejar de ser la favorita de las figuras, como ocurri¨® con la de Galache, ya avisada en su momento.
Ahora bien, a los tres espadas de ayer no les libera de sus responsabilidades el mal cartel de los galaches, pues alguno de estos conservaba los cromosomas buenos que ten¨ªan de antiguo, en mayor o menor proporci¨®n. El quinto y el sexto, en menor proporci¨®n; el que abri¨® plaza, en mayor. Al que abri¨® plaza los cromosomas buenos se le sal¨ªan por las orejas y cualquier diestro que sintiera el gusto por el toreo puro, al advertir su encastada nobleza, habr¨ªa aprovechado para interpretar una muestra antol¨®gica de la tauromaquia y, de paso, alcanzar un triunfo sonado. Lamentablemente no era ese el caso de Emilio Oliva, a quien correspondi¨® el toro de los cromosomas buenos. Emilio Oliva, en lugar de interpretar muestras antol¨®gicas, pegaba pases, bien aliviado de pico, mal asistido de temple, y adem¨¢s sin ligar, porque al rematarlos se quitaba de en medio.El cuarto toro se puso reserv¨®n y Oliva lo pasaport¨® con brevedad. Jos¨¦ Luis Bote tuvo un toro de corta arrancada al que ahog¨® las embestidas y otro de mejor recorrido, al que instrument¨® algunos muletazos ce?idos de honda factura y clase superior, junto a otros destemplados, en rara mezcolanza. Boni peg¨® muchos pases, lig¨® pocos y no acababa de acoplarse al ritmo de sus toros.Uno de ellos, el tercero, un coloradito que soliviant¨® a la afici¨®n por sus anovilladas hechuras, recordaba en el tipo los guirlaches de la disputa. A los aficionados m¨¢s antiguos se les abr¨ªan las carnes al revivir en ese tor¨ªn colorao aquella d¨¦cada siniestra, y don Mariano, que hac¨ªa conjuros desde la grada, gritaba Vade retro! como dir¨ªa fray Gerundio de Campazas por no barbarizar o, en su defecto, el Cura de Valverde, si se encontraran en la apocal¨ªptica situaci¨®n que aqu¨ª se narra.
Babelia
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