Las pantallas antirruido en las v¨ªas de transporte
La necesidad de acometer en las grandes ciudades espa?olas una pol¨ªtica de construcci¨®n de barreras antirruido, en l¨ªnea con la pol¨ªtica desarrollada en otros pa¨ªses europeos, es defendida por el autor del art¨ªculo. Esta necesidad aumenta ante la futura construcci¨®n de autov¨ªas y los planes ferroviarios en marcha.
"Alg¨²n d¨ªa el hombre tendr¨¢ que combatir el ruido de forma implacable como ha combatido el c¨®lera o la peste". As¨ª vaticin¨® Robert Koch en Berl¨ªn en 1880 la evoluci¨®n futura del ruido permanente sobre las personas, planteando la analog¨ªa entre las plagas b¨ªblicas y las nuevas epidemias del ruido que acosa al ciudadano.En s¨®lo un siglo, nuestro planeta ha sufrido una metamorfosis ambiental sin precedente en toda su historia, de tal manera que de cada m¨¢quina de transporte que el hombre creaba surg¨ªan tambi¨¦n residuos s¨®lidos, l¨ªquidos, gaseosos y ac¨²sticos.
Se ha probado fehacientemente que las personas sometidas a niveles sonoros comprendidos entre 65 y 80 decibelios est¨¢n expuestas a alteraciones psicosom¨¢ticas y a una reducci¨®n de rendimientos intelectivos y laborales, con p¨¦rdida del bienestar.
Con una exposici¨®n superior a 80 dB(A) aparecen alteraciones f¨ªsicosensoriales graves. Existen, pues, como m¨ªnimo 15 razones para abordar el tratamiento del ruido y la adopci¨®n de medidas correctoras aplicadas entre el tr¨¢fico y el receptor.
La situaci¨®n en Espa?a
Los actuales programas de construcci¨®n de autov¨ªas y los planes de actuaci¨®n ferroviaria est¨¢n configurando un cuadro infraestructural de nueva planta, estableci¨¦ndose de este modo un marco de modernizaci¨®n de las comunicaciones terrestres cuyo objetivo es crear, para el m¨ªtico a?o 1992, unas infraestructuras viales adecuadas a las exigencias de los pa¨ªses comunitarios.
La construcci¨®n y explotaci¨®n de estos planes conlleva una carga ambiental que es necesario corregir y atenuar. Estad¨ªsticamente el ruido constituye el impacto ambiental que m¨¢s afecta negativamente a los ciudadanos que habitan en el alfoz de nuestras grandes conurbaciones.
Se ha avanzado notablemente en la reducci¨®n del nivel sonoro en la fuente y tambi¨¦n en la protecci¨®n de los inmuebles mediante el empleo de materiales ac¨²sticamente avanzados. En el interior de las viviendas cerradas se consiguen atenuaciones ac¨²sticas del orden de 30 y 40 decibelios.
Sin embargo, el ciudadano utiliza tambi¨¦n los espacios exteriores de acceso a las viviendas y las zonas verdes p¨²blicas en sus ratos de ocio y distracci¨®n, con lo cual queda sometido al impacto directo del ruido del tr¨¢fico. Se configura as¨ª un cuadro de como ponente dual emisor-receptor, entre los cuales es preciso interponer un obst¨¢culo de tal manera que interrumpa la onda ac¨²stica con reflexi¨®n o absorci¨®n de la energ¨ªa incidente. As¨ª, la energ¨ªa residual que accede al receptor s¨®lo se transmite por difracci¨®n por encima de la coronaci¨®n de la barrera, siendo precisamente este fen¨®meno f¨ªsico la v¨ªa de acceso del ruido m¨¢s determinante a efectos de valorar un nivel de atenuaci¨®n dado.
Nuestro pa¨ªs, ensimismado en divagaciones cuantitativas, no ha ordenado adecuadamente sus planteamientos respecto al medio circundante, de forma que hasta bien avanzada la segunda mitad del presente siglo no aparece una marcada concienciaci¨®n sobre el patrimonio natural.
Estr¨¦pito, estruendo y ruido siguen siendo descriptores definitorios de nuestra ac¨²stica social en las zonas urbanas.
V¨ªas de transporte, ¨¢reas industriales y aglomeraciones residenciales conforman fuentes claves generadoras de la mayor parte del ruido que acosa a nuestros ciudadanos. Efectivamente, Espa?a, junto con Jap¨®n, es el pa¨ªs m¨¢s ruidoso de la OCDE. Carente de normativas reguladoras, de limitaciones ac¨²sticas y de pantallas antirruido, nuestro pa¨ªs inicia ahora una ¨²nica singladura hacia soluciones mejores.
La experiencia europea
Organizadas adecuadamente, las pantallas antirruido suponen una respuesta actual a la problem¨¢tica ac¨²stica en zonas urbanas perif¨¦ricas sometidas al impacto directo del tr¨¢fico vial.
A nivel europeo existe toda una dilatada experiencia de m¨¢s de 20 a?os en la construcci¨®n de este tipo de ecomobiliario para atenuar ruidos del tr¨¢fico. De hecho, Alemania Occidental dispone de m¨¢s de 1.800 kil¨®metros de pantallas antirruido en carreteras y ferrocarriles.
Francia, Reino Unido, Italia y pa¨ªses del Benelux construyen a lo largo de sus v¨ªas de transporte pantallas antirruido muy avanzadas, respondiendo claramente a una muy exigente demanda social en materia de ruidos.
En todo esto subyace la idea com¨²n de proteger al ciudadano de las acciones ac¨²sticas frente al tr¨¢fico. La concepci¨®n de las pantallas responde a una pol¨ªtica ambiental muy rigurosa aplicable a las zonas urbanas m¨¢s agredidas por el tr¨¢fico.
Las pantallas antirruido constituyen per se un marco de comunicaci¨®n con el viajero que lo visualiza a 100 kil¨®metros por hora y con el espectador est¨¢tico que lo contempla sentado en un banco. Esta relaci¨®n din¨¢mico-est¨¢tica queda enriquecida visualmente con la diversificaci¨®n de las formas, evitando elementos organizados mon¨®tonamente con seriaci¨®n inexpresiva.
La respuesta de las pantallas antirruido a la acci¨®n del tr¨¢fico urbano constituye ya cuerpo doctrinal en aquellos pa¨ªses ambientalmente avanzados que, al aceptar el veh¨ªculo, introducen f¨®rmulas que aten¨²en su impacto.
En el fondo subyace de modo permanente la necesidad ciudadana de protegerse del ruido residual del tr¨¢fico. En muchos pa¨ªses de nuestro continente, muy sensibilizados por la problem¨¢tica ambiental, se combate ya implacablemente la epidemia ac¨²stica como anta?o se combati¨® el c¨®lera o la peste. Efectivamente,, en sus profec¨ªas del siglo pasado, Robert Koch ten¨ªa raz¨®n.
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