Comienza en TVE-1 la serie 'Detective privado'
Un presupuesto sin precedentes para una serie de televisi¨®n (18 millones de d¨®lares) y un autor, Anthony Yerkovich -Canci¨®n triste de Hill Street, Corrupci¨®n en Miami-, cuya fama le precede, son los cr¨¦ditos de la serie Detective privado, que hoy estrena TVE-1 por la noche. Aun cuando fue uno de los mayores fiascos de audiencia de la historia de la televisi¨®n norteamericana, la prensa lleg¨® a decir de ella que era lo mejor de la temporada. Sin embargo, los ¨ªndices de audiencia de esta serie retro, expresionista y subjetiva, "al estilo del cine negro", seg¨²n el autor, decidieron su cancelaci¨®n.
Que el nuevo policiaco de Yerkovich iba a tener esa voluntad -o efectos- de estilo que distingui¨® a Corrupci¨®n en Miami y propici¨® la subsecuente pol¨¦mica entre fieles y detractores era previsible desde el principio. Su primer gui¨®n, Cap de Antibes, ya estaba ambientado y fechado en ¨¦poca y lugar ex¨®ticos para las habituales coordenadas de las historias de polic¨ªas y detectives de la industria: 1924 , en el sur de Francia. No lo vendi¨®, pero le sirvi¨® para que Steven Bochco y Michael Kozoll -que por entonces estrenaban su Canci¨®n triste de Hill Street- se fijaran en este americano originario de Buffalo.
18 millones
Aqu¨¦l fue el primer gui¨®n encargado fuera por Bochco y Kozoll, que hab¨ªan escrito los cuatro primeros episodios de la serie. Yerkovich recuerda que le impresion¨® el programa piloto de Hill Street y que, con el tiempo, termin¨® por especializarse en los tipos raros del grupo de Furillo (el capit¨¢n Howard Hunter, uno de ellos). Fueron unas 2.000 p¨¢ginas como guionista, que abandon¨® en la tercera temporada porque "estaba empezando a repetirme a m¨ª mismo".Su verdadera criatura fue Corrupci¨®n en Miami. Michael Mann, el productor, se llev¨® los laureles de esta nueva serie de polic¨ªas para la generaci¨®n del videoclip, pero Yerkovich fue su inventor, Una temporada en la serie fue suficiente. Quer¨ªa hacer una pel¨ªcula -Gunslin ger-, pero lo que sali¨® adelante fue Detective privado. El fenomenal impacto de Miami vice le abri¨® de par en par las puertas en la cadena NBC, que le puso 18 millones de d¨®lares a su disposici¨®n. S¨®lo el programa piloto cost¨® 6,5 millones, la mayor parte empledos en la recreaci¨®n del Los ?ngeles de los a?os cincuenta y en los efectos especiales para las escenas de violencia, expertamente coreografiadas para conseguir un realismo in¨¦dito en la peque?a pantalla.La pretensi¨®n del equipo era. conseguir no tanto una serie televisiva como un filme semanal de una hora.Detective privado ir¨¢ m¨¢s all¨¢ del paisaje con figura y se traer¨¢ la ciudad de Los ?ngeles y el rock and roll al primer plano de la narraci¨®n, tan locuaces y comunicadores en la intenci¨®n de Yerkovich como el h¨¦roe, Jack Cleary, un ex polic¨ªa que se convierte en detective privado despu¨¦s de vengar la muerte de su hermano.
Con la serie, Yerkovich intenta crear algo "sofisticado y atmosf¨¦rico", que en alg¨²n momento recuerda, c¨®mo no, a Miami vice -"demasiadas siluetas, demasiadas barbas de tres d¨ªas y poses de magazine de moda", se escribi¨® en una rese?a poco favorable-, de ambiciones expresionistas, al estilo de cierto cine negro. Muy diferente, en todo caso, ha remarcado Yerkovich, de lo que se hizo en Canci¨®n triste de Hill Street. "Lo que intentamos hacer es ser subjetivos en el mejor sentido del cine negro".
Yerkov¨ªch no duda en referirse al expresionismo alem¨¢n, a la utilizaci¨®n de espacios no realistas, contraste de luces y sombras, para describir su obra. "Nada expresado literalmente", apostilla, "de la manera que se hac¨ªa en Hill Street, sino a trav¨¦s de la imagen".
La incomprensi¨®n de la audiencia forz¨® a la cadena NBC a repensarse la serie. Se intent¨® vanamente que Yerkovich alegrara el lado "oscuro y siniestro", se dijo, de la serie y que introdujera m¨¢s humor y menos tragedia. Tampoco gust¨® que la acci¨®n y la atm¨®sfera de la ¨¦poca le disputaran protagonismo a los personajes centrales. Pero la ¨¦poca estuvo desde el principio en los t¨ªtulos de cr¨¦dito, en un lugar prominente
Retrato de una d¨¦cada
Del por qu¨¦, dice Yerkovich: "Los a?os cincuenta son un catalizador fant¨¢stico para crear historias. Los aspectos socioculturales del periodo son tremendos. La energ¨ªa at¨®mica, la televisi¨®n, el rock and roll, las computadoras, muchas de las cosas que ahora manejamos tuvieron su comienzo en los cincuenta". "Para m¨ª", a?ade Yerkovich, "es mucho m¨¢s interesante mostrar los or¨ªgenes del cambio que sus manifestaciones". La lucha por los derechos civiles, la caza de brujas, las listas negras, la Mafia son otros trazos de esa ¨¦poca que, para Yerkovich, tiene poco que ver con la Am¨¦rica del hula-hoop recordada por la mayor¨ªa.Es ah¨ª, en ese marco, donde intenta colocar a sus protagonistas: el ex polic¨ªa Jack Cleary (Michael Woods), expulsado del cuerpo por falsos cargos, y un rockero, Johnny Betts (Josh Brol¨ªn), al que encuentra paseando por Sunset Strip y al que apadrina moral y materialmente. Estos dos hombres, aun cuando son muy diferentes, juntar¨¢n sus esfuerzos para encontrar al asesino del hermano de Jack. Logrado su objetivo, la polic¨ªa rehabilitar¨¢ a Jack, pero ¨¦ste ha decidido hacerse cargo de la empresa de detectives que regentaba su hermano y empezar una nueva vida. Junto a ellos, una secretaria llamada Dottie Dworski (Liza Jane Persky), con trazas de Betty Boop, masticadora empedernida de chicle y con aspiraciones de estrella de cine.
Joe Jackson le pone m¨²sica -imprescindible en la era del videoclip- a esta nueva versi¨®n de Crockett y Tubs -los dos personajes de Corrupci¨®n en Miami- que se estren¨® en la televisi¨®n norteamericana en septiembre de 1987.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.