La sencillez de tio Phil
Cuando se abri¨® el tiovivo que cubr¨ªa el escenario apareci¨® Phil Collins como el t¨ªo que se quita la corbata y nos lleva al parque de atracciones en d¨ªa de fiesta. Tras ¨¦l, 11 m¨²sicos reclutados entre lo m¨¢s granado de la profesi¨®n. All¨ª estaban el bater¨ªa Chester Thompson y el bajista Leeland Sklar, una base r¨ªtmica cotizada por cualquier artista o estudio de grabaci¨®n. Y Daryl Stuermer, un magn¨ªfico guitarrista lanzado por el violinista Jean Luc Ponty. Y el saxofonista Donald Myrick, con un fraseo preciso y un excelente sonido. Y Phil Collins ante el micr¨®fono, la segunda bater¨ªa y el piano, dispuesto a ofrecer una noche agradable. Cuando acab¨® el recital, tras dos horas y media de canciones, los 11.000 espectadores que abarrotaron el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid hubieran firmado que lo consigui¨® con creces.A sus 39 a?os, Phil Collins es uno de los m¨²sicos que han contribuido a convertir el pop en una de las m¨²sicas populares de la segunda mitad del siglo XX. El brit¨¢nico es uno de los nuevos crooner que han estandarizado el pop, revisti¨¦ndolo de clasicismo y poni¨¦ndolo al alcance de audiencias masivas a costa de no correr excesivos riesgos. Un s¨®lo dato: de su ¨²ltimo disco, But seriousIy, ha vendido en nuestro pa¨ªs m¨¢s de 600.000 ejemplares. Su recital en el Pabell¨®n de la Comunidad de Madrid fue la demostraci¨®n palpable de que este nuevo clasicismo puede alcanzar gran altura art¨ªstica siempre que se aborde con seriedad, rigor, profesionalidad y sencillez.
Phil Collins
Phil Collins (voz, bater¨ªa y teclados), Daryl Mark Stuermer (guitarra), Leeland Bruce Sklar (bajo), Chester Cortez Thompson (bater¨ªa), Brad Cole (teclados), Michael Maurlee Davis (trompeta), Harry Kim (trompeta), Donald Myrick (saxo), Louls EdwardSatterf¨ªeld (tromb¨®n), Bridgette Bryant (coros), Amold MeCuller (coros), Frederick C. White (coros). Pabell¨®n de Deportes de la Comunidad. 11.000 personas. Precio: 3.500 pesetas. Madrid, 23 de mayo.
Comenz¨® con Hand to hand, un largo tema instrumental que calde¨® el ambiente, permiti¨® comprobar la solidez de sus m¨²sicos y mostr¨® las dificultades de son¨®rizar el Palacio de Deportes de la Comunidad, que el equipo t¨¦cnico de Phil Collins super¨® conforme transcurr¨ªan los minutos, hasta conseguir un excelente sonido. Quiz¨¢ por estos problemas iniciales -el bajo de Leela d Sklar sonaba confuso y la guitarra de Daryl Stuermer apenas se entendi¨® hasta la interpretaci¨®n de Dont lose my number, a los 30 minutos de recital-, a Collins le cost¨® alcanzar el grado de comunicaci¨®n que el p¨²blico esperaba.
Pero el brit¨¢nico es un viejo zorro y sabe muy bien c¨®mo plantear un recital. A una canci¨®n lenta, especialidad con la que Phil Collins ha logrado sus ¨¦xitos m¨¢s significativos, suced¨ªa otra de ritmo m¨¢s vivo que levantaba los ¨¢nimos. Y tras la ternura aparec¨ªa la catarsis; tras la melancol¨ªa, la alegr¨ªa; tras la tranquilidad, el vigor. As¨ª llegaron la,, baladas Another day in paradise, In the air tonight y One more night, y la fuerza de You cant hurry love (versi¨®n de un cl¨¢sico de The Supremes compuesto por Holland, Dozler y, Holland), Sussudio y Easy lover.
La progresi¨®n in crescendo del concierto fue excelente. La capacidad de Phil Collins como compositor de melod¨ªas capaces de calar en el p¨²blico qued¨® demostrada en las baladas. Su amor por la m¨²sica negra, por el soul de los sesenta, fue palpable en las canciones m¨¢s r¨¢pidas. En las primeras tambi¨¦n demostr¨® imaginaci¨®n para utilizar la programaci¨®n r¨ªtmica y dulzura en los arreglos. En las segundas permiti¨® el lucimiento de sus m¨²sicos con arreglos m¨¢s t¨®picos y lineales. En ambas, Phil Collins apareci¨® como un m¨²sico serio, honesto, sin querer dar gato por liebre.
El p¨²blico, protagonista
Sud¨® la camisa cuando compiti¨® con Chester Thompson a la bater¨ªa sin desmerecer. Cre¨® un ambiente cercano, casi familiar. Transform¨® el palacio en una casa. Se erigi¨® en un maestro de ceremonias c¨¢lido y bienhumorado. Se ofreci¨® entra?able y alejado de todo d¨ªvismo. Y al final, de nuevo en el tiovivo, consigui¨® que el p¨²blico se convirtiese en el protagonista del recital cuando 11.000 voces acabaron corcando Take me home (Ll¨¦vame a casa) con el cantante en funci¨®n en director. Hab¨ªan transcurrido 150 minutos y 27 canciones. Collins cerraba en Madrid su gira europea. Hab¨ªa ganado la sencillez de t¨ªo Phil.
Babelia
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