Veh¨ªculos, personas y urbanismo
La falta de adecuadas y suficientes ¨¢reas empresariales, de oficinas y servicios fuera de la ciudad y bien comunicadas con ¨¦sta, son algunas de las causas de que el tr¨¢fico en Madrid sea imposible, seg¨²n el autor.
Como bien se dec¨ªa en la publicacion Cr¨ªtica, del movimiento ciudadano de Vallecas, ocurre que con el problema que se ha creado en el tr¨¢fico viario madrile?o todos hemos concluido siendo, a la par que confiscadores, confiscados. Porque en este creciente estrangulamiento que en el ir, el venir y el estar urbano nos vemos presos, cada cual es estorbado, a la vez que estorba.De modo que en una sociedad tan basada en el dinero como esta, resulta que ese codiciado bien ya no sirve para circular por las calles. Ultimamente el tr¨¢nsito de veh¨ªculos ha alcanzado en diversas zonas de Madrid velocidades medias parejas a las de los viandantes.
Las dificultades a que hemos llegado en algo tan elemental como el poder moverse en el ¨¢mbito en que se reside y se trabaja tienen m¨²ltiples causas y motivaciones concretas, aunque lo que sucede al respecto es, en t¨¦rminos generales, l¨®gica consecuencia del modelo socioecon¨®mico que se est¨¢ desarrollando, pero tambi¨¦n, de c¨®mo se viene llevando a cabo ese desarrollo, pues aun dentro de ese mismo modelo caben variantes en la orientaci¨®n, graduaci¨®n y correlaci¨®n de sus componentes, par¨¢metros y l¨ªneas de desenvolvimiento, lo que toca muy de cerca precisamente a la asfixia circulatoria que ahora tanto nos trastorna.
Pues, sin duda, hay que reclamar la disminuci¨®n del uso de los veh¨ªculos privados y el correlativo aumento de la utilizaci¨®n de los transportes colectivos, con sustanciales mejoras y ampliaciones de ¨¦stos.Sin embargo, es necesario ser m¨¢s cr¨ªticos con una serie de distorsiones que se sit¨²an, no en el campo espec¨ªfico del transporte y de sus diversas modalidades p¨²blicas y privadas, sino en el del urbanismo en sus distintas dimensiones, incluida la pol¨ªtica comercial, industrial y de servicios. Y, por desgracia, de muchas de esas distorsiones se han derivado ya graves consecuencias para las que hay muy dificil soluci¨®n, lo que hace a¨²n m¨¢s obligado que se suscite una clara voluntad pol¨ªtica de poner remedio a lo que a¨²n pueda tenerlo.
Intr¨ªnsecos desaciertos
A estos prop¨®sitos, fuerza es referirse al Plan General de Ordenaci¨®n Urbana de Madrid, vigente desde 1985, que no s¨®lo conten¨ªa intr¨ªnsecos desaciertos en s¨ª mismo y que en todo caso hubieran tenido negativos efectos, sino que vino a chocar con esenciales dimensiones de la pol¨ªtica econ¨®mica general y de su proyecci¨®n en la realidad urban¨ªstica, en el mercado inmobiliario y en el marco financiero y tributario. Pues las directrices restrictivas y las medidas de control emanadas del Plan General madrile?o se han entremezclado con las orientaciones de car¨¢cter m¨¢s neoliberal de la pol¨ªtica econ¨®mica impulsada estatalmente por el Gobierno, de lo que se han seguido unas mayores tensiones especulativas en todo lo relacionado con la tenencia de bienes ra¨ªces y con su oferta y su demanda.
Y, paralelamente, la carest¨ªa de esos bienes tan indispensables, y los escollos para acceder a su adquisici¨®n y disfrute, se han acrecido a causa de las pr¨¢cticas intervencionistas, que no han faltado en otros planos de la pol¨ªtica econ¨®mica general, como el duro monetarismo que ha situado en alt¨ªsimas cotas los tipos de inter¨¦s de los cr¨¦ditos, a lo que se a?aden los fuertes incrementos de la presi¨®n fiscal y la multiplicidad y complejidad de las cargas y obligaciones tributar¨ªas que pesan sobre la promoci¨®n, la transmisi¨®n, la posesi¨®n y el uso de todo tipo de inmuebles. Siendo bien sabido que Espa?a es el pa¨ªs europeo en el que ha aumentado m¨¢s velozmente la presi¨®n fiscal en estos ¨²ltimos a?os, al paso que hemos llegado a tener tambi¨¦n los m¨¢s elevados costes financieros de toda Europa, en cualquier clase de pr¨¦stamos, incluidos los hipotecarios, tan fundamentales en el mercado de inmuebles.
Pero es que el propio Plan General de Madrid contiene, por su parte, y junto con las determinaciones dirigidas a poner freno a ciertas l¨ªneas de crecimiento de la ciudad, franqu¨ªas de signo contrario, permisivas en exceso, cuyas perturbadoras resultas son bien patentes y que se vienen traduciendo en la masiva erecci¨®n de grandes torres y bloques y otros aparatosos edificios en las zonas y barrios con mayores densidades de actividad y poblaci¨®n como, por ejemplo, el eje Castellana y su entorno.
Monopolio del lujo
Y no s¨®lo han ido proliferando cada vez m¨¢s los grandes inmuebles empresariales y de oficinas en el n¨²cleo interior de la urbe, sino que tambi¨¦n son las construcciones con pisos del mayor lujo, y para las clases m¨¢s acomodadas, las que han ido surgiendo por todas partes, con ausencia pr¨¢cticamente total de promociones de otras categor¨ªas y tipolog¨ªas de viviendas para sectores sociales medios y bajos. La supresi¨®n de los sistemas de viviendas de protecci¨®n oficial con rentas limitadas ha influido no poco en la consolidaci¨®n del monopolio del lujo que se est¨¢ produciendo en el interior de Madrid. De donde, por tanto, van siendo expulsados paulatinamente los ciudadanos con ingresos bajos, y aun medios, lo que, desde luego, no ayuda a que se reduzca el uso de los autom¨®viles privados y a que aumente el de los transportes p¨²blicos, seg¨²n es preciso para tratar de que disminuya la congesti¨®n urbana.
Otros muchos factores han contribuido a que en ¨¦sta se haya llegado a los actuales extremos. As¨ª, la falta de adecuadas y suficientes ¨¢reas empresariales, de oficinas y de servicios fuera de la ciudad y bien comunicadas con ¨¦sta, y que tan ampliamente se han desarrollado, y tan importante papel juegan, en otras grandes poblaciones de otros pa¨ªses.
Sin que tampoco podamos olvidar la autorizaci¨®n dada en 1985 para convertir las viviendas en locales comerciales, a lo que se une la pol¨ªtica de acumulaci¨®n masiva de establecimientos de diversi¨®n, que atraen una gran concurrencia de personas y de veh¨ªculos, algo a lo que el Ayuntamiento de Madrid se ha entregado con especial denuedo, incluso en los m¨¢s angostos nudos de calles del casco hist¨®rico.
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