El ¨¢ngel
Puesto que no ten¨ªa a nadie con quien hacer el amor, decidi¨® acostarse esa noche con su ¨¢ngel de la guarda, pero antes quiso que la acompa?ara a tomar unas copas por ah¨ª. Nunca hab¨ªa salido con un ser tan resplandeciente. El ¨¢ngel de la guarda llevaba t¨²nica blanca y alas de oro; las sandalias tambi¨¦n eran de oro y no parec¨ªa masculino ni femenino, sino de otro g¨¦nero bell¨ªsimo, casi animal, con un halo de fuego en el testuz. Ambos causaron gran sensaci¨®n en aquella terraza de Juan Bravo al bajar del coche. Los b¨²falos que all¨ª abrevaban en las tinieblas del s¨¢bado quedaron deslumbrados al ver el maravilloso acompa?ante que una chica tan corriente tra¨ªa. El ¨¢ngel pidi¨® el primer aguardiente, y la chica otro m¨¢s. Los dos bebieron sin parar dentro del resplandor que ¨¦l desped¨ªa, y ciegos ya, partieron luego en el descapotable hacia una discoteca de moda morre¨¢ndose. La chica nunca se hab¨ªa sentido deseada por un hombre, y ahora que iba a cumplir 27 a?os opt¨® por arrojarse al vac¨ªo, y as¨ª baj¨® a aquel s¨®tano moderno abrazada a la cadera intangible de su ¨¢ngel de la guarda, y todo el mundo pudo admirar la hermosura de este raro ejemplar de ant¨ªlope. La chica ya estaba borracha a esa hora, y ¨¦l se hallaba tambi¨¦n muy profundo de alcohol, pero la pareja bail¨® hasta la madrugada por todo el circuito de las salas de fiesta, en medio del corro que el p¨²blico siempre les formaba. Ella quer¨ªa galopar mucho esa noche, y en los lavabos de un antro, donde los clientes colgaban del techo boca abajo, supo que le hab¨ªan estallado dos rel¨¢mpagos en el fondo de la nariz, y al instante sobrevino la oscuridad, dentro de la cual segu¨ªan brillando las alas de oro y la t¨²nica blanca, y de esa traves¨ªa la chica s¨®lo podr¨ªa recordar despu¨¦s un n¨²mero indeterminado de sombras: tal vez ella hab¨ªa hecho el amor con un ser incandescente encima de un piano de cola mientras la gente aplaud¨ªa, tal vez hab¨ªa violado a un ant¨ªlope en los retretes del Cock. La chica ya no vivi¨® sino para recordar aquel momento estelar de su vida.
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