Una 'flauta magica' de buen tono
Ninguna apertura mejor para un ciclo oper¨ªstico de Mozart que La flauta m¨¢gica, el singspiel m¨¢s hermoso que se haya escrito nunca; tambi¨¦n, el acopio m¨¢s feliz de gracia que compositor alguno haya puesto en juego como contraste a escenas de trasfondo dram¨¢tico.La ¨®pera de C¨¢mara de Varsovia, invitada en esta ocasi¨®n por la revista Scherzo para abrir su tercer festival de m¨²sica, est¨¢ dirigida art¨ªsticamente, desde hace 30 a?os, por Stefan Sutkowski, quien entiende el espect¨¢culo l¨ªrico tal y como debe ser: una conjunci¨®n de teatro y m¨²sica en la cual ning¨²n valor debe anular al otro, por m¨¢s que, como sucede en La flauta m¨¢gica, existan notables diferencias entre la invenci¨®n. de Emmanuel Schikaneder y la de Mozart, pero en todo caso, el compositor puso m¨²sica a ese libreto y no a otro.
La flauta m¨¢gica
De Schikaneder y Mozart. ?pera de C¨¢mara de Varsovia. Director art¨ªstico: S. Sutkowski. Int¨¦pretes principales: Bogumil Jaszkowski, Marcen Rudzinski, Slawomir Jurczak, Jolanda Zmurko, Zofia Witkowska, Adam Kruszewski, Ewa Frakstein y Zdzislaw Nikodem. III Festival de M¨²sica de la revista Scherzo.Teatro Alb¨¦niz. Madrid, 25 de mayo.
En una creaci¨®n plena de fantas¨ªa, los autores manejan s¨ªmbolos y personajes, tan contrastados y matizados dentro de un pensamiento unitario que el oyente-espectador va de sorpresa en sorpresa, por muchas veces que haya presenciado la representaci¨®n de la obra.
Pero lo verdaderamente m¨¢gico es, sobre todo, el ambiente general, la sucesi¨®n articulada de secuencias con el desfile de personajes o grupos cambiantes: sacerdotes, damas, ¨¢ngeles, esa Soberana de la Noche que desde el comienzo al final de la obra asume un car¨¢cter de maldad que, por otra parte, contradice un tanto las coloraturas de la c¨¦lebre aria; el moro Monostatos; el brujo Sarastro; el l¨ªrico Tamino, la tierna Pamina y la genial imaginaci¨®n de la pareja Papagena y Papageno.
Todo ello, apoyado en un repertorio mas¨®nico y hasta pre-mas¨®nico, nos da un conjunto de delicias que eso s¨ª, puede venirse abajo si falla la batuta.
La batuta del boliviano Rub¨¦n Silva (La Paz, 1955) supo mantener la elevaci¨®n y la continuidad de todo el discurso muy bien enhebrado con la acci¨®n esc¨¦nica. Y los cantantes, salvo el bajo, mantuvieron una buena l¨ªnea y, lo que m¨¢s importa, vivieron la representaci¨®n hasta darle credibilidad y garbo.
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