El 'caso Walesa'
LECH WALESA est¨¢ intensificando sus ataques contra la pol¨ªtica del primer ministro Mazowiecki y contra algunas figuras pol¨ªticas que, en el grupo parlamentario de Solidaridad o en otros cargos de responsabilidad, apoyan la orientaci¨®n del actual Gobierno polaco. En concreto, ha intentado destituir a Adam Michnik -uno de los dirigentes m¨¢s prestigiosos de la resistencia- como director del diario Gazeta Wyborcza, si bien fracas¨® a causa de los apoyos que recibi¨® el periodista. Pero esta campa?a de Walesa es preocupante porque se produce en una etapa dificil de la transici¨®n de Polonia hacia una plena democracia y una econom¨ªa de mercado. Las recientes elecciones municipales, si dieron una victoria aplastante a Solidaridad, indicaron tambi¨¦n una alt¨ªsima abstenci¨®n y un clima de descontento. La reforma econ¨®mica, con resultados muy positivos en la recuperaci¨®n, acarrea a la vez subidas de precios penosas para los ciudadanos. Cabr¨ªa preguntarse por los objetivos que persigue Walesa. Su tesis es que hace falta obligar a Jaruzelski a dimitir y organizar elecciones parlamentarias y presidenciales este a?o, y tomar medidas dr¨¢sticas para acabar con lo que queda del viejo aparato. ?l se presenta ya como candidato para ser el futuro presidente de la Rep¨²blica. En la actitud del l¨ªder sindicalista hay mucho personalismo: figura relevante en la lucha por la libertad, considera que ahora no ocupa el lugar que le corresponde. Pero detr¨¢s de esa reacci¨®n personal hay problemas pol¨ªticos serios, complicados por el peculiar car¨¢cter de Solidaridad, a la vez sindicato y fuerza pol¨ªtica, articulada en comit¨¦s c¨ªvicos, con su grupo parlamentario y la jefatura del Gobierno.
En la actual situaci¨®n polaca, existe en torno a Mazowiecki un acuerdo de diversas corrientes ideol¨®gicas que han luchado juntas en Solidaridad contra la dictadura. La corriente laica, con Michnik, Kuron, Geremek, ocupa puestos muy delicados en la reforma econ¨®mica, como Kuron de ministro de Trabajo. Lo hace porque considera que lo prioritario es salir del pozo, y en nada ayudar¨ªa a tal fin el quitar a Jaruzelski precipitadamente ni romper el gradualismo en el cambio pol¨ªtico. En esta posici¨®n coincide la corriente m¨¢s abierta del catolicismo, representada por Mazowiecki, y gracias a esa coincidencia cabe esperar que Polonia seguir¨¢ adelante en su reforma y ocupar¨¢ su puesto en los debates europeos decisivos de los pr¨®ximos meses.
Walesa ha sido lanzado a los ataques contra el Gobierno por sus colaboradores m¨¢s ¨ªntimos -el grupo de Gdansk-, que pretenden aunar dos l¨ªneas contradictorias: una orientaci¨®n democristiana de derecha y, a la vez, una demagogia populista, especulando con las dificultades de la poblaci¨®n y atacando a "los intelectuales" del equipo de Mazowiecki. Tal actitud encuentra poco eco en los medios m¨¢s responsables del Parlamento y de Solidaridad. Y, probablemente, el prestigio de Walesa resulte da?ado por la obsesi¨®n personalista que trasluce tal actitud. Pero puede ser muy negativa, sobre todo si sirve para estimular la oposici¨®n al Gobierno, aprovechando las secuelas de una pol¨ªtica econ¨®mica que quiere poner en marcha el sistema productivo. No se puede olvidar que en la sociedad polaca hay tendencias derechistas y nacionalistas, con r¨¢fagas de antisemitismo, que podr¨ªan utilizar a su favor una campa?a como la que Walesa ha iniciado, aunque ¨¦ste tenga otras intenciones.
Es l¨®gico que un movimiento como Solidaridad, nacido para conquistar la libertad sobre la base de agrupar a personas de todas las ideolog¨ªas, pueda evolucionar en un momento dado hacia la creaci¨®n de partidos pol¨ªticos con distintos conceptos de futuro, pero ser¨ªa peligroso que el previsible proceso de dispersi¨®n se produjera de forma oscura y confusa. Sobre todo en un momento como el actual en Polonia, en el que hace falta ofrecer a los ciudadanos el m¨¢ximo de confianza para que acepten unaL etapa de sacrificios ineludibles.
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