Catalu?a y los toros
La tradicional pol¨¦mica toros, s¨ª, toros, no, languidece. Con la temporada taurina lanzada, las quejas que llegan al ombudsman proceden m¨¢s de aficionados descontentos por algunos fallos en la publicaci¨®n de las cr¨®nicas taurinas -repetici¨®n en algunas ediciones por problemas de cierre del diario y recuperaci¨®n de la informaci¨®n del d¨ªa anterior- que de los sectores contrarios a la llamada fiesta nacional. De estas quejas destacan las de los aficionados de Catalu?a. No es que en su edici¨®n se repita espor¨¢dicamente alguna cr¨®nica de las grandes ferias, sino que, sencillamente, no las reciben. Los lectores de EL PA?S en Catalu?a no han tenido noticia alguna de la ferias de Valencia, Sevilla o Madrid. Un silencio que no entienden.Antonio Pablo es uno de los lectores de Barcelona que ha llamado al ombudsman para exponerle su queja. "Soy aficionado a los toros y cuando compro el peri¨®dico fuera de Catalu?a disfruto con las cr¨®nicas de Joaqu¨ªn Vidal. No s¨®lo como aficionado, sino como lector, ya que es un verdadero fen¨®meno. En la edici¨®n de Barcelona nos tenemos que contentar con la breve informaci¨®n que dan de las corridas y novilladas de la Monumental de Barcelona, pero no entiendo por qu¨¦ nos privan de la lectura de esas cr¨®nicas tan buenas y de unas ferias que interesan a muchos aficionados en Catalu?a".
El jefe de la secci¨®n de Cultura de la edici¨®n de Barcelona, Agust¨ª Fancelli, explica por qu¨¦ no se han publicado las cr¨®nicas de estas ferias. "Las cr¨®nicas taurinas de San Isidro que realizan nuestros cr¨ªticos de lidia en Madrid vienen teniendo todos los a?os una acogida excelente por los lectores de la edici¨®n catalana aficionados al toreo o simplemente a la buena literatura. En a?os anteriores hemos procedido a una condensaci¨®n de dichas cr¨®nicas para nuestra edici¨®n, pero en este a?o ha resultado m¨¢s dif¨ªcil por dos motivos: la mayor afluencia de noticias de cultura y de espect¨¢culos en el periodo en cuesti¨®n, y la mayor presi¨®n sobre el espacio de la secci¨®n, que obedece a razones t¨¦cnicas (sobre todo de orden industrial), que dif¨ªcilmente pod¨ªamos sortear en la secci¨®n, con lo que el espacio informativo se ha visto considerablemente reducido".
"Ante esta circunstancia se hace obligatorio optar por determinadas prioridades, y nosotros hemos apostado -tras el desalentador resultado de la condensaci¨®n de una cr¨®nica de Joaqu¨ªn Vidal que qued¨® realmente jibarizada- por ofrecer un reportaje a modo de balance general, al final de las fiestas. Hemos comprobado que esta soluci¨®n no es suficientemente satisfactoria, por lo que nos proponemos volver al tratamiento habitual en la pr¨®xima edici¨®n, pese a que si las circunstancias de espacio no var¨ªan la labor ser¨¢ de lo m¨¢s ardua: sintetizar una pieza literaria es mucho m¨¢s complicado que condensar una informaci¨®n convencional".
Cuando se publique este art¨ªculo, la edici¨®n catalana habr¨¢ recogido, ayer, s¨¢bado, el resumen de la feria de San Isidro. El prop¨®sito de publicar en el futuro la cr¨ªtica taurina, como solicitaban los lectores, es l¨®gico, ya que se publica en todas las ediciones del diario, incluidos res¨²menes en la edici¨®n internacional. La calidad literaria y gr¨¢fica de la informaci¨®n taurina de EL PA?S es reconocida fuera y dentro de este diario, al margen de que existan sectores de opini¨®n que por diferentes motivos detesten las corridas de toros.
El problema indio
El racismo es un virus latente en casi todas las sociedades, sobre todo en las que presumen de no tener problemas raciales. En estos pa¨ªses se suele hablar de conflictos de minor¨ªas, de problemas de pobreza, marginaci¨®n, etc¨¦tera. En Am¨¦rica, a veces, ¨¦l debate sobre la situaci¨®n actual de los ind¨ªgenas se esconde bajo la alfombra de la conquista espa?ola. Quinientos a?os despu¨¦s, la sensibilidad sobre este asunto est¨¢ viva a ambas orillas del Atl¨¢ntico.
Un reportaje sobre Guatemala de Luis Mat¨ªas L¨®pez, jefe de la secci¨®n de Internacional, que realiz¨® recientemente una gira por Centroam¨¦rica, ha provocado la protesta de un grupo de lectores que han interpretado un dato del reportaje como un comentario despectivo hacia la poblaci¨®n ind¨ªgena de Guatemala.
El autor, que describe en el reportaje la situaci¨®n de explotaci¨®n y violencia en que vive ese pa¨ªs centroamericano, inclu¨ªa este p¨¢rrafo: "Guatemala tiene la segunda tasa de analfabetismo m¨¢s alta del hemisferio occidental, una de las rentas per c¨¢pita m¨¢s bajas de Am¨¦rica, el porcentaje de poblaci¨®n ind¨ªgena m¨¢s alto del continente, una injusta distribuci¨®n de la escasa riqueza, un Ej¨¦rcito que manda m¨¢s que el presidente, unos escuadrones de la muerte que asesinan a centenares de campesinos y dirigentes izquierdistas cada a?o, y una guerrilla que apenas tiene fuerza para volar algunos puentes y emboscar espor¨¢dicamente a patrullas militares".
Jos¨¦ Alejandro Mart¨ªnez Andaluz y otros cinco lectores han enviado una carta en la que afirman lo siguiente: "Deducimos que para el responsable de la publicaci¨®n de este texto el hecho de ser o tener poblaci¨®n ind¨ªgena constituye en s¨ª mismo algo indeseable. Exigimos una explicaci¨®n". Hela aqu¨ª, de la mano del autor del texto.
"Desde luego, no pienso que tener una alta tasa de poblaci¨®n ind¨ªgena sea, o deba ser, un problema para un pa¨ªs. Un maya puede ser tan inteligente, o m¨¢s (o menos), que un blanco, y nada deber¨ªa oponerse a que ocupase, como lo hacen muchos blancos, los m¨¢s altos cargos de la Administraci¨®n. Nada, excepto la voluntad del poder pol¨ªtico o econ¨®mico, casi siempre controlado por la oligarqu¨ªa blanca, que en muchos pa¨ªses se impone incluso por encima de leyes que excluyen toda discriminaci¨®n. Tal vez fuese esta realidad, especialmente evidente en Centroam¨¦rica, la que me condujera, inconscientemente, a insertar un simple dato demogr¨¢fico entre una retah¨ªla de problemas. Pero invito a los lectores que han se?alado el lapsus a que recorran Guatemala y juzguen por s¨ª mismos si en este pa¨ªs ser indio es o no un problema (o una desgracia)".
Los lectores pueden ponerse en contacto con el ombudsman en el tel¨¦fono 754 45 53 de Madrid.
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