"Hubo un 'bang' y desaparec¨ª por la ventanilla del avi¨®n"
El capit¨¢n Lancaster fue absorbido de la cabina de su aparato y estuvo colgando en el vac¨ªo
"Debe de haber una posibilidad entre un mill¨®n", dice un portavoz de la Civil Aviation Authority, el organismo responsable de la aviaci¨®n brit¨¢nica. No hay precedentes en el pa¨ªs de ocasiones parecidas: una ventanilla de la cabina de un avi¨®n que salta por los aires a 7.300 metros de altura y un piloto que es absorbido hacia fuera y consigue salvar la vida, con medio cuerpo en el vac¨ªo, gracias a que dos asistentes de vuelo le agarraron por los pies durante un cuarto de hora hasta que el avi¨®n consigui¨® realizar un aterrizaje de emergencia.
Todo esto suced¨ªa ante los ojos de los viajeros, turistas con destino a M¨¢laga. "Por un momento pens¨¦ que iba a morir", dice ahora el capit¨¢n Tim Lancaster, de 41 a?os, confortablemente recostado en la cama del hospital de Southampton, la misma ciudad de la costa sur inglesa en la que el avi¨®n aterriz¨®, el pasado domingo, despu¨¦s de que a los 20 minutos de un vuelo iniciado en Birmingham un cristal de la cabina saltara por razones a¨²n desconocidas. "Me acuerdo que hubo un bang y que desapereci¨® la ventanilla. Inmediatemente fui absorbido. Mi primer pensamiento fue que ten¨ªa que intentar seguir respirando".El rostro de Lancaster muestra los efectos de la quemaz¨®n por un viento helado que quiz¨¢s estuviera a 25 grados bajo cero. "No sent¨ª ning¨²n dolor mientras la cosa estaba sucediendo, pero recuerdo el golpe del viento" comenta el piloto. Intent¨® sin suerte dar instrucciones a quienes le agarraban con fuerza desde dentro, el asistente Nigel Ogden, que estaba. sirviendo bebidas calientes a la tripulaci¨®n en cabina y Simon Rogers, quien se precipit¨® a la cabina, se sent¨® en el puesto del piloto, se puso el cintur¨®n de seguridad y amarr¨® con toda su fuerza al capit¨¢n.
Precipitado descenso
El copiloto, Alistair Atchenson, que no se hab¨ªa desprendido del cintur¨®n, tom¨® el control del aparato e inici¨® un precipitado descenso hasta Southampton. "Todo fue muy r¨¢pido", recuerda Lancaster, que guarda todos sus elogios para el comportamiento de la tripulaci¨®n. Susan Price, una de las azafatas, trataba de calmar a unos pasajeros, a quienes la inmediata explicaci¨®n de lo que ocurr¨ªa sirvi¨® de poco alivio. "Mucha gente empez¨® a rezar como si hubiera llegado el fin", a?ad¨ªa una pasajera. El repentino vac¨ªo hizo saltar las mascarrillas de ox¨ªgeno al tiempo que abr¨ª a la puerta que separa la cabina del piloto de la zona de los viajeros, quienes por ello fueron testigos de todo el drama. Una mujer recuerda c¨®mo ella, desde su asiento, pod¨ªa ver al capit¨¢n Lancaster colgando por la parte anterior. izquierda del morro del avi¨®n, un BAC 111, de los que British Airways tiene 34 en servicio. Lancaster dej¨® una difusa mancha de sangre en el fuselaje y se fractur¨® el codo, mu?eca y un dedo, am¨¦n de sufrir congelaci¨®n superficial. Aviaci¨®n civil ha ordenado una r¨¢pida investigaci¨®n y el mec¨¢nico que el viernes reemplaz¨®, en una operaci¨®n de rutina, la ventanilla afectada ha sido suspendido de empleo. [Seg¨²n las primeras averiguaciones, 84 de los 90 tornillos utilizados eran demasiado peque?os, inform¨® ayer la agencia France Presse.]
Lancaster, mientras, no parece dispuesto a abandonar su profesi¨®n. "Es imposible que por este accidente vaya a_dejar de volar", asegura su hijo, Simon.
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