La edad de oro
En 1930, a?o del suicidio de Malakovski, Shostakovich compuso el ballet La edad de oro. Curiosa coincidencia. El mismo a?o, Luis Bu?uel sorprend¨ªa con una corrosiva pel¨ªcula de id¨¦ntico t¨ªtulo. Dentro de Rusia, la ilusi¨®n de una edad de oro en la creaci¨®n pl¨¢stica, tras Octubre, estaba dando sus ¨²ltimos coletazos. La m¨²sica no tuvo un protagonismo destacado, en comparaci¨®n con el arte o el cine, pero particip¨® en el esp¨ªritu de cambio. En el exterior, Stravinski o Diaghilev contribu¨ªan, junto a Picasso o Bu?uel, a la agitaci¨®n cultura? parisiense. Prokofiev a¨²n no hab¨ªa regresado a su pa¨ªs; el retorno le traer¨ªa complicaciones; Shostakovich colaboraba con Rodchenko, Meyerhold y Malakovski. Tras la censura de la ¨®pera Ladi, Macbeth de Minks, en plena represi¨®n de Stalin, comenz¨® su carrera de obst¨¢culos.La obsesi¨®n por la difusi¨®n, por el didactismo, marcaba la m¨²sica. En la primera mitad de los a?os 20 coincid¨ªan en Rusia la Asociaci¨®n de M¨²sicos Proletarios, cuyo objetivo fundamental era promover un arte comprensible para las masas, y la Asociaci¨®n para la M¨²sica Contempor¨¢nea, m¨¢s preocupada por problemas de lenguaje formal. Sus fines y planteamientos eran antag¨®nicos. De la primera derivarian unos h¨¢bitos de escucha notables en la poblaci¨®n, la segunda agrupar¨ªa los compositores cuyas obras se han mantenido con el paso del tiempo.
Fascinaci¨®n industrial
Eran a?os de fascinaci¨®n industrial. Los mecanismos productivos y la electrificaci¨®n llegaban a las creaciones musicales. El mensaje empezaba en los t¨ªtulos: Paso de acero (1925), de Prokoviev; Fundici¨®n de acero (1926), de Molosov; Hielo i, acero ( 19 3 0), de Deshevov. Y Shostakovich compon¨ªa El tornillo ( 1931).
El sinfonismo era la forma musical m¨¢s id¨®nea para las aspiraciones del poder, a ser posible con coros que entonasen textos ejemplares, alguno del propio Maiakovski. "Obras fuertes, rectas y precisas", como le gustaba decir del arte a Trist¨¢n Tzara en 1918, para a continuaci¨®n a?adir y eternamente incomprendidas". La incomprensi¨®n en la Uni¨®n Sovi¨¦tica vino desde el poder, no desde la sociedad. Shostakovich, que hab¨ªa afirmado a principios de los 30 la imposibilidad de la existencia de la m¨²sica sin ideolog¨ªa y hab¨ªa denominado sus primeras sinfon¨ªas Octubre o Primero de Mayo, era acusado en Pravda de producir caos musical", mientras se recomendaba sin vacilaci¨®n que, la autor¨ªa teatral debe evocarnos la gran ¨®pera tradicional, y la m¨²sica sinf¨®nica ha de ser clara y expl¨ªcita, simple y directa".
Ahora, las cosas son muy distintas. La electrificaci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha servido de tema al compositor N. Osborne y al director de escena P. Sellars para uno de los montajes de ¨®pera m¨¢s revulsivos del Reino Unido a partir del estreno en Glyndebourne. Mientras, Gubaidulina, Schnittke, Denisouv y otros destacados compositores de la nueva generaci¨®n sovi¨¦tica ponen su bella m¨²sica al servicio de objetivos m¨¢s abstractos.
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