Tres goles de Michel doblegaron a Corea

Michel ley¨® el pasado jueves c¨®mo un diario italiano le llamaba jubilado de oro a los 26 a?os" y, ya sin tanta poes¨ªa, "basura de jugador". Las palabras debieron afectar el amor propio de Michel, porque ayer le quit¨® el freno a sus piernas. El Michel que deambul¨® como una sombra por el campo en el partido contra Uruguay se convirti¨® ayer en el ejecutor de la victoria espa?ola. Michel celebr¨® los tres goles como tres grandes venganzas hacia los que le hab¨ªan perdido el respeto como futbolista y persona. Michel, como otros muchos ayer con la camiseta roja, se jugaba mucho en el partido ante Corea. Le sali¨® bien. Le ilumin¨® el mismo rayo goleador que llev¨® a Butrague?o a marcar cuatro goles ante Dinamarca en M¨¦xico-86, aniversario que se cumple justamente hoy. Los tres goles, que le sit¨²an en cabeza de los goleadores del Mundial (junto a Voeller y Matthaus), pueden servir para tranquilizar un poco a esta selecci¨®n espa?ola que, vista la flojedad del rival, tampoco dio un recital ayer. Suerte ha tenido Espa?a de que en su grupo haya ca¨ªdo un rival asi¨¢tico, el peor continente futbol¨ªstico en la actualidad, porque contra los africanos los apuros habr¨ªan sido mucho mayores. Luis Su¨¢rez retoc¨® ligeramente la alineaci¨®n espa?ola, prescindiendo de Manolo y Jim¨¦nez, que ni siquiera estaban entre los reservas, y colocando a G¨®rriz en la defensa y a Julios Salinas en el ataque. Durante 61 minutos, hasta el 2-1, los cambios no sirvieron para nada, especialmente el de G¨®rriz, un jugador demasiado lento de movimientos para desenvolverse con tranquilidad ante los sprinters coreanos. El partido se vivi¨® con angustia. Los fallos de entrega eran continuos, y los coreanos, pese a poner en acci¨®n un pressing rudimentario, robaban balones continuamente. Byun Byung-Joo, ya en el minuto 1, se plant¨® solo delante de Zubizarreta, aunque lanz¨® el bal¨®n alto. Los coreanos eran t¨¦cnicamente muy inferiores, pero corr¨ªan kil¨®metros y superaban siempre en punta de velocidad a los espa?oles. Espa?a, adem¨¢s, puede ser el ¨²nico equipo que llegue a los octavos de final sin presionar al rival (ayer s¨®lo lo hicieron en una ocasi¨®n), y los coreanos aprovecharon la libertad de acci¨®n para amargar el d¨ªa a unos centrocampistas espa?oles demasiado habituados a parar el bal¨®n y pensar unos instantes antes de enviarlo a un compa?ero. La suerte para Espa?a fue que Michel ten¨ªa ayer bien enca?onadas sus piernas. Empalm¨® de volea un centro de Villarroya, y con el 1-0 todo parec¨ªa encarrilado. Los coreanos, de moral d¨¦bil, cedieron algo en su presi¨®n individual y salvaje por todo el campo, y los espa?oles, libres de la presencia de los moscardones asi¨¢ticos (una especie muy molesta) comenzaron a mover el bal¨®n con un poco m¨¢s de soltura. Todo funcionaba con un gui¨®n preestablecido, hasta que G¨®rriz err¨® en un pase, Sanchis cometi¨® falta, y Hwangbo Kwan clav¨® el bal¨®n en la escuadra. Fue una jugada est¨²pida, pero no tanto como la que protagoniz¨® el mismo G¨®rriz un minuto despu¨¦s, cediendo p¨¦simamente a Zubizarreta y provocando otra clara oportunidad. Espa?a parec¨ªa capaz de conseguir el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa. Es decir, de lograr lanzar a la calle a millones de coreanos y de inscribir el f¨²tbol asi¨¢tico en los libros de historia del Mundial. El tercer gol de Michel acab¨® con cualquier asomo de tensi¨®n. Ahora afronta el ¨²ltimo partido ante B¨¦lgica, y lo har¨¢ con cierta tranquilidad. El de ayer fue el ¨²ltimo partido para hacer experimentos. Ya no habr¨¢ m¨¢s coreanos ni uruguayos ben¨¦volos.
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