El monte de las vestales
Se llega al monte Berico -a casi 60 kil¨®metros de Verona- en peregrinaci¨®n. Seg¨²n su propio nombre indica, se trata de un lugar lo bastante elevado como para que a nuestros jugadores no se les derrame el contenido cerebral m¨¢s que sobre unas pocas vacas que no se lo contar¨¢n a nadie. Es una ceremonia algo costrosa, ¨¦sta que muestra a m¨¢s de un centenar de periodistas ascendiendo con la segunda puesta y el flato contenido, para acabar ante Luis Su¨¢rez, pregunt¨¢ndole si a alguno de los nenes les duele la rodilla y Su¨¢rez contesta s¨ª pero no, pero todo lo contrario, en un alarde que ni Oppenheimer tratando de esconderle a un cient¨ªfico ruso la f¨®rmula de la bomba at¨®mica.En el hotel Michelangelo, que se alcanza sobrepasando un monasterio, estas musculosas vestales consagradas al dios F¨²tbol, con virginidad de un mes incluida -aunque en algunos casos han venido las esposas, lo cual no a?ade morbo al deporte pero s¨ª al matrimonio-, descienden moment¨¢neamente de su retiro para responder a los periodistas, que como movimiento previo han escrito en un impreso el nombre del jugador al que cortejan. Entonces se produce una de esas escenas conmovedoras en que todos rodean al ¨ªdolo.
"Todo esto forma parte del ritual", dice Miguel Pardeza, que no s¨®lo piensa sino que, adem¨¢s, no juega -sin que quepa deducir que lo segundo es consecuencia de lo primero-, porque a estas alturas todav¨ªa no le han sacado al campo. Sobre las concentraciones: "Es el gran debate que preside siempre los Mundiales, cu¨¢l debe ser el ambiente ideal para una concentraci¨®n larga. Yo soy, partidario de que el futbolista siga con su vida normal, la que sea. Siempre se habla, pero acaba imponi¨¦ndose el continuismo". Est¨¢ de acuerdo en que el f¨²tbol soporta demasiadas cargas ajenas al deporte: "Lo peor del Mundial es que hay una excesiva tensi¨®n, que perjudica el juego y a los futbolistas. Es un grave error creer que un partido de f¨²tbol es algo m¨¢s que jugar por un resultado. Creo que hay motivaciones oscuras, sublimaciones extra?as, una magnificaci¨®n que no acabo de comprender".
El hecho de no haber estado en activo hasta ahora se lo toma con filosof¨ªa, "aunque la condici¨®n inexcusable de un futbolista es jugar. Yo pienso que, en f¨²tbol, el que no juega no existe. Es duro, pero es as¨ª. Claro que los partidos son irrepetibles, pero creo que cada jugador tiene el suyo en su momento. Si juegas, si eres, tarde o temprano tienes esos encuentros, que son como cosa del destino. A unos les toca en el Mundial, y a otros les puede tocar en C¨¢diz. As¨ª que no hay que preocuparse".
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