El esp¨ªa de Berl¨ªn ya no contesta
Checkpoint Charlie se fue ayer, y mientras se discute su lugar de retiro -unos proponen la Smithsonian Institution de EE UU, otros un futuro Museo de la Guerra Fr¨ªa en Berl¨ªnlas im¨¢genes del pasado desfilan.?ste era el control militar estadounidense que, en su zona, estaba m¨¢s pr¨®ximo al muro de Berl¨ªn levantado el 12 de agosto de 1961. Su nombre, invento arbitrario de la jerga militar, s¨®lo quer¨ªa decir que era el tercero. Los otros dos, por orden alfab¨¦tico, eran Alfa, en la frontera entre la RDA y la RFA y Bravo, que marcaba la frontera entre la RDA y Berl¨ªn Occidental.
Una sombra fr¨ªa e intermitente como la llovizna va salpicando los muros de la Friederichstrasse. Altas farolas envueltas en la niebla nocturna proyectan una luz incierta que incrusta a trompicones un cuerpo. Titubea al cruzar la esquina de la Leipzigerstrasse. A s¨®lo 200 metros, la llovizna relumbra sobre un casco, y en el pasillo entre la alambrada y el muro el trasero de los tanques adquiere la p¨¢tina de la noche. No muy lejos, a sus espaldas, la avenida Unter den Linden est¨¢ tapizada por las hojas caducas de los tilos de cualquier oto?o de la d¨¦cada de 1960, muriendo, ciega, en la Puerta de Brandeburgo. Frente a ¨¦l, a s¨®lo cien metros, est¨¢ Checkpoint Charlie. ?ste era el escenario de un mundo cuyas contradicciones la fantas¨ªa literaria transmiti¨®, reconstruyendo personajes tan complejos como Kim Philby o el m¨¢s reciente G¨¹nther Guillaume.
En Checkpoint Charlie, el control que ya no contesta, se intercambiaron algunos de los esp¨ªas pillados por los servicios de ambos bloques. Como en el puesto de Herleshaussen o el puente de Glienicke, las escenas que ocasionalmente mostraba la televisi¨®n occidental de un hombre solitario cruzando enca?onado por ambos bandos esta galer¨ªa de la muerte, sin que nadie supiera si se trataba de un doble o un triple agente, fueron ciertas.
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